sábado, 27 de diciembre de 2025

Por ti me convertí en una asesina de cangrejos

 


Por ti me convertí en una asesina de cangrejos

 

Por Guadalupe Ángeles

 

Tú no creías que ese animalillo iba a pasar de largo sin tomar en cuenta a dos embriagados que abusaban de la madrugada, llenándose del placer que solo otorga el mar, pronunciando palabras como quien elabora un conjuro, vaciando de soledad las horas, llenando de nuevas experiencias los sentidos. Éramos para él los asesinos, vaya si lo sé, yo misma le di muerte, y no me da vergüenza decirlo: por ti me convertí en una asesina de cangrejos. Era tanto lo que debíamos darnos, según yo, que una muerte no era nada, aparte, el pobre no tenía ninguna esperanza: entrar en tu campo visual y perder para siempre lo que hasta entonces era su vida fue lo mismo.  

Está de más decir que no cumplí la promesa de leer todo cuanto hubiese sobre los cangrejos, no fue mucho lo encontrado, mi búsqueda me llevó a saber que viven en las profundidades, que no les tienen miedo a los abismos, y lo que de noche se escucha cuando te acercas al océano es su correr apresurado sobre el lecho del mar, donde van y vienen inventándose tal vez vidas que es mejor no conocer. Que hay varias especies, eso lo sé, y no me hizo daño saberlo, como tampoco besarte aquella noche, cuando cubrimos de oprobio a la tristeza, inventándonos como si acabáramos de nacer, a la orilla de audacias que tal vez no volvamos a visitar, simplemente por el miedo a romper la frágil membrana de la cordura. 

Quién soy ahora. No me lo quiero preguntar de veras, no me interesa saberlo, luego de probar la sangre del cangrejo, de escupir contra las olas del mar nocturno su esqueleto, no me queda nada por sentir, ni quiero. (Porque estuve en esa habitación, donde aprendiste a morir bajo el hechizo que no imaginaste, simplemente llegó, como las estaciones, y como el mar nos acarició despacio, violentamente). 

 Aprobarías esta manera cruel de ver las cosas, o no, no sé si habré de saberlo, siempre he hablado para alguien, ahora era para ti, pero si no escuchas, decirle al viento que fue tan deslumbrante el encuentro, o que muchas veces tengo ganas de morir no viene para nada al caso. 

Dentro del mar, aquella tarde clara, y luego el ahogo. ¿Tendría que contarte lo que ya sabes? Quizá piense, como siempre, en abrir puertas, te pediría que lo hicieras ahora, y me recibieras en donde tú eres nada más tú y ninguna otra cosa, ni fantasma de futuro, ni visión de otros días que ya se ha tragado el tiempo.

Respeto el talento de quienes pueden contarse nada, a mí me abruma tanto qué quedó por decirse, aunque tú dijeras lo que era preciso cada minuto, con la soberbia soledad montada sobre nuestras espaldas. Sí, ambos éramos solos, ya no teníamos miedo de estar sin nadie. ¿Por qué entonces las olas, el cielo, tu voz, la mía, la madrugada anterior, esa manera nada sutil de hacerme saber que me pertenecías, tanto como yo a ti? Pero vuelvo ya a iniciar el inventario, no tengo remedio.

Tal vez la pregunta es otra: ¿Ha dejado de interesarte la conversación? Esa creo es la ruta, abre pues la puerta, yo estoy afuera, en el umbral, y te juro que ni aunque tuviera millares de girasoles en los brazos tú entenderías las razones por las que estoy aquí, a la espera de tu respuesta. O tal vez lo sabes tanto como yo, y prefieres guardar silencio, ya lo dijo algún poeta: “Si lo que vas a decir no es más bello que el silencio, no lo digas”. (Sigo pues el consejo).

 


Guadalupe Ángeles nació en Pachuca, Hidalgo. Fue directora de la revista Soberbia. Entre sus obras se encuentran Souvenirs (1993), Sobre objetos de madera (1994), Suite de la duda (1995), Devastación (2000), La elección de los fantasmas (2002), Las virtudes esenciales (2005) y Raptos (2009). Ha colaborado en ÁgoraEl FinancieroEl InformadorEl OccidentalLa Jornada Semanal; en las revistas electrónicas nacionales Al margen y Argos y en las españolas: Babab y EspéculoPremio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos 1999 por Devastación. Actualmente reside en Guadalajara.

No hay comentarios:

Publicar un comentario