Arte de Alberto Carlos
Oficialitis aguda
Por Alberto Carlos
Para intercomunicarse, las autoridades de Educación
Pública y los directores de escuelas es tal el ir y venir de oficios, que ya
parece oficialitis aguda.
En una supuesta campaña exterminadora de insectos
dípteros múscidos, comúnmente llamados moscas, cuyas siglas serían PMM (plan
mosquita muerta), después del primer oficio con su rollo de considerandos y el
instructivo anexo recibido por un director de primaria, previa inauguración del
PMM con honores a la Bandera y la presencia del inspector de la zona para dar
el primer matamoscazo, continuaría la cadena de oficios ad eternum.
Una vez puesto en marcha el PMM, el director rinde su
primer informe semanal por medio de un oficio, dando el número aproximado de
moscas muertas. Para pronto, recibe un nuevo oficio conminándolo a ser más
exacto, pues se trata de datos que requiere el Departamento de Estadística,
según lo estipulado en el inciso “d” del instructivo.
El director, que ya está hasta el gorro de oficios que
en fila india le siguieron llegando, referentes a los incisos “e”, “h”, “m”,
“p” y “z” del instructivo, sobre cantidades, métodos empleados, etcétera, se
avienta un informe con pelos y señales. A ver si ya...
C. Jefe de la Comisión Coordinadora (no la disidente,
claro) del PMM presente:
Cumpliendo con lo estipulado en el instructivo del PMM,
y conforme a lo requerido por medio de los oficios de fechas 9, 14, 17, 24 del
mes próximo pasado y 4 y 13 del presente, y considerando, etcétera. (Omitimos
esta parte por ser muy larga). Informo a usted lo siguiente:
En el plantel a mi cargo, se llevó a cabo el proceso de
exterminio de moscas (a los niños no les mencionamos lo de insectos dípteros
múscidos, porque todavía no dominan bien las esdrújulas. Además podrían creer
que se trata de tres cosas distintas, cuando es una sola verdadera) con los
siguientes procedimientos: aerosoles, mieles-veneno, papel pegosteoso e
instrumentos de plástico llamados comúnmente “matamoscas”.
Con aerosoles se reportaron 485 muertes por inhalación,
214 atarantadas, habiendo escapado 48 por los vidrios rotos de las ventanas.
Con el sistema de mieles se obtuvieron 269 cadáveres
por intoxicación, según autopsias, reportándose además 132 con síntomas graves
de envenenamiento que difícilmente sobrevivirán. (Hacemos la aclaración de que
este sistema es el menos efectivo, tal vez porque ha corrido mucho la voz
tocante al bello poema: “A un panal de rica miel...”)
En el papel con adhesivo quedaron atrapadas 311 y 155
con muy pocas probabilidades de zafarse. Mediante un gran esfuerzo lograron
evadirse únicamente 17, dada su constitución atlética y su instinto de
supervivencia.
Con el procedimiento de matamoscas de mano se logró el
mayor éxito, debido al entusiasmo con que los educandos asesinaron moscas
repartiendo papirotazos a diestra y siniestra, demostrando un espíritu cívico y
una puntería admirables.
Lograron la cifra récord de 2,270 occisas, 912 heridas
y 375 desaparecidas: estas últimas entre el pelo de algunas niñas y niños, en
las rajaduras de los mesabancos y en los refrescos ingeridos por los alumnos
durante la masacre. Unas pocas, que cayeron dentro del escote de algunas
maestras, no se contabilizaron por razones obvias, no obstante que algunos
alumnos se ofrecieron para hacerlo, cosa que no se les permitió, por no venir
estipulado en el instructivo.
Lograron escapar de la hecatombe nada más veinte moscas
que, muy astutas se camouflagearon en los pizarrones donde nadie las vio, o se
hicieron las occisas y salieron volando a la hora del conteo:
de estas últimas, 8 fueron despanzurradas a mano por los escrutadores que las
pescaron a vuelo.
A las fugitivas ya se les persigue por el rumbo de las
canchas, en donde se han refugiado entre los sicomoros.
Total de moscas muertas: 3,793
heridas, atarantadas, etcétera: 1,413
desaparecidas: 375
fugitivas: 79
Atentamente:
Por la educación al servicio del pueblo.
Abril 1981
Abril 1981
Alberto Carlos. Artista nacido en Fresnillo, Zacatecas,
avecindado en Chihuahua desde la infancia. Con medio siglo de trayectoria, su
vasta obra mural, escultórica y de caballete abarcó una diversidad de técnicas
y temáticas. Su natural inquietud y amplia cultura lo llevó a incursionar en la
literatura y el periodismo, en géneros como la poesía, el cuento, el ensayo, la
calavera, el epigrama y la columna, los cuales publicaba en periódicos como el
suplemento Tragaluz de Novedades de Chihuahua, El Heraldo de
Chihuahua, y en las revistas Tarahumara y Solar.
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