jueves, 4 de octubre de 2018

Alberto Cabrera. Plastic Money

Plastic Money


Por Alberto Cabrera


 ¡Tuc!
―Y en cuanto lleguemos a casa bajamos las cosas y luego luego me preparo para el jale de la tarde en el taxi, tengo que estar puntualito a las 3.
¡Tuc!
―Sí, yo meto todo en las alacenas, poco a poco, antes de que llegue el Johnny, ya ves que siempre la trae atrasada, y en un ratito nos las vacía de nuevo…
¡Tuc!
―¡P’a qué llevas de esa sopa, ya ves que ya no me gustó!
¡Tuc! ¡Tuc!
―Es que está a buen precio.
―¡Y dos, p’a colmo!
¡Tuc!
―Bueno, ya, no reniegues, de que se acaba, todo se acaba.
¡Tuc!
―¿No se habrá olvidado algo?
¡Tuc!
―No, creo que no
¡Tuc!
―Bien, son cuatrocientos setenta y dos pesos con veintinueve centavos. ¿Desea redondear sus centavos?
―Sí.
―No, Gladys. Dicen que ni entregan el dinero.
―¿Será? Bueno, p’a la próxima.
―Su pago, ¿en efectivo?
―No, con tarjeta de débito.
―A ver, joven, acomódeme bien las cosas en el carrito, no se vayan a tirar.
―¡Seguro que sí!
―La tarjeta no pasa, seño. Me indica el sistema que no tiene fondos suficientes.
―No puede ser, si la acabo de revisar en la mañana, antes de venir para acá… Vuélvala a pasar, señorita.
―Bueno, hagamos la prueba.
―¡Oye, pero si ya depositaron la quincena!
―Pues sí.
―No, seño, no pasó.
―¡Válgame! No puede ser…
―Deje llamo a mi supervisor.
―¿Y se tardará mucho?, tengo prisa.
―Híjole, joven, mejor pásese a la caja de junto.
―Pero es la caja express. ¡Mire todo lo que traigo!
―No importan, seguro lo atienden.
―Bueno, a devolver las cosas al carrito…
―¿Qué pasa, Wendy?
―Mire, no pasa la tarjeta, dicen los señores que sí tenía fondos.
―A ver… no, pues aquí dice claramente que no hay lo suficiente para pagar.
―A ver, si quitamos algunas cosas. Porque de que tenía fondos, tenía fondos.
―Autorízame, por fa. Bueno, dígame qué regreso
―¡Las sopas!
―No, Flaco, mejor los higos. Y esto, y esto otro, que es lo más caro. ¿A ver ahora?
―Vamos a ver, seño… No, ni así. Sigue marcando crédito insuficiente. ¿No trae efectivo para pagar esto?
―No, señorita.
―Ni modo, Gladys, pues a regresar todo…
―Espere… ¡Autoríceme la cancelación!
―A ver, Chapito, ponga en el carrito todas las cosas que vaya marcando.
―¿O se las guardamos, señito?
―…
―No, Gladys, mejor que las saquen de las bolsas y las acomoden de nuevo, ya veremos mañana.
―Pero, y hoy, ¿qué vamos a comer…?









Alberto Cabrera ha transitado entre los caminos de las matemáticas y la filosofía, para instalarse en la promoción cultural y humana. Andariego por vocación, llamado a ser cosmopolita por su nacimiento en la Ciudad de México, se deja seducir fácilmente por un café compartido entre amigos, un paseo por una calle empedrada, la visita a un templo colonial. Pasa una temporada de creación y trabajo en la ciudad de Chihuahua.

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