sábado, 4 de mayo de 2019

Viviana Mendoza Hernández. Un poco de mi camino a Donde el perdón no llega

Un poco de mi camino a Donde el perdón no llega

Por Viviana Mendoza Hernández

Casi amaneciendo y avergonzada de no haber escrito más en este espacio que me ha ofrecido alguien que sabe lo difícil que es iniciar un texto, crearlo y corregir y apoyar a otros escritores. Confieso que hace meses debí empezar a escribir acerca de esta experiencia, de cómo se puede encontrar uno con un libro que cree haber leído por ojear los borradores, fragmento a fragmento, y se encuentra con un algo diferente, con su propia realidad, aunque haya estado en comunicación constante con su autor y compartido con él datos de la "realidad" de México.
Me siento como la persona que ve un pedazo de tronco mientras el artesano observa en él a un alebrije y le dedica horas a "liberarlo" mediante el tallado de la madera y la elección de los colores adecuados. Verlo trabajar para que cada pieza encaje correctamente, notar cómo los colores transforman la madera, ir descubriendo lo que el creador busca en un material "común" y finalmente sentir el asombro por el resultado final. Una criatura hecha de fragmentos de sueños. El México donde los personajes de esta novela viven, aman, sufren, odian y se encuentran con un destino.
Reencontrarme con ellos fue extraño. Eran y no eran los personajes que conocía desde años atrás. Las partes que "me perdí", porque Ángel tenía otros (y mejores) asesores o ideas, fueron un alto a la lluvia de recuerdos que  tenía de ese viaje mental que comenzó con un pequeño hilo acerca de unos sucesos en una hacienda, una conversación de hace aproximadamente 8 o 9 años. Me doy el lujo de decir que el escritor Ángel Vela teje sus historias con una dedicación obsesiva, busca, consulta, piensa, escribe, repiensa, borra, reescribe, escribe más "porque el personaje lo pidió" y vuelve a revisar lo que escribió para volver a consultar, revisar y pedir a quien pueda mejorar lo que tiene, que lo revise de nuevo. Todo eso antes de pedir a una correctora profesional que lo revisara y "diera una buena poda".
Eso "se supone" que debe ser el proceso de todo escritor que ama lo que redacta. Es un ejemplo de lo que quisiera lograr como escritora en cuanto a disciplina, pero el trabajo supera ese punto cuando pienso en el resultado final. La mexicana, como fue conocida la novela antes de publicarse, una historia que se vive en el México de un español que todavía no viaja personalmente por estas tierras tan violentas como la historia que narra; violencia donde también se puede notar la tristeza, la lealtad, la amistad y la fuerza que dan algunos lazos. Gran parte del reflejo en la sensibilidad de un escritor que se convirtió en artesano al perseguir su sueño. Ver publicada la novela que ya llegó a México y está a la venta por internet, acercándose a la tercera edición pocos meses después de haber abierto la caja de la primera.
Mientras escribo trato de recordar todos los videos compartidos en noches como esta: escenas de películas de Joaquín Cosio, intercalados con juegos de fútbol, documentales acerca del tequila, artesanía mexicana, fiestas, notas periodísticas. Horas en que ya no sabíamos quien se estaba desvelando con la diferencia horaria entre España y México  (7 horas) mientras compartíamos datos y anécdotas de otras personas que "en ese entonces" solo conocíamos unos cuantos. Todo para completar un texto de 363 páginas que no creo que alguien pueda tardar un año en leerlo (página por día), porque la historia no va a soltarlo hasta no haber contestado estas dudas iniciales: ¿Qué tienen en común un violento ex convicto que sobrevive en Jalisco haciendo lo único que se le da bien y una viuda que vio asesinar a sus hermanas y que lucha a diario por alimentar y proteger a sus hijas en un entorno tan hostil y cargado de peligros que llegar vivo al final del día se podría considerar un triunfo?
Voy a dejar este texto así, porque, además de que necesito dormir y de que mis neuronas quieren irse de huelga, debo aceptar que mi ego se alimenta con la idea de haber estado en parte del proceso creativo de un escritor que logró algo tan bueno en la primera novela que lleva a la editorial, habiendo participado en concursos y antologías de cuentos y teniendo otra novela internacional "en el tintero" desde más tiempo antes. Fue una lección múltiple acerca de lo que es la escritura, lo que valoro de mi país a pesar de que muchas cosas de las platicadas (presumidas) no aparecen y que, por una casualidad, mi ejemplar del libro llegó cuando estaba la exposición La piel del alebrije en el Centro de Desarrollo Cultural en octubre pasado, víspera del Día de Muertos, puedo aprovechar para decirles que una de estas criaturas  también es parte de este camino narrativo a Donde el perdón no llega




Viviana Mendoza Hernández es licenciada en letras españolas por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Escritora, periodista y fotógrafa, ha publicado la novela Buscando una vida normal y numerosas colaboraciones literarias en varios medios. Actualmente es reportera de El Devenir de Chihuahua.

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