viernes, 14 de febrero de 2020

Alberto Carlos. Pronósticos políticos

Arte de Alberto Carlos

Pronósticos políticos

Por Alberto Carlos

Mi compadre Nacho, metido en la polaca desde que Fidel Velázquez era aprendiz, dice que ahora sí se le hace.
No he podido sacarle nada sobre en que se le hará porque, dice con cierto misterio, si la suelta se quema.
Mi compadre Nacho es un optimista de tiempo completo, incluyendo los domingos y días festivos, menos el primero de mayo, pues ese día guarda el optimismo para desfilar con gesto fiero y puño levantado, de acuerdo con la solemnidad proletaria del caso.
Cada sexenio mi compadre dice lo mismo y yo no le he visto nunca agarrar nada, como no sean unas guarapetas correspondientes a comelitonas oficiales a donde asiste con regularidad cronométrica, sin perderse una sola.
En otras palabras, mi compadre Nacho es un eterno tapado a nivel de canchanchán, porque hasta la fecha no lo ha destapado nadie para nada. El tapadismo, aclaro, no es nada más en la de arriba. Se da en todos los niveles, desde el aspirante a elevadorista, hasta el aspirante al último piso nacional.
En cambio, mi compadre es un destapador eterno. Con tantos sexenios en la polaca, según él, se las sabe de todas todas y no le falla.
Cada final de sexenio hace retratos hablados del bueno, hasta con lunares y el número que calza, adelantando en mucho a los politólogos de carrera. En la recta final, cuando la caballada se la juega por una nariz, se da el lujo de soltar el nombre del mero, mero, con la seguridad de un oráculo de Delfos.
Su técnica es insuperable: hace una lista de los del gabinete y otra con igual número de cuates. A cada cuate le suelta, confidencialmente, el nombre de un ministro y espera...
En la pelea pasada (¿cuál pelea?) me dijo que el seguro era Moya Palencia, y cuando resultó ser López Portillo le reclamé.
—No, compadre, te lo dije para despistar, porque tú eres muy lengua floja y nos quemas. Pero pregúntale a fulano, a él sí se lo dije por la discreción irrestricta de confiable confidente y disciplinado compañero de partido.
Efectivamente, a fulano le había dado el nombre de J. L. P. Repartió nombres entre presuntos indiscretos y nada más al muy discreto le tocó el bueno.
Así es mi compadre Nacho: ¡no le falla! aunque siga él mismo sin que nadie, por el amor de Dios, lo destape, a pesar de pertenecer al PRI desde que este se llamaba PNR y a la CTM sin ser trabajador de nada.
No sea malo, don Fidel, ya jálele la capucha a mi compadre. No sabe hacer nada, pero eso no es necesario, ¿o sí?




Alberto Carlos. Artista nacido en Fresnillo, Zacatecas, avecindado en Chihuahua desde la infancia. Con medio siglo de trayectoria, su vasta obra mural, escultórica y de caballete abarcó una diversidad de técnicas y temáticas. Su natural inquietud y amplia cultura lo llevó a incursionar en la literatura y el periodismo, en géneros como la poesía, el cuento, el ensayo, la calavera, el epigrama y la columna, los cuales publicaba en periódicos como el suplemento Tragaluz de Novedades de Chihuahua, El Heraldo de Chihuahua, y en las revistas Tarahumara y Solar.

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