domingo, 12 de mayo de 2019

Mayra Hernández, Azalia Pinto y Eileen Martínez entrevistan a Alfredo Espinosa

Alfredo Espinosa, entrevista

Por Mayra Hernández, Azalia Pinto y Eileen Martínez

Noviembre 2000. La primera pregunta es si cree usted que exista literatura chihuahuense.
Espinosa: Bueno, literatura chihuahuense se puede tomar de dos modos. La literatura que escriben los chihuahuenses o la literatura que coincide con algunos aspectos globales, temáticos, de los chihuahuenses. El primer aspecto de que si existe literatura chihuahuense, por supuesto que es afirmativo: existen varios escritores chihuahuenses que han venido formándose para poder ya hablar de un movimiento, de una cadena de tradición de la literatura chihuahuense, que se inicia muy probablemente con Martín Luis Guzmán, luego Rafael F. Muñoz, esos dos escritores. Martín Luis Guzmán nació en Chihuahua, aunque solamente estuvo en estas tierras muy poco; después se fue al Distrito Federal y allá hizo tierra adoptiva. Sin embargo él vuelve a Chihuahua a visitar en algunas ocasiones al general Francisco Villa y posteriormente escribe o da forma de libro a las Memorias de Pancho Villa, un libro fundamentalmente para el conocimiento de la Revolución y de los chihuahuenses. Y luego está Rafael F. Muñoz, chihuahuense, que escribe sobre aspectos de la Revolución, escribe con una pluma elegante, no tanto como la de Martín Luis Guzmán pero sin embargo es uno de los escritores verdaderamente importantes. Después vienen dos grandes figuras de la literatura chihuahuense, uno más historiador que literato, don Francisco R. Almada, y el otro más literato que historiador, José Fuentes Mares. Tienen pugnas porque en uno, en Almada, es más fuerte su visión histórica y prefiere la objetividad, si esta existe, en la narración de los hechos, pero al narrar históricamente disminuye su capacidad literaria. Sucede lo contrario con Fuentes Mares, que narra un relato histórico que gana elegancia literaria. Esos dos.
Después de ahí sobreviene una especie de vacío en tanto a figuras de magnitud como las que he mencionado, sin embargo, sigue habiendo personalidades que siguen escribiendo libros importantes. Vuelve otra vez a tener una gran relevancia la literatura cuando los que ahorita tienen aproximadamente 55 años, la generación pre-68, digamos, que empiezan a destacar e intentan tener una presencia. Esta es una vertiente de la literatura escrita por chihuahuenses muy interesante, son aquellas que habiendo nacido en Chihuahua en la década de los cuarentas, ante la aridez cultural y educativa que tenía nuestro estado, saltan las trancas, se van la mayoría de ellos al Distrito Federal y ahí continúan sus estudios universitarios o preparatorianos,algunos de ellos y ahí se forman como escritores. Ahorita son grandes literatos, en ese caso están Carlos Montemayor, Víctor Hugo Rascón Banda, Ignacio Solares fundamentalmente.
La generación que seguimos, nos parece que también estamos dando lo nuestro pero ya desde el estado de Chihuahua. Esta generación de los chihuahuenses que escriben desde Chihuahua son poetas y literatos; entre los poetas se encuentran Jorge Humberto Chávez, Ricardo Morales. Entre los literatos, hay un novelista en Juárez que se llama Willivaldo Delgadillo y por acá en Chihuahua están Enrique Servín como poeta, Rogelio Treviño y, fundamentalmente, Alfredo Espinosa. Esos somos los que tomamos la estafeta de estos escritores que viven el Distrito Federal siendo chihuahuenses.
Hay otros escritores que nos siguen a nosotros ya con una obra incipiente pero muy interesante en cuanto a su capacidad de posteriores expresiones, de tal manera que hablamos desde Martín Luis Guzmán hasta las generaciones jóvenes de un eslabonamiento de intereses literarios con libros importantes. Entonces de esa manera podemos decir que hay una tradición viva de literatos de Chihuahua que están haciendo la literatura.
La otra parte de la pregunta es: ¿existe una literatura chihuahuense? Existen términos de los escritores y pudiéramos elaborar una teoría que seguramente ustedes tendrán que desarrollar con mayor profundidad, el hecho de que existen temas que muchos han tocado o han ido tocando ¿cuáles son los temas?
