Cine
Lasc. Fresas salvajes
Por
Esteban Lascano
Fresas salvajes, dirigida por Ingmar
Bergman, de 1957.
Brillante
película que muestra la vida de un viejo de 78 años que había renunciado a su
vida social porque tenía la idea de que todo se reducía a comentar y censurar
el comportamiento de los demás. Iba a recibir un reconocimiento por sus 50 años
como médico, a las 5 de la tarde. Antes quería ir en coche a saludar a su
madre, de 96 años, y se tardaban varias horas.
Su
ama de llaves se oponía a que fuera porque creía que no llegaría a tiempo a la
ceremonia de reconocimiento, el cual había esperado por mucho tiempo, y se
pelea con el señor, que se llamaba Isak.
―Doctor,
si va por tierra en este momento a visitar a su madre, no llegará a tiempo.
Le
insistía que fuera en avión, o no lo apoyaría. Le dice lo egoísta que era, pues
no se preocupaba por sus sentimientos. Pero al final acaba ayudándolo a
preparar las maletas y le hace desayuno en la madrugada. Su nuera Marianne
estaba en su casa porque estaba peleada con su marido Evald, que vivía en Lund;
se despierta y decide acompañarlo.
Antes
de partir, narra un sueño muy extraño que tuvo, en el que hacía su paseo
matinal, pero las casas estaban en ruinas y ve un coche donde se transporta un
ataúd, se atora al chocar con un poste y el ataúd se cae, ve un reloj sin
manecillas; adentro del ataúd estaba él mismo, tomando de la mano a su yo
inconsciente.
En
el camino le recuerda a su nuera que su hijo le debía dinero; ella le reprocha
que no se preocupaba por su hijo, que era egoísta y no le importaba nadie, que
lo ocultaba con buenos modales y caballerosidad. Le reclama con amargura que
cuando la recibió en su casa solo le dijo que no le interesaban sus problemas
conyugales.
Paran
en una antigua casa y a Isak le vienen recuerdos de su juventud, se acuerda de
cuando espiaba a su prima, de la que estuvo enamorado; la veía recogiendo
fresas cuando llega otro primo suyo, queriendo conquistarla. Ella estaba
recogiendo la fruta para la fiesta de su tío Aron. Cuando están en la cena,
unas gemelas dicen haberlos visto a ella y a su primo, Isak estaba pescando en
un lago que había junto a la casa. Entonces la prima se fue a otro cuarto,
llorando donde otra prima suya fue a consolarla.
Decía
que Isak era muy bueno con ella y muy sensible, pero que a veces tenía la
sensación de ser mucho mayor que él, y que Sigfried, el otro primo, era muy
atrevido y guapo. Lo que luego paso fue que al final su prima se casó con Sigfried.
De todos es conocido cómo muchas veces las mujeres prefieren a hombres
vulgares, pero empeñados, en vez de hombres sensibles y tranquilos.
Estando
en sus reflexiones, y Marianne nadando en el lago, Isak se topa con tres
jóvenes, una muchacha y dos muchachos, que iban a Italia. La muchacha decía que
su padre era dueño de la casa y del lago. Ella decía que estaba enamorada de
Anders, pero que Victor estaba celoso. Se veía que se tenían mucha confianza,
formaban un trío muy entusiasta. Se les unieron en el viaje a Lund.
Más
adelante, en el camino, casi chocan con un coche en el que viajaba un
matrimonio, el coche del matrimonio se voltea y eso evita el accidente. Ellos
se disculpan. Los jóvenes ayudan a voltear el auto, pero este no arranca, así
que les piden si los pueden llevar a ellos también. El auto era grande, cabían
todos. La mujer estaba llorando, y su esposo decía que siempre lloraba, el
esposo dice que su mujer era experta en fingir y se pone a humillarla, le dice
que es histérica, y que solo se mantenía con ella porque era católico. Marianne
intenta defender a la mujer, que, tras un rato, empieza a darle golpes a su
marido. Entonces les piden que se bajen, en favor de los jóvenes.
Paran
en una gasolinera donde le reciben con mucho cariño y le piden que no pague,
porque había sido doctor ahí, y muy buena gente.
Comen
en un restaurante, donde Anders y Victor discuten, como decía la muchacha que
acostumbraban, sobre la existencia de Dios. Anders quería ser pastor; sostiene
que el hombre le tiene miedo a la muerte. El racionalismo de Victor era seco
como el polvo. Victor decía que la religión no era más que opio para el pueblo.
Isak y Sara escuchan la discusión, sin ponerse de ningún lado.
Va
a visitar a su madre, con Marianne, y esta le comenta que ya ninguno de sus
nietos iba a visitarla más que para pedir dinero, y que, de sus diez hijos,
Isak era el único que le quedaba. Entonces le muestra juguetes de su niñez;
este ve el reloj sin manecillas y se espanta.
Mientras,
Victor y Anders se habían peleado más en serio, hasta insultarse, y Sara solo
los veía. Isak se pone a cantar una canción y se duerme; vuelve a tener sueños
raros.
En
el sueño aparece su prima, en su antigua casa; le dice que se mire al espejo y
que vea la verdad, que intente sonreír. Luego lo llevan a un examen en el que
lo ponen a ver bacterias en un microscopio y no ve nada; le ponen a leer algo
sin sentido, le dicen que el primer deber de un médico es pedir perdón. Le
muestran a una paciente, que, al principio, él dice que está muerta, pero
inmediatamente empieza a reírse como loca. Luego recuerda que él estaba enfermo
del corazón, y en eso el hombre que le estaba haciendo el examen le dice se le
acusaba de insensibilidad, egoísmo, falta de consideración, y que su mujer
había presentado los cargos. Su mujer ya había muerto.
Entonces recuerda que una vez había visto a su
mujer con otro hombre que la había violentado, y había dicho que, seguramente,
cuando volviera diría que le daba lástima, como si fuese Dios, que le
perdonaría, pero que no sentiría ni una de sus palabras, que estarían vacías, y
que él era frío y podía ser tierno, pero era pura hipocresía.
Cuando
despierta, los jóvenes se habían enterado de su ceremonia y le estaban preparando
flores. Platica con Marianne y le dice que había soñado que estaba muerto,
aunque seguía vivo, y ella le dice que era igual a su marido, porque cuando le
había dicho que estaba esperando a un hijo, y que lo tendría, él le dice que
tendría que escoger entre el hijo y el. Dice que es absurdo traer niños a este
mundo y más absurdo pensar que van a ser felices. Ella le dice que es un
cobarde, y él le responde que sí, que le daba asco la vida y no quería cargarse
más responsabilidades, que deseaba estar muerto.
Ella
deseaba convencerlo y por eso volvía con él a Lund. Llegaron. Los recibieron el
ama de llaves de Isak, que había venido en avión, y Evald. En casa de Evald, él
le dice que verla, a Marianne, era un placer inesperado, y se reconcilian. Se
celebra la ceremonia del doctorado honoris causa por 50 años de servicio.
Asisten los tres jóvenes también.
Vuelve
a casa de Evald y le pregunta Agda, su ama de llaves, si puede tutearse con
ella, pero ella le dice que no. Luego, los jóvenes le cantan a su ventana y el
sueña que ve a sus padres mientras está pescando, tranquilo y feliz.
Esteban Lascano estudia preparatoria en el Centro Educativo
Patria; desde 2015 es un gran aficionado al cine y en Estilo Mápula es autor de la columna Cine Lasc.
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