sábado, 29 de febrero de 2020

Alberto Carlos. Oficialitis aguda

Arte de Alberto Carlos

Oficialitis aguda

Por Alberto Carlos

Para intercomunicarse, las autoridades de Educación Pública y los directores de escuelas es tal el ir y venir de oficios, que ya parece oficialitis aguda.
En una supuesta campaña exterminadora de insectos dípteros múscidos, comúnmente llamados moscas, cuyas siglas serían PMM (plan mosquita muerta), después del primer oficio con su rollo de considerandos y el instructivo anexo recibido por un director de primaria, previa inauguración del PMM con honores a la Bandera y la presencia del inspector de la zona para dar el primer matamoscazo, continuaría la cadena de oficios ad eternum.
Una vez puesto en marcha el PMM, el director rinde su primer informe semanal por medio de un oficio, dando el número aproximado de moscas muertas. Para pronto, recibe un nuevo oficio conminándolo a ser más exacto, pues se trata de datos que requiere el Departamento de Estadística, según lo estipulado en el inciso “d” del instructivo.
El director, que ya está hasta el gorro de oficios que en fila india le siguieron llegando, referentes a los incisos “e”, “h”, “m”, “p” y “z” del instructivo, sobre cantidades, métodos empleados, etcétera, se avienta un informe con pelos y señales. A ver si ya...
C. Jefe de la Comisión Coordinadora (no la disidente, claro) del PMM presente:
Cumpliendo con lo estipulado en el instructivo del PMM, y conforme a lo requerido por medio de los oficios de fechas 9, 14, 17, 24 del mes próximo pasado y 4 y 13 del presente, y considerando, etcétera. (Omitimos esta parte por ser muy larga). Informo a usted lo siguiente:
En el plantel a mi cargo, se llevó a cabo el proceso de exterminio de moscas (a los niños no les mencionamos lo de insectos dípteros múscidos, porque todavía no dominan bien las esdrújulas. Además podrían creer que se trata de tres cosas distintas, cuando es una sola verdadera) con los siguientes procedimientos: aerosoles, mieles-veneno, papel pegosteoso e instrumentos de plástico llamados comúnmente “matamoscas”.
Con aerosoles se reportaron 485 muertes por inhalación, 214 atarantadas, habiendo escapado 48 por los vidrios rotos de las ventanas.
Con el sistema de mieles se obtuvieron 269 cadáveres por intoxicación, según autopsias, reportándose además 132 con síntomas graves de envenenamiento que difícilmente sobrevivirán. (Hacemos la aclaración de que este sistema es el menos efectivo, tal vez porque ha corrido mucho la voz tocante al bello poema: “A un panal de rica miel...”)
En el papel con adhesivo quedaron atrapadas 311 y 155 con muy pocas probabilidades de zafarse. Mediante un gran esfuerzo lograron evadirse únicamente 17, dada su constitución atlética y su instinto de supervivencia.
Con el procedimiento de matamoscas de mano se logró el mayor éxito, debido al entusiasmo con que los educandos asesinaron moscas repartiendo papirotazos a diestra y siniestra, demostrando un espíritu cívico y una puntería admirables.
Lograron la cifra récord de 2,270 occisas, 912 heridas y 375 desaparecidas: estas últimas entre el pelo de algunas niñas y niños, en las rajaduras de los mesabancos y en los refrescos ingeridos por los alumnos durante la masacre. Unas pocas, que cayeron dentro del escote de algunas maestras, no se contabilizaron por razones obvias, no obstante que algunos alumnos se ofrecieron para hacerlo, cosa que no se les permitió, por no venir estipulado en el instructivo.
Lograron escapar de la hecatombe nada más veinte moscas que, muy astutas se camouflagearon en los pizarrones donde nadie las vio, o se hicieron las occisas y salieron volando a la hora del conteo: de estas últimas, 8 fueron despanzurradas a mano por los escrutadores que las pescaron a vuelo.
A las fugitivas ya se les persigue por el rumbo de las canchas, en donde se han refugiado entre los sicomoros.
Total de moscas muertas: 3,793
heridas, atarantadas, etcétera: 1,413
desaparecidas: 375
fugitivas: 79
Atentamente:
Por la educación al servicio del pueblo.

Abril 1981



Alberto Carlos. Artista nacido en Fresnillo, Zacatecas, avecindado en Chihuahua desde la infancia. Con medio siglo de trayectoria, su vasta obra mural, escultórica y de caballete abarcó una diversidad de técnicas y temáticas. Su natural inquietud y amplia cultura lo llevó a incursionar en la literatura y el periodismo, en géneros como la poesía, el cuento, el ensayo, la calavera, el epigrama y la columna, los cuales publicaba en periódicos como el suplemento Tragaluz de Novedades de Chihuahua, El Heraldo de Chihuahua, y en las revistas Tarahumara y Solar.

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