Penumbra y música
Por Marco Benavides
Nada hacía presagiar que esa noche, entre
volutas de humo de cigarrillo, efluvios de sudor y cerveza, música estridente y
gritos, en una taberna de un puerto del norte de Inglaterra, apenas dos décadas
después de que las bombas alemanas dejaran sus cicatrices, las personas y la
circunstancia habrían de conspirar para dar a luz el fenómeno que sacudiría los
cimientos de la juventud y transformaría la historia del espectáculo. Fue allí,
en ese recinto húmedo cuyas paredes destilaban historias de sensualidad y
desesperanza, donde Brian descendió por los peldaños sin sospechar que se
aproximaba al umbral que partiría su vida en dos mitades.
Dicen que la noche posee una manera peculiar
de revelar aquello que el día encubre celosamente. Lo experimentó Epstein
cuando empujó la puerta y la marea sonora lo embistió con la violencia de una
confesión largamente postergada. Jamás había presenciado algo tan desaliñado y
feroz, tan semejante a un secreto que la ciudad se empeñaba en custodiar.
Frente a él, sobre un tablado, cuatro muchachos tocaban como si nadie les
hubiera advertido de sus limitaciones, como si el mundo entero dependiera de
ese compás preciso, casi insolente, que arrancaba sonrisas a desconocidos. Una
apretada multitud de adolescentes aplaudía y vociferaba en scouse, ese
dialecto del inglés propio de Liverpool, con su cadencia musical y sus giros
idiomáticos intraducibles.
Epstein observó a John Lennon con la
fascinación reservada a los animales salvajes que, aun conscientes de la mirada
ajena, se resisten a toda domesticación. Paul McCartney parecía moverse con una
naturalidad que desmentía su juventud. George Harrison, concentrado, apenas
alzaba la vista, pero su guitarra hablaba por él con áspera elocuencia. Y al
fondo, marcando el pulso, la batería elemental de Ringo Starr convertía la
humedad del sótano en una especie de rito primigenio, con su estruendo
hipnótico y ritual.
A Epstein no lo conmovió únicamente la
música, sino esa energía, la certeza de estar presenciando algo que apenas
empezaba a tomar forma, como el destello que anuncia el incendio. Había cuerpos
apretados, vasos golpeando mesas, risas estridentes, miradas que se cruzaban
sin nombre ni memoria. Todo era caótico, imperfecto, hasta vulgar. Pero bajo el
desorden vibraba una promesa. Una intuición apenas audible que le susurraba que
esos muchachos podían trascender el estatus de grupo de bar; podían convertirse
en un idioma universal, en una gramática compartida por generaciones.
Aquella noche ‒o
lo que restaba de noche cuando Epstein emergió nuevamente a la calle empapada‒ en Liverpool parecía haber cambiado la
temperatura. El puerto seguía ahí, con su olor férreo, salado, y sus sombras
inmortales, pero en el aire flotaba un presentimiento de amanecer. Era el
inicio silencioso de una de las historias más apasionantes del espectáculo: el
punto exacto donde un hombre correcto y cuatro jóvenes desbordados sellaron,
sin saberlo, una alianza que torcería el rumbo de la música popular.
Con el improbable nombre The Beatles,
los cuatro jóvenes irrumpieron como fuerza telúrica en la triste y plomiza
realidad de principios de década, inyectándole una alegría de la que el público
andaba hambriento. Y quizá por eso, aquella noche cada acorde resonó como un
pequeño acto de liberación colectiva. Nadie lo sabía aún, pero ese impulso
inicial ‒frágil, eléctrico, irrepetible‒ empezaba a tejer una complicidad que cambiaría
radicalmente la forma en que el mundo escucharía, sentiría y viviría la música.
"Tengo que mostrar esto al mundo",
pensó Epstein, extático.
Y lo hizo.
Dr. Marco Benavides, 3 diciembre 2025
Marco Vinicio Benavides Sánchez es médico cirujano y partero por la Universidad Autónoma de Chihuahua; título en cirugía general por la Universidad Autónoma de Coahuila; entrenamiento clínico en servicio en trasplante de órganos y tejidos en la Universität Innsbruck, el Hospital Universitario en Austria, y en el Instituto Mexicano del Seguro Social. Ha trabajado en el Instituto Mexicano del Seguro Social como médico general, cirujano general y cirujano de trasplante, y también fue jefe del Departamento de Cirugía General, coordinador clínico y subdirector médico. Actualmente jubilado por años de servicio. Autor y coautor de artículos médicos en trasplante renal e inmunosupresión. Experiencia académica como profesor de cirugía en la Universidad Autónoma de Chihuahua; profesor de anatomía y fisiología en la Universidad de Durango. Actualmente, investiga sobre inteligencia artificial en medicina. Es autor y editor de la revista web Med Multilingua.

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