miércoles, 6 de noviembre de 2019

Gabriela Borunda. Salmo por una ciudad


Salmo por una ciudad

Por Gabriela Borunda

Para Patricio Martínez [aunque a esta hora ya le queda a cualquier gobernador]

…di que no sabes nada
Cuando te pregunten dónde te duele
y cuando el médico pregunte qué te hicieron
di que no recuerdas nada
aguántate las ganas de llorar

Acuérdate
que nadie sale intacto de aquí
si te han de insultar preferible que te digan puta
y no que te digan pendeja
y si tienes que responder algo
miente
di que fue por amor

Así que no grites
camina por el pasillo sin prender la luz

Elegiste la muerte y yo te la entrego
el camino que andas no lleva a ninguna ciudad

Son tantas las heridas
como recuerdos en un lote baldío

Me tienes en poco
y es cierto que estrechos son los muros de mi

corazón
el territorio de mi existencia se contrae en los

límites del mar
para que él pueda poseerlo
con el simple andar de su mano

En los siglos por venir
me llamaran bienaventurada
cuando miren el rostro y los ojos del hombre que

amo
los jueces dirán:
Ella fue tan dichosa
de gozo fue preñada la luz de cada día

(Penitente aquel otro
que quiso de la vida un duelo
y no hubo quien saliera al paso por su vida)

El hombre que yo amo está todo hecho de mentiras
fielmente sostenidas frente al verdugo
él inventa la paz de mi corazón declarando la

guerra
invade con su reino de sombras el día soleado

de mi pecho
el día soleado entre mis piernas
es un lobo                  una criatura de alas negras
que sobrevuela esta ciudad arrasada y demolida

–aquí hubo un cine                aquí un hotel
aquí estaba el reloj y el tiempo cayó a tierra–

                              Demolición
que duro de maza y hierro tiene esa palabra

Ese hombre se parece a otro hombre que habita

mis sueños
cuyo rostro jamás he visto
su corazón es sombrío y peligroso
semen cargado de sombras
pariré desgracias más que hijos

Él se ha robado un dulce de menta para ponerlo en

mi mano
y en mi boca
y así espantar los poderes del infierno

Soñé una vez que tenía siete hermanos
y morían calcinados por el fuego
vi arder nuestra casa en la distancia

Dealer                 sicario                  ángel
te digo mi ángel

Alguien dice a mi oído soy el diablo
No recuerdas niña que alguna vez me invocaste
Me abrazo a su pecho                      bajo la mirada
y observo su pata de cabra

frías playas de sílice
enfrían mi paso por la arena

Tomados de la mano sobre el puente gritamos
esta es mi ciudad
este es el futuro muerto
asaltado               hecho escombros
esta ruina ya es el mundo de mañana

Nuestros padres salieron muy temprano de la aldea
nos colocaron en el centro y le prendieron fuego
hipnotizado avanzamos                                   nos

arrojamos en su
abrazo
un policía nos detiene

En esta ciudad vigilada por un ángel que nunca

termina de caer
Suspendido en su metálica sangre
de espíritu digital y alas que rechinan
                               ángel verdadero
te arrastras por la calle cuarta y dices
No vayas a verme mi amor
no me veas tal como soy

Yo te dirigía esa mirada llena de insectos
que devoran la ropa
luego avergonzada miraba mis pies y recordaba tu

voz
Cuánto odio que vayas con la mirada en el piso              
la única de las mujeres que conoce su camino
levantaba el rostro y de nuevo la mirada a

recorrerte

Ya sabes que las mujeres maquillamos con plomo
nuestros párpados
para cerrarlos justo cuando un hombre
se vuelve murmullo de nuestro oleaje
No me quedaba más que mirar al techo
tratando de recordar las mentiras del mundo

En el sudor de mis manos temblorosas
se apagan los incendios de la noche
posees niño la prudencia que no quiero

Yo por ti aceptaría que me equivoqué
que la culpa ha sido mía
aunque no posea yo la culpa
porque te amo perdonaría a quienes no amo
Te amo así que mi canto no resuena de naufragios

ni tormentas
ni maldice a mis verdugos
Que otros maldigan mi nombre
para que su amargo lamento dé testimonio
de lo poquísimo que aman                           de lo

poco que han sido
amados
y destile miel nuestro amor

noche fluvial y secreta
yo me pierdo
      me pierdo
             Ay        de tu mano
                          yo me pierdo

(Que juzguen entre tú y yo los días felices que vendrán
pido por juez al canto primero del paraíso

Tu conociste el mar tomado de mi mano
pero no encontrarás en ninguna otra mano el

camino de regreso
porque lenta y ardua es la conquista de la brujería
cada día hay que dominar una nueva bestia
el viento                 las flores               la mar
Los pobres fanáticos de la libertad
son tan solo yerba
hermosos como suele ser cualquier campo de

yerba
desconocen la síntesis de la poesía
para que querría la flor de sauco comprender la

poesía

No encontrarás el mar ni el ovillo del tiempo
aún olvidarás el rostro de tu padre
única salida de este laberinto
jamás podrás mirarte en un espejo

Que juzgue el tiempo tu amargura y el canto de mi

andar
Ay                 perdón                  olvidaba que tú

desconoces el tiempo)



Gabriela Borunda Flores, licenciada en ciencias de la comunicación por la Universidad Interamericana de la ciudad de Chihuahua. Sus poemas iniciaron temas en la literatura que se escribe en Chihuