De lo único que estaba segura era de que
aquello inexplicable, mágico y maravilloso, tenía que repetirse. Presentación
del libro Damiana La pureza del placer
Por Jesús Chávez Marín
Es una gran lección de filosofía y de
literatura para Ciudad Chihuahua la visita de la maestra Marcela Bodenstedt,
por siete razones. En este artículo me concretaré a las razones literarias,
novelísticas, poéticas.
Damiana. La pureza del placer,
que Marcela escribió recientemente, la publicó, según me dijo en una grata
conversación que tuvimos esta mañana por teléfono, para que pudieran leerla
todo tipo de personas: sus amigos, sus amores, mujeres y hombres de toda índole:
profesores, jóvenes, viejos, informados y desinformados, doncellas y mártires.
Para que la disfruten y piensen.
Y sí. Este libro se lee con una facilidad
milagrosa.
En esta novela los lectores hallan en cada
página una sorpresa llena de asombro y de acción.
En sus páginas miramos cómo un mundo antiguo,
digamos tipo siglo 20, se transfigura ante nuestros ojos hacia la vida plena de
siglo 21: regiones y tiempo donde, en la llamada vida real, la mayoría de los
jóvenes de hoy son gozosos protagonistas, como si la alegría y el placer fueran
tan naturales como respirar.
Ya con eso tendrían los lectores para adorar
esta novela. Además, en la riqueza de su valor artístico hay todavía un plus:
la destreza literaria de esta autora.
Por principio de cuentas, el
primer párrafo del libro contiene lo que Vicente Leñero, gran maestro del
discurso narrativo, indica:
1.
Que atrape al lector de inmediato y no lo
suelte hasta llegar a la hoja final.
2.
Que en ese breve texto, en no más de una
página, redacte una síntesis completa del relato.
Vean si no. Aquí les transcribo el párrafo
con el que inicia Damiana. La pureza del placer.
Pueblo de polvo y de comales, callado e
inmóvil allá en la sierra. A esa hora de la tarde, después de la comida, todo
estaba quieto y solo se respiraba silencio y aire caliente. Sentada en la
tierra frente al jacal, Damiana desmenuzaba hierba seca para formar
montoncitos, las piernas abiertas al azar. Tenía esa edad entre niña y mujer,
donde comenzaba a despertar el interés de los hombres, quienes, al pasar por
ahí, se revolvían inquietos al mirar lo que se ofrecía a la vista bajo el
vestidito de manta. Ella, indiferente, continuaba con su juego sin percatarse
de lo que provocaba. De facciones broncas, pero atractivas, boca generosa y
ojos callados, poseía una sensualidad inusual en alguien tan joven.
Como rayitos de sol, con naturalidad serena,
aparecen factores simbólicos del poema, o sea de la novela, definiendo aquí a
la poesía en el sentido pleno, clásico, de lo que es un texto
literario:
Ejemplo de elementos simbólicos:
1.
Pueblo de polvo y de comales, callado e
inmóvil/ el mundo anterior, el viejo espacio, sociología
estancada, por ese rumbo apunta la metáfora.
2.
Todo estaba quieto y solo se respiraba
silencio/ mundo estancado, tiempo contenido, o cualquiera otra
imagen que el lector halle en tal sentido.
3.
Y aire caliente/ anuncio
del río que se anuncia, la lluvia que viene. Bueno, esto es lo que un lector
cualquiera podrá entender cuando conozca la historia completa que se cuenta.
Otros podrán hallar significados distintos, o no ver nada en esa descripción:
todas las posibilidades en la experiencia literaria.
4.
Frases narrativas: Las que construyen la
intriga, o sea, el punto de vista y el hilo en el que se trama el relato:
después de la comida
Sentada en la tierra frente al jacal
las piernas abiertas al azar
Y otras más.
Los puntos 5, 6, 7, 8 y 9 no los voy a poner,
porque este es, necesariamente en una presentación de libro, un artículo breve.
En segundo lugar: La
pureza. Esta es una lección de mi maestro Abraham Ocenansky: Me dijo que si un
poema, un cuento, o una novela alcanzaran a ser verdaderamente revolucionarios,
entendiendo aquí la palabra revolución no en su sentido político sino en su
pleno sentido, tendría que edificarse desde un punto de vista, desde un
narrador o desde un personaje que fueran virtuosos; de nuevo, sin que la
palabra virtuoso tenga que ver con la moral, ni con religión, sino con la ética
y la plenitud de la vida. Y Damiana, personaje de esta novela de Marcela, es el
ejemplo exacto de esta premisa.
En tercer lugar: El
tema. O para mejor decirlo: Los temas: La iniciación. La sensibilidad. El erotismo.
Los habíamos antes leído desde el punto de vista de autores masculinos. Ejemplos:
1.
Ana Karenina, de
León Tostói
2.
Lolita, de Vladimir Nabokov
3.
Las batallas en el desierto, de
José Emilio Pacheco
4.
Los años con Laura Díaz, de
Carlos Fuentes
5.
La vida que se va, de
Vicente Leñero
Y muchas otras.
En cantidad menor, también existen brillantes
novelas de iniciación, erotismo y sensibilidad escritas por autoras. Ejemplos:
1.
Arráncame la vida, de
Ángeles Mastretta
2.
Cumbres borrascosas,
Emily Bronté
Y otras más.
En cuarto lugar:
Marcela, con iluminada intuición, consiguió darle vida a un personaje literario
inolvidable: Damiana. Así como existen Emma Bovary, Alonso Quijano, Lolita,
Artemio Cruz; el nombre de Damiana quedará inscrito en el canon de la tradición
literaria mexicana. Por la novedad de su encantadora personalidad. Por la
diáfana vida y la natural libertad de su destino. Porque Marcela en su novela
cuenta un racimo de historias desde el punto de vista de la pureza mental y física,
desde la plena y tan sencilla libertad.
La autora se da el lujo de jugar con su
propia biografía, de aparecer en la historia que cuenta, y con su mismo nombre:
Marcela. Ella es la rubia y guapa agente de la Policía Judicial Federal que
ayuda en un trance difícil a la protagonista.
Item más: Cuenta enterita, y con lujo de
detalles, una historia de narcos y de gángsteres, sin escenas sangrientas ni
aparatosos asaltos.
Como sin querer queriendo, también relata
varias estampas de la vida conyugal antigua, de tipo siglo 20. Lean como
botones de muestra estas frases de la novela:
Concha cruzó el humilde jacal en que vivía
junto con toda la familia; sus cinco hijos, su Misael y su sobrina Damiana.
Volteó hacia el petate junto a la estufa, donde esta dormía en completa calma.
Allá vas a tener todo: bonitos vestidos,
comida, paseos, y serás mi señora.
Y un sentimiento de estar atrapada la
embargaba.
Así vas a lavar y a planchar, me vas a servir
la cena cuando yo llegue.
Sonó el teléfono de la habitación y le
avisaron del inesperado arribo de su esposa. (Nota mía: Que por
poquito lo agarra en la maroma).
―Mi reina, ¿cómo estás? ―le preguntó,
fingiendo sorpresa. La adoraba y jamás sería su intención hacerle daño. ¡Pero
esa maldita calentura!
Bueno, ya. No puse
aquí ningún rastro de espóileres, así que compren la novela. No se la pierdan.
Muchas gracias por su
atención.
Noviembre 2025
Jesús Chávez Marín es editor de Estilo Mápula revista de literatura.

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