El primer tema que se tomó fue el de la Revolución. La Revolución nació aquí, aquí se desarrolló y aquí se perdió, ese es un gran tema que fascinó a los escritores de la década de los veintes a la década de los cincuentas, sesentas. Otro tema ha sido el paisaje desértico; Chihuahua tiene tres tipos de paisajes: la sierra, el desierto y la llanura, sin embargo es el desierto el que ha generado mucho mayor propensión literaria, el desierto. El paradigma del escritor que ha escrito sobre el desierto es Jesús Gardea. Él inventó un pueblo de ficción que se llama Placeres y yo inventé otro en el desierto que se llama Albores. Ambos, Gardea y yo, somos de Delicias, los dos vimos un desierto, un paisaje desértico, árido, muy intenso, que albergó nuestra infancia y que seguramente eso tiene que ver con los libros que escribimos posteriormente. Es Jesús Gardea quien empieza a ver el sol, a sentir su gran necesidad de ver el desierto. Jesús Gardea es el prototipo de las personas, de los literatos que hablan del desierto.
Luego viene otro tópico, otro interés de los literatos chihuahuenses que es la ciudad. La ciudad y la frontera, son los grandes temas de la frontera. Como ejemplo está Willivaldo, que hace una novela en donde ya no se remite a lo fronterizo en término de El Paso o de Juárez, sino que lo fronterizo a otros niveles, al nivel del lenguaje, al nivel de la globalización, otro tipo de frontera, pero frontera en fin. Otros nos remitimos a las ciudades más reales. Por ejemplo yo en Obra negra describo la ciudad de Chihuahua y los sucesos que aquí  acontecen.
Esos son los grandes temas: revolución, desierto, frontera y ciudad.
Y por supuesto, el gran tema inevitable de cómo todo esto repercute en mí como escritor, como persona, y en los otros que soy yo, de qué manera los ve la literatura los explora, los analiza, los describe.
—Nos han dicho que para lograr la universalidad se necesita escribir de lo que uno vive, de lo que uno tiene alrededor, ¿usted cree que sea eso cierto?
Espinosa:
—Es cierto. Para ser universal hay que profundizar la regionalidad y para ser un buen escritor se necesita escribir primero de sí mismo, luego sobre su entorno más próximo, luego sobre su ciudad y luego sobre su país, es decir, la mejor escritura es aquella que va del centro de la periferia, a través de círculos concéntricos. Si usted observa de Joyce, es un irlandés que escribe de Irlanda, escribe de Dublín; Faulkner escribe sobre los ranchos sureños de Estados Unidos y con quien va escribiendo a excepción de esa grandeza llamada Shakespeare, que siendo inglés escribe sobre Venecia sin haberla conocido, pero bueno, esas cosas son excepciones. Los escritores escriben sobre lo que están viviendo, la gran literatura no está en conocer el mundo sino asomarse en sí mismo, esa es la gran literatura, es la que yo creo; nosotros, cada uno, somos un manual de asombros, hay que descubrirlo.
—Nuestra siguiente pregunta es qué piensa usted de los escritores que nacieron aquí pero que se han ido al centro del país. En esta pregunta ha habido mucha diferencia de opiniones, algunos han dicho que es necesario salir de Chihuahua para poder conocer otros lugares, otros ambientes y poder escribir sobre Chihuahua, y otros nos han dicho lo contrario que no hay ninguna necesidad.
Espinosa:
—Yo estoy a horcajadas en esos dos posibles caminos. Viví parte de las circunstancias que seguramente vivió la generación que me precede, ellos vieron muy desértico el panorama, no solamente cultural. Eran jóvenes, chavos, así como ustedes, lo que importaba en esos momentos es la cuestión académica, la formación académica, seguramente vieron una universidad muy endeble, vieron las posibilidades laborales en lo humanístico muy empobrecidas, se fueron al Distrito Federal, la mayoría de ellos entendía así el contexto. Claro, es necesario salir, buscar una mejor oportunidad a las inquietudes personales. Viví otras circunstancias que también me hicieron ir a parar a la ciudad de México, durante ocho años, donde estudié psiquiatría y psicoanálisis. Allí me formé como escritor, empecé a publicar. Esos años me fueron muy importantes porque, como dices, se conocen muchas cosas, ahí fui periodista, me dediqué a escribir reseñas, leí mucho, en fin, esos años formativos fueron muy importantes, seguramente entiendo por qué algunas personas dicen que no es necesario salir, yo sigo considerando que todo escritor, todo artista, tiene que salir, buenos años de su vida tiene que pasarlos fuera.
Todavía no me resigno a estar aquí, yo todavía quiero vivir en Paris, porque lo conocí, que me enamoré de él y quiero vivir allá ¿no? Por lo menos un año. Creo que es necesario salir, como un artista, sin embargo nosotros no tenemos la necesidad, como la tienen por ejemplo los artistas visuales, que necesitan ver museos; un pintor que no conoce el Louvre, que no conoce el Del Prado, que no conoce las grandes exposiciones de Bellas Artes, del museo Tamayo, en fin, que tienen que ver Uno ve los libros, tiene más acceso a los libros, y bueno, por el internet es más sencillo. Sin embargo es necesario tener otras experiencias, no salir a la ciudad de México, pero quizá salir a Temósachic, a El Paso, a Nueva York, no sé, ver otras experiencias, ver otras personas y eso seguramente alimentará su propia poesía.
—Bueno, usted, ¿cómo ve la literatura chihuahuense?
Espinosa:
—La veo bien, yo soy de los escritores que para nada desdeña la literatura chihuahuense. Hay muy buenos libros, algunos de ellos están, deben estar, deberían estar en las mejores jerarquías de la literatura. El federalismo, el centralismo terrible que padecemos, es muy ávido y solamente consume lo que la ciudad de México produce; pero la literatura, la buena literatura se está gestionando en el norte, Monterrey, Sinaloa, Baja California, ahí se está gestionando una gran literatura y eso lo vamos a ver poco a poco. Estos pininos (como la tesis de la que forma parte esta entrevista) que se hacen para conocer un poco la literatura chihuahuense es lo que le va a ir dando una consolidación fuerte; ya no se va a poder ver con tanto desdén como ahora se ve.
—Nos dijeron que literatura chihuahuense, en cuanto a características, la literatura que tenemos puede calificarse como una literatura de la zona norte del país.
Espinosa:
—¿Literatura del norte?
—Sí.
Espinosa:
—Es muy difícil caracterizar a la literatura ¿no? Pero sí hay vasos comunicantes más fuertes entre los norteños que con el centro o con el sur; uno ve la literatura del sur y parece que le están hablando de otros países muy distintos; en cambio, cuando ves literatura del norte, nos hermanan ciertas palabras, porque el estudio del lenguaje que tienen que hacer ustedes es cómo escribimos, qué decimos, no solamente los temas, sino el estudio del lenguaje, instrumento vital para la literatura; por qué utilizamos estas palabras, por qué nuestra sintaxis se construye de ese modo y no de otro. En ese sentido yo veo que si se estudia más el lenguaje, más que los temas, vamos a encontrar más coincidencias y afinidades que nos pueden armonizar como amplia región.
—¿Usted, en su obra, utiliza estas características regionales, tanto de la temática como del lenguaje?
Espinosa:
—Las personas estamos hechas de lenguajes, la palabra de cada uno es nuestra lengua, las palabras que yo utilizo son las palabras con las que estoy formado. Como chihuahuense, utilizo las palabras chihuahuenses, a veces no me doy cuenta, a veces sí, a veces intento disimularlo, encubrirlo con una palabras más elegantes, pero yo sé que hay algo ahí muy chihuahuense; yo para escribir no puedo extenderme mucho, para hablar generalmente soy chihuahuense, aunque ya se me está quintando, porque el chihuahuense es más austero, más reseco, un poco desértico, no tiene la capacidad verbal como para referirse a temas complejos, siempre trata de simplificar: dame la esta para la desta, entonces todo eso hace que una contraparte del lenguaje verbal se de en la escritura. Eso es muy claro en Gardea, por ejemplo. Gardea es puro lenguaje. Si ustedes lo hubieran conocido, se murió hace unos meses, era un tipo parco, austero, amargo, tremendo. Pero es la escritura más elegante que hemos tenido los chihuahuenses, la de Jesús Gardea. Entonces hay que estudiar el lenguaje para poder entender a mayor profundidad lo chihuahuense, en caso de que esa cosa exista.
—Y hablando en cuanto a influencias, ¿cree usted que los escritores chihuahuenses tienen alguna influencia de otro escritor?
Espinosa:
—Todos somos hijos de muchos escritores, nadie puede decir que está creando una obra original, siempre tenemos nuestras raíces, nuestros apegos culturales que se evidencian en la obra, por supuesto, todos somos hijos de algo.
—¿Por qué cree usted que no hay mayor difusión de los escritores de Chihuahua?
