jueves, 26 de julio de 2018

Federico Corral Vallejo. Sinestesias nocturnas en las córneas de la noche

En la foto con otras dos personas Yobany de José García Medina y Federico Corral Vallejo
Tintanueva
Sinestesias nocturnas en las córneas de la noche de Yobany de José García Medina, Premio Nacional de Poesía Rogelio Treviño 2017


Por Federico Corral Vallejo


Empezaré diciendo que Sótanos del insomnio es un libro de prosemas muy bien logrados, porque sin querer queriendo, evoca y demuestra aquella frase de Octavio Paz, para quien: “Todo cuanto el poeta escribe está soterrado en sus miedos, más aún cuando se da cuenta de que todo libro de poemas es en el fondo un diario…” tal cita se vislumbra en el devenir de esta obra, que ha sido acreedora en la cuarta emisión del Premio Nacional de Poesía Rogelio Treviño 2017. En Sótanos del insomnio encontramos los posibles lectores un rompecabezas de emociones detrás del armario, donde las cicatrices del alma se escriben con una goma de borrar indeleble. Sobre todo cuando el pasado ha querido borrar evidencias, marcas y registros. Más allá de estos hallazgos vivenciales el autor utiliza los recursos retóricos de manera precisa y logra vestir de gala a las palabras, para así poder desgajarse y entregarnos el zumo de sus letras que extrae de su corazón nocturno; porque es la noche un punto importante es los XXIII trenos que conforman el poemario:

Tus ojos son la antesala de mi insomnio […] pesan como dos noches sonámbulas caminando sobre mi cara. (Canto III)

Me atrevería a decir que abre y cierra esta obra por demás poética con instancias nocturnas:

Prometo despreocuparme del tamaño de los sueños, arrinconar las miradas precoces, matar de hambre los infortunios del tiempo […] mientras yo, en esta hermosa vida de mierda, miro la tuya. Como quien mira sus sótanos del insomnio… (Canto XXIII)

Muchos son los ojos que convergen en esas miradas versiles que en ocasiones observan fijamente, en otras a duermevela y hasta de reojo; son tantos ojos los que se entrelazan en sus versos donde al parecer también la verdad se inventa, así es como Yobany de José nos plantea un croquis literario donde su pluma se convierte en ARGOS pues letra a letra se agiganta y alarga a tal grado su mirada que nos da cátedra de guardián efectivo de los vocablos y al parecer no se duerme en sus laurales.
Cuántas veces el poeta se regodea en las 7, 8, 9 o 10 metáforas de las que hizo hincapié Jorge Luis Borges en su ensayo sobre Arte Poética y de ahí nomás no sale. García Medina como dije en el párrafo anterior nos observa y se deja observar:
Ardes en los ojos y en la sed a ratos; arrullas y desparasitas la calma. (Canto I)
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Algo de ti, que no conozco, se pone a inventar infartos a la mitad de mis ojos... (Canto II)
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Tengo un dolor de madera que adorna la repisa de mis ojos… (Canto VII)
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En tus ojos cabalgan las diez plagas y el remedio para domar su golpe... (Canto XI)
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Cierto es que mis ojos vomitan la noche, tela anoréxica de luz… (Canto XIV)

Y así podríamos irnos escudriñando los rincones, las orillas, los silencios y las líneas de estos XXIII cantos donde lo mismo nos observan o nos sueñan, nos lloran o nos vomitan, a grado tal que nos hipnotizan las miradas de Sótanos del insomnio, ¿y cómo no hablar de ojos con este título?
La poesía, generalmente nos invita a salvar el mundo sin importarle que estemos a punto del suicidio. Porque la poesía tiende a ser catártica; magia que engendra versos en el vientre de la página en blanco. Este esplendor lo tiene no solo a bien saber sino dominado la pluma, el intelecto y la sensibilidad de Yobany de José, cuyo numen es sin duda un universo surtidor de imágenes:

Si algún día amanezco con la soledad rechinándome en los dientes y vacío de fuerza para enjugarme sus quejidos, deberían por precaución no hablarme de frente. Piénsenlo como una transgresión al canon odOntológico y no como una desgana, o como un parir silencios por el hocico. Ahora bien, si decido contradecirme y me pongo a hacer gárgaras hasta por los ojos, pido por favor un kit completo para el suicidio, color verde, quiero resaltar mis ojos.

Otros elementos que se encuentran dentro de las páginas de Sótanos del insomnio son: como ya dijimos la noche, y los ojos… están de modo audible y visible: la luz y el silencio, el fuego y el hambre, la voz y el deseo; de los cuales se desprenden campos semánticos que ayudan a darle forma y fondo, sentido y estilo a estos Sótanos del insomnio. Esta serie de conjunciones hacen pirotecnia con las palabras cazadas a mitad del viento. De ahí es que surge el campo más apto para formular las sinestesias donde olfato, gusto, vista, oído y tacto nos presentan un desfile de sinestesias en los prosemas de Yobany de José.

Deseo encontrarme con tu mirada al doblar con mis manos cualquier esquina y frotar mi voz en tus ojos para enmohecer ese brillo que traigo atorado en las retinas. Canto XX

***

Supongo que también las manos piensan, arrastran las fibras del calor hasta derramarlas en el suelo, como las cosas a las sombras o como tus piernas a mi boca…Canto XIX

Pero qué es una sinestesia, sino el arte que refiere el uso de elementos artísticos que involucran a diferentes sentidos conjuntamente. La sinestesia es esa figura retórica que consiste en mezclar sensaciones de sentidos distintos como acotamos antes, referidos a la audición, visión, gusto, olfato, tacto omezclar dichas sensaciones con sentimientos como: tristeza, alegría, amor, ira, etcétera, veamos este otro ejemplo.

Envejecido, como cuando tus dedos se ponen a chupar el agua o como cuando me obligo a llorar y tú metes la puntita de tus pies en el charco de mis ojos. Canto XVI

La sinestesia fue muy utilizada en el Simbolismo y el Modernismo, hoy día es una figura retórica de poco uso en la literatura, sin embargo cuando se utiliza del modo correcto como es el caso, le da a la creación literaria un plus que hace que el posible lector se profundice en los mares sinestésicos que nos llevan tajantemente a la corriente que va a la mar de las metáforas.

Mi sangre trae el automático, la cosquilla del tacto desmenuzada, el aceite hecho caldo, lumbre, racimos de plástico… Canto XIII

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Mi nombre dilata las esquinas de tus piernas, ni siquiera el espiral de tus dedos puede ahorcar su eco; como si mi lengua llegara tarde a tu sed… Canto V
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Tus yemas lamen los poros de mi hambre con un filo de caricia, que corta sin herir; que esculpe una hemorragia fingida donde remojo la punta de mis penas. Canto IV

Cabe acotar que la sinestesia no es una figura propiamente de la poesía, también se da en la música, en la pintura… Si bien Sótanos del insomnio es un poemario temático construido en prosa, es casi redondo, y digo casi porque quiero señalar dos puntos que desde mi perspectiva crítica hacen que de una u otra manera no llegue a la redondez: por un lado, tenemos el prosema o Canto XXI que desde esta nueva lectura siento que rompen con el sentido y la temática y por otro lado el uso de la comparación con el “como”. Si bien el “como” nos lleva a la genética de la metáfora, el exceso hace que de pronto decaiga al lugar común, el cual si bien no está peleado con los buenos versos y ellos abundan y engalanan este poemario que tuvo a bien ser elegido de manera unánime por los jurados dictaminadores del Premio Nacional de Poesía Rogelio Treviño 2017.
Enhorabuena Yobany de José García Medina.
Ciudad de México 2018.






Federico Corral Vallejo. Parral Chihuahua, 1969. Poeta, ensayista, crítico y editor. Entre sus obras editadas destacan: Desprovisto de equipaje, A capella 440 y Cartografía de una casa. Su obra ha sido traducida al inglés, francés y portugués; y editada en Estados Unidos, Cuba, España, Argentina, Perú, Brasil, Puerto Rico y México. Dirige Tintanueva Ediciones desde 1997.

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