domingo, 3 de agosto de 2025

Año 52

 


Año 52

 

Por Sergio Torres

 

Cuando niño, la noche y sus demonios se mantenían a raya si subía la sábana sobre mi cabeza y metía los pies debajo de su poder protector. Las sábanas en casa de mi abuela eran de algodón, tal vez de 300 hilos, pero entre el suavizante, la secada al sol y el catre de lona blanca en el que dormía, armaban el efecto de que fueran de 1300 hilos, tejidos por hermosas manos morenas de jóvenes egipcias, en el proverbial calor bochornoso de los veranos de El Cairo (Kamal concuerda conmigo).

Faltan 11 días para concluir el año 52 en esta sexta década de mi vida. En los últimos 468 días, muchas caras familiares han desaparecido de la faz de la tierra para integrarse al eterno flujo de radicales libres surcando el universo.

Ya no está Carlos, con su hermoso cabello rubio, sus ojos azules y su frente altanera. Ya no está don Nacho, mi papá, con su aire festivo y su gozo por el presente. Yo no está la Cande, mi tía, y la orfandad se siente pesada, a despecho de mi edad, madurez y grado de iluminación con tan pocos watts.

No hay sábana que me cubra de los monstruos reales que me rodean siempre están aquí el deterioro natural de las cosas, la enfermedad, la muerte. Ninguna vista como una tragedia sino como un cambio dramático en el curso de los eventos.

Inesperada, la noche se viene demasiado pronto para mí, que amo la luz más que nada, preferentemente, detrás de una cortina de nubes que corren ligeras derramando bendiciones bajo el cielo.

Los días corren, imbatibles, la vida se consume en latidos, los que más disfruto son aquellos que se convierten en horas de hacer música con los críos, y en hacer show para entretener a bohemios nocturnos.

Amo estar vivo, claro, con una fuerza de la que, en otros momentos, me he sentido absolutamente incapaz. Amo la convivencia con mis alumnos y mis compañeros maestros y músicos.

No soy una persona fácil, no me interesa serlo, pero soy leal. Con esto, acepto lo que la convivencia depara como producto natural de las diferencias aparentes.

Que el amor nos salve. Que la vida nos inunde.

 


Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

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