domingo, 23 de noviembre de 2025

Día 1

 

Foto  Pedro Chacón

Día 1

 

Por Guadalupe Ángeles

 

Puerta negra de metal, abre con su llave un hombre de pelo ensortijado; yo voy en brazos de una mujer joven, me envuelve una manta tibia. Al entrar, dos niños y una niña se acercan, la que me carga se sienta sobre una silla de yute entrelazado y madera, ellos tocan mi rostro, me sonríen, huele a tortillas calientes, a café con canela; al percibir esto, veo a una mujer mayor que se acerca y me toma en brazos. Es muy blanca, a diferencia de la otra mujer de la que, pegada a su pecho tomé leche poco antes de venir aquí.

La casa es pequeña y oscura, pero los niños que quieren tocar mi rostro son escandalosos, se ríen y abrazan a la primera mujer, la cual rodea a cada uno por separado y luego a los tres; parecen un racimo de uvas.

      El hombre me toma en brazos ahora y me lleva a una cama, ahí me deposita y me rodea de almohadas; los niños se acercan otra vez y la primera mujer me desenvuelve. El aire de la habitación es cálido, ellos quieren apretar mis manos, parece que a los  niños les hace gracia el tamaño de mis dedos, tocan mi nariz y quieren contar los dedos de mis pies, de mis manos, ponen las mías sobre las suyas y percibo el tacto de esas manos hermanas. Parece que hago un gesto que les agrada cuando ponen uno de sus dedos sore mi mentón, será que abro mucho los ojos, o mi boca busca el pezón de mi madre, ¿a eso me invita sentir una piel distinta sobre mi barbilla?

       Les escucho decir varios nombres. Los adultos deciden con cuál van a llamarme de ahora en adelante; pasarán muchos años para que comprenda que, no importa el nombre al que responda, soy parte de este clan (quizá gueto, no estoy segura), y la ausencia de varios de ellos ha sido como si me cortaran una parte del cuerpo. Así que aprendí a vivir incompleta, uva en este racimo con uvas a veces de más, siempre de menos, pero todas nosotras (uvas) seremos algún día el espíritu de un vino que un improbable Dios beberá en la celebración de nuestra fugaz existencia.

 


Guadalupe Ángeles nació en Pachuca, Hidalgo. Fue directora de la revista Soberbia.
Entre sus obras se encuentran Souvenirs (1993), Sobre objetos de madera (1994), Suite de la duda (1995), Devastación (2000), La elección de los fantasmas (2002), Las virtudes esenciales (2005) y Raptos (2009). Ha colaborado en ÁgoraEl FinancieroEl InformadorEl OccidentalLa Jornada Semanal; en las revistas electrónicas nacionales Al margen y Argos y en las españolas: Babab y EspéculoPremio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos 1999 por Devastación.

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