jueves, 28 de febrero de 2019

Heriberto Ramírez. Luis Nava

Luis Nava

Por Heriberto Ramírez

Estábamos en las primeras clases de filosofía, tal vez era el curso propedéutico, cuando entró de manera un tanto abrupta y empezó a repartirnos en nuestros lugares unos folletos; solo nos dijo “son para que los lean, si quieren los regresan o pueden quedárselos”. El que me tocó a mí era alargado y con un extraño dibujo en su portada, decía algo así como La muerte del general Sabines, si mal no recuerdo publicado por la UNAM. Sin más palabras o comentarios salió del salón.
Por mucho tiempo conservé ese documento con la sensación de que a su interior se extendía un pasaje extraño y misterioso al que periódicamente me adentraba y avanzaba un tanto más cada vez. La poesía me costaba más trabajo de entender en aquel entonces, no podría precisar cuánto tiempo lo conservé ni qué fue de él.
Al maestro nunca tuve la suerte de tenerlo como tal, simplemente me llegaban los comentarios de sus alumnos y de algunas lecturas en las que participaban de autores latinoamericanos. Me llegaban oleadas de recomendaciones de Alejo Carpentier, Vargas Llosa, Roa Bastos, García Márquez, a los que me fui acercando para tener acceso a lo que parecía otra realidad, solo para darme cuenta enseguida que esa era nuestra realidad también, y que la literatura me la mostraba antes que la misma filosofía.
Dejé de saber de él por mucho tiempo, porque al salir de la licenciatura me alejé de la escuela. Un día voy cruzando por el estacionamiento de la facultad y de nuevo me encuentro a este mismo maestro. Con una dosis de arrebato me pregunta “¿quieres dar clases en la facultad?” Después de asimilar con rapidez la sorpresa dije que sí, y enseguida me llevó frente al secretario académico; con un dejo de autoridad le dijo: “Dale esas clases que están vacantes”. Así, sin más, me convertí en maestro universitario. Para entonces, Nava era el director.
Años después coincidimos en la Dirección de Extensión y Difusión Cultural, donde se hacía cargo del programa de cine, luego se sumó al Departamento Editorial, donde ahora somos grandes amigos e inseparables aliados en esta aventura interminable de seguir invitando a la gente a que disfrute el placer de la lectura.


 
Heriberto Ramírez Luján filósofo mexicano redacta la lógica con precisión de cirujano. En sus ensayos y libros de filosofía y también en sus textos literarios. Sobrio y elegante profesor, el estoicismo es divisa de su estética. Y de su gran estilo.

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