Espinosa:
—Por esa indiferencia de la sociedad que no conserva lo nuestro, no lo difunde. Sigue habiendo demasiada indolencia de nuestra sociedad. Además que es una sociedad un poco mojigata, la literatura pretende develar, correr cortinas y ver las cosas con mayor transparencia, nuestra sociedad es una sociedad indudablemente hipócrita, en donde las verdades que se revelan y que no puede tolerar, mejor las encubre y las hace pasar como inexistentes. Mucha de la literatura que se escribe es reveladora y es profundamente perturbadora, por eso, además de que la gente no lee, los poco que leen se asustan con las verdades perturbadoras. Si tú lees por ejemplo Obra negra, que es un libro mío, o la poesía de Gaby Borunda, por ejemplo, algún tipo de letras muy perturbadoras, no la toleran. No hay mucha cultura de la lectura y mucho menos de esa literatura que es incómoda y perturbadora, por eso nuestra sociedad se cierra mucho, debemos de trabajar todos los que estamos en el área de las letras, debemos trabajar para sensibilizar de mejor manera a nuestra gente.
—Bueno y a los escritores jóvenes ¿cómo los ve?
Espinosa:
—Yo creo que hay chavos que van muy bien, Pérez Rembao es un cuate que escribió una novelita muy sabrosa, muy bien hecha, muy bien mordida; Gabriela Borunda es una poeta magnífica, es fuerte, muy intensa, muy perturbadora; hay un chavo que no sé mucho de él pero sé que está haciendo buenas cosas, ahorita no recuerdo el nombre, está en las Cruces.
—Jaime Romero.
Espinosa:
—Sí. También hay una chava que promete mucho, es Maricela Duarte; ella está en Filosofía. En Juárez hay otros, una chava que anda buscando por donde irse, y esa búsqueda me parece interesante, aunque no ha logrado concretarla. La sola búsqueda de otras literaturas es muy prometedora. Me parece que esos son algunos nombres en los cuales va a seguir sosteniéndose, elaborándose esta tradición chihuahuense. Se me olvidan muchos otros nombres, pero digamos que ahí están algunos de los importantes. Y luego aquí hay que acotar el hecho de que en la literatura de los chavos, son más chavas que chavos, uno ve ahorita la literatura de los jóvenes y ve más mujeres que hombres, eso es muy interesante.
—Bueno, ¿cómo ve el desarrollo que se está dando aquí en
Chihuahua de la cultura, si es que se está dando algo importante?
—Espinosa:
Esa la estamos dando nosotros. La burocracia de la cultura, las instituciones culturales que es otro reflejo de la ignorancia de nuestros gobiernos, son muy pobres, el Ichicult es una institución para llorar, una institución que apoya muy poco a su gente, muy enredados, muy burocráticos, muy pendiente de los trabajos que tienen que simular para las instituciones del centro y descuida absolutamente el proceso cultural chihuahuense, en fin, instituciones así no sirven, no son instrumento ni vehículo para el desarrollo cultural. Pero lo que creo es que cada uno de los escritores hace lo suyo por sí mismo, por todos los demás, yo creo que hay una intención de difundir más fuerte los libros por decir aquí estamos, por autoafirmarse como escritores, no sé. Hay un afán por parte de los mismos artistas por hacerse oír, y por quitarse el estigma de que por ser norteño, su trabajo es poco valioso. Yo creo que los poetas y narradores estamos tan convencidos de que podemos hacer realmente obras importantes, que ya no nos asustamos que los defeños son mejores por el hecho de estar allá; el colonialismo del centro ya realmente no asusta, vemos venir escritores del centro absolutamente mediocres, cualquiera puede tener mejor obra, en fin. Yo creo que todos esos fenómenos están ayudando para que haya una mayor autoafirmación de los escritores y nada más necesitamos justamente que también se desarrolle la estructura cultural, gubernamental, para que se difunda más a los escritores.
—¿Cree usted que haya facilidad para publicar un libro?, es decir, mucha gente se dice escritor precisamente porque sacó un folleto, porque está incluido en una antología de poemas o algo así, ¿cree usted que haya facilidad para publicar?
Espinosa:
—Claro, eso se facilita más porque uno mismo puede publicar sus propios libros, pero yo creo que un escritor debe buscar la publicación por casas editoras de reconocimiento, para que le distribuyan los libros. Aquel escritor que esté pensando en escribir para Chihuahua, no es un escritor. Entonces, necesita tener aliento suficiente, para eso necesita producir una obra de prestigio, para que logre esos objetivos con mayor facilidad. Pero por algo se comienza, y se comienza haciendo sus propias ediciones, o gestionando que las ediciones universitarias distribuyan más. O en fin, hay facilidad para publicar ahora en los años recienes, anteriormente no había libros, antes no se editaban libros en Chihuahua. Ahora los edita Jesús Chávez Marín de manera estupenda, la presencia de Marín ha sido, para los escritores, importantísima. También Ichicult está publicando libros, está Ramón Antonio Armendáriz también poniendo su granito de arena, en fin, ahí la llevamos pero se necesita muchas cosas más.
—Por ahí nos dijeron que los escritores jóvenes tienden más a ser como que los divos de la literatura, o sea, que se preocupan más por la apariencia, por ir a presentaciones, por meter un par de poemitas buenos y colarse así a los congresos, ¿cree usted que así sea?
Espinosa:
—Hay mucho de cierto en esto, nosotros tenemos unas discusiones con los jóvenes porque yo me acuerdo muy bien, como anécdota, que retratan muy bien nuestros temores. Por ejemplo: Jesús Chávez Marín siempre insistía, cuando éramos jóvenes, en que no nos diera temor que nos dijéramos escritores, total ya teníamos uno o dos libros, ya éramos escritores, pero nuestra timidez era tremenda, nos daba mucha pena decirnos escritores; ser poetas, por ejemplo, no podíamos hablarlo así en voz alta “yo escribo poesía” era bien difícil para nosotros y ahora vemos chavitos de 25, 23 años diciendo “yo soy poeta”, yo soy crítico literario” y a mí me asusta ese fenómeno, digo: “hijo, mano que va”, como que la necesidad de autoafirmarse a la generación es tan intensa que los vuelve frívolos. Yo lo veo desde un punto de vista psicológico, lo que puede estar aconteciendo, su necesidad de afirmación es tan imperiosa que no se tientan el corazón para cometer el parricidio, a nosotros, como padres literarios de ellos, nos meten una madrizas duras. Pero uno tolera bien eso porque yo también hice el parricidio con mi padre, que fue Carlos Montemayor, pero ya, el negocio es entre nosotros como decía Witman, como decía Ezra Pound a Witman, tanto que ahora es uno de mis mejores amigos.
Yo aspiro a convertirme en buenos amigos con los que ahora me atacan, sin embargo, ese es el proceso, la autoafirmación de ellos es terrible, es tremenda, los hace mantener actitudes de mucha fatuidad, de mucha vanagloria, al rato no va a ser tanto, o sea, ¿cómo se asientan? Se asientan porque ser un escritor es un compromiso que no cualquiera, es un compromiso brutal, es un compromiso muy serio y no todos lo logran. Ya cuando tengan un hijo, que tenga que chambear dos jornadas y alimentarlo, ahí se complican las cosas y ahí los poemitas ya no vienen como antes, mucho menos las novelas. Entonces eso yo creo que los va a asentar, pero hay mucha autoafirmación desmedida y hay mucha situación de divez que es más bien ridícula, porque ¿quién le pone atención a un escritor en Chihuahua? Si existen, bueno, Es absolutamente ridículo eso, la fatuidad.
—Usted cree que influye, bueno debe influir, el estilo de vida de Chihuahua, ahora en estos últimos 20 años porque, por ejemplo, nos dijeron en una entrevista de que ahora, esto que usted menciona, que hay que trabajar, de que a lo mejor hay que mantener una familia, a lo mejor hay que pagarse los estudios, ya no hay tiempo para escribir, o sea, se necesita mucha disciplina para escribir diario, por decir. ¿Cree usted que sea cierto?
Espinosa:
—Sí, las condiciones de Chihuahua son adversas en muchos sentidos para una persona que tiene intenciones literarias y además tiene deseos de concretarlos, las cosas se le ponen difíciles porque la escritura en general no se paga, y no se vive de eso. Ahora el Ichicult ha estado promoviendo algunas becas, pero son insuficientes. Son demasiados los que quieren escribir y muy pocas las becas. Bueno, en nuestros tiempos no había ni siquiera eso, no había premios, no había nada, se rascaban con sus propias uñas. Las condiciones para un escritor, para un artista, cualquiera que sea, son muy adversas; pero a lo mejor esa adversidad es la que hace salir, hace que uno salga a flote y uno tiene que entender que las cosas son así, que la vocación se persigue hasta donde llegue, se agazape y uno tiene que sacarla a flote. Debemos intentar de que estas condiciones tan problemáticas se modifiquen a tal grado que se vuelvan un aliado de nosotros, que haya becas, que haya difusión, que se publique en los periódicos cuando uno escribe. Yo escribí 10 años en la ciudad de México, bueno, a mí siempre me pagaron, pero a los de aquí, jamás. Esas condiciones deben ser modificadas para que exista un mejor desarrollo del proceso literario chihuahuense.
— ¿Qué opina de los talleres literarios?
Espinosa:
—Opino que son buenos, en un momento, siempre y cuando se tenga un magnífico maestro. En esta autoafirmación de la que hablábamos, muchos jóvenes se atreven a dar un taller: eso es muy peligroso. Puede uno decir: van por un maestro, por alguien que conozca profundamente el tema del que está hablando, y aquí no ha habido muchos intentos. Yo le reconozco, por ejemplo, a Enrique Servín, que es un sapientísimo, uno de los mejores maestros, que ha provocado que muchas generaciones, que una generación, pues, se forme de la mejor manera en la literatura, sobre todo en la poesía. es un tipo diestro, un tipo que maneja muy bien, conoce muy bien la poesía, Bueno, maestros de ese tipo, de ahí en más, muy pocos: José Vicente Anaya que está viniendo ahora en la ciudad de México, muy pocos. Yo mismo, yo, no tengo tiempo, pero si hubiera tenido tiempo lo pensaría dos veces para convertirme en profesor, quizá no tanto por el conocimiento sino por lo delicado que es. Los poetas que se acercan, los primeros tienen dos o tres poemas, se acercan, y uno les dice que están defectuosos, monstruosos, y piensan que, lo sienten como si se lo dijera uno a sí mismo, o al hijo. Un mozalbete no puede meterse a dar talleres, tiene que tener toda una experiencia en el trato con las personas, tener el conocimiento de dónde nace un poema, la profundidad con que nace para tratarlo debidamente ¿verdad? En fin, necesita conocer mucho; hay que tener la experiencia del taller pero hay que tenerla con un buen maestro, yo la tuve con Montemayor, que es un maestro.
—Bueno, ya para finalizar, si habláramos de escritores chihuahuenses, ¿qué nombres nos puede dar?
Espinosa:
—Escritores chihuahuenses, pues mire, hay poetas importantes en la ciudad de Chihuahua, le voy a mencionar algunos: Rogelio Treviño es un poeta importante, Enrique Servín y yo. Esos, diríamos, los poetas, que a mí me parecen importantes ¿no? Ustedes comprenderán que mi modestia no anda bien este día, pero bueno. Luego en Juárez estaríamos hablando de Jorge Humberto Chávez, de Antonio García, quizá el hermano de Jorge Humberto  que se llama Miguel Ángel y Ricardo Morales: me parece que esos de mi generación. Luego hay otros jóvenes, dos allá en Juárez, estamos hablando de poetas de verdad, César Silva y Edgar Rincón y la misma Dolores Dorante en esa generación, que a mí ella no me convence, pero bueno, la búsqueda, va tratando de encontrar algo, ojalá lo encuentre. Acá en Chihuahua, bueno pues ya he mencionado a los jóvenes que yo pienso que pudieran tener buenas posibilidades. Luego hay poetas en Cuauhtémoc, hay uno muy bueno que también va por buen camino, que es José Luis Domínguez. Hay un tipo en Delicias también interesante, se llama, híjole, no me acuerdo, pero me parece que es un tipo interesante. Ahora, narradores, hay un estupendo cronista que es Jesús Chávez Marín, no ha habido mejor cronista que él, por desgracia abandonó un poco la crónica, creo que es el mejor y algún día se le va a reconocer esa parte importante. Luego están los cuentistas, bueno, el mejor cuentista que ha tenido Chihuahua es Jesús Gardea, que vivió en Juárez, hay muy pocos cuentistas chihuahuense. Novelistas hay todavía menos, por ejemplo: Jesús Gardea, Willivaldo Delgadillo en Juárez. Hay un tipo muy desdeñado aquí pero yo creo que es interesante: Isauro Canales, el mismo Pérez Rembao, está Mario Arras que no lo hemos mencionado. Mario Arras ha escrito novelitas, ha escrito poemas; en poesía es un poco mejor. De esa generación casi no hemos hablado pero es una generación con pocos nombres relevantes, pero muy importante porque significó una transición de aquellos grandes hombres de la revolución a estos que se empezaron a integrar en una ciudad que mantenían círculos muy pequeños. En fin, es que hay muy pocos. Rogelio Treviño es un ejemplo de un buen poeta, debido a su condición, quizá poco reconocido pero me parece un buen poeta.
Noviembre 2000

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