En la
foto César Agular, Giorgio Germont y Pedro Chacón
El rayo
azul de una mirada
Presentación de la novela Rayo azul, de Giorgio Germont
Por
Jesús Chávez Marín
En la novela Rayo azul, firmada por Giorgio
Germont, el lector entra como a si llegara a una ciudad bien trazada donde se
entremezclan jardines y casas elegantes, bosques enteros y edificios altivos,
recintos secretos y perfumados, ventanas por donde puede verse la dicha del
amor y en otros días el dolor de la traición y el abandono. También la acción
agitada de hospitales donde se ejerce la ciencia en la praxis diaria de una
multitud de oficiantes que luchan todos los días contra el dolor y la muerte.
Aunque
esa ciudad, esta novela, está poblada por una multitud de personajes,
literalmente una ciudad entera como protagonista, el ojo de lector se refugia
en una sola mirada.
El
torrente de su buena escritura, llena de detalles entrañables, descripciones precisas
que construyen la fábula, cientos de relatos de muchas vidas que pasan y
algunas se quedan a vivir en el alma de un hombre que relata con detallado
hiperrealismo cada detalle de su trascurso, mezclando pensamientos,
sensaciones, paisaje urbano, recuerdos remotos y sobre todo sentimientos,
contados con crudeza despiadada y autocrítica, matices de una visión
poética.
Aunque
la novela está relatada en tercera persona, como en las grandes novelas del
siglo 19, el punto de vista no se aparta de ese solo personaje, el doctor
Alfredo Bienvenu, como si a cada paso estuviera él haciendo un monólogo de su
propia vida.
Esa
estructura de un solo punto de vista es muy cinematográfica: la
cámara instalada en ese solo ángulo, pero es un ángulo de
registro esférico porque ningún detalle queda sin ser registrado por este
personaje que es una mezcla estética de una mente científica que ejerce todos
los días la medicina en quirófanos y laboratorios y
consultorios lujosos y bien equipados, y al mismo tiempo es hombre de
extraordinaria sensibilidad que se ve conmovido por un amor que cambia
literalmente su vida en todos los detalles, con la grandeza y los riesgos
profesionales, sociales y los más peligrosos, los de la intimidad, el
pensamiento, los conceptos del mundo.
Para
construir su estructura narrativa, el autor introduce la acción como parte de las actividades habituales de su personaje. La novela inicia
cuando su hijo empieza a leer, años después de que sucedieron los hechos, numerosos
diarios, cartas, agendas y bitácoras que el padre acostumbraba escribir cotidianamente,
papeles donde registraba con aguda memoria lo que iba ocurriendo, al mismo
tiempo que el lector va leyendo la novela.
Este
recurso es muy certero para que el lector vaya queriendo cada vez saber más de
esas vidas contadas y se vaya acostumbrando a saborear tantos detalles,
ambientes, paisajes, acciones a veces vertiginosas, a veces plácidas y tranquilas
que esta novela regala a manos llenas.
A pesar
de ser un libro tan personal como los momentos secretos, llenos de alegría y
dudas, de placer y otras veces de punzantes desgarramientos, la novela cuenta
los hechos dibujando un panorama social y territorial de los años
recientes. Carreteras, aeropuertos, puentes, parques, hoteles de lujo,
restaurantes que son obras de arte en la cocina.
Dos
ejemplos: Con su magnífico discurso narrativo el autor nos hace entrar al
lujoso restaurante Las ventanas del mundo, en el Word Trade Center de Nueva
York, y también relata desde varios ángulos y en distintos momentos la tragedia
de los atentados de las torres gemelas.
Segundo
ejemplo, de los muchos que aparecen en la novela, todos de placentera lectura,
cuando nos cuenta el maratón de Nueva York.
Hay una
parte muy hermosa, cuando la multitud de maratonistas van cruzando el enorme
puente Verrazzano Noarrows Bridge:
Una estructura exclusivamente
dedicada al tránsito vehicular pero que el 5 de noviembre de 1989 se inundaría
de cuerpos en movimiento en las primeras horas de la mañana. Un espectáculo de
atletas, hombro con hombro, codo con codo, utilizando las ocho líneas de
tránsito de ida y vuelta, ni un solo auto a lo largo del puente, solamente los
participantes de la competencia, todos en conjunto saliendo de Staten Island
como una invasión de gacelas.
Una de
las partes más gratas del libro es la abundancia de objetos de belleza y la
sensualidad exquisita desde los cinco sentidos. La descripción de platillos,
colores y la textura de la ropa, perfumes de jardines, del ambiente, del cuerpo
de la mujer que el protagonista ama con toda su energía y los pensamientos la
vida entera.
También
hay otra estética: los ríos de sangre que caen como cascada desde el quirófano
cuando el protagonista y su equipo técnico y científico realizan el rito brutal
de salvarle la vida a un hombre en emergencia. Oigan ustedes este impresionante
fragmento:
El doctor John Bolton, director del
departamento de cirugía del sanatorio Touro, ahora convertido en paciente, recibía
su anestesia casi al mismo tiempo que Alfredo le dio un largo tajo con el
bisturí en medio del abdomen desde el esternón hasta el púbis. En aquel vientre
había cuando menos seis litros de sangre que brotaba por los bordes de la
herida quirúrgica. La sangre de Bolton pintaba de rojo la tela de las batas, de
los calcetines y aún de la ropa interior de los asistentes y cirujanos.
Hay
otro hecho notable en el estilo de este libro: su elegancia a la
hora de relatar escenas amorosas. De ninguna manera es una forma de
autocensura, pues hay abundancia de escenas de alcoba bien explícitas e
hiperrealistas, pero siempre consigue que en el texto predomine lo poético, lo
amoroso y lo erótico y no como en los años recientes se estila, los detalles
casi ginecológicos que ahora quisieran presentarse como sinceridad artística.
Al contrario, el autor consigue en su depurada escritura construir atmósferas donde
hay música bien seleccionada, aroma de los vinos, el cariño honesto de los que
se aman y las caricias finas y sabias que se prodigan.
Abundancia
de muchos otros elementos tiene esta novela hermosa de un personaje purísimo: el
hombre supo amar sin condiciones, con toda su alma y todos sus bienes; empeñó
todas las horas del día y de la noche en la contemplación amorosa de una mujer
que ocupó todo su empeño en ofrecerse como un río inagotable de caricias y galantería.
Una
historia de amor es tema frecuentadísimo en la tradición literaria, pareciera
que nada nuevo queda por agregar, ningún ángulo inexplorado. Pero este
personaje resulta original por su voluntad inquebrantable de amor. No se perdió
en la derrota, ni se murió de abandono, ni se suicidó decepcionado. No tomó
veneno como Emma Bovary en la grandiosa novela de Flaubert, aunque es un
personaje similar. Pero al contrario de su trama, aquí el fino cerebro del
científico supo conservar el control y el equilibrio de todos los actos y la
dignidad de seguir viviendo una vida plena.
Y
contarnos todo eso con lujo de detalles.
Germont,
Giorgio: Rayo azul. Editorial
Perfiles 23, México, 2015.
Febrero
2016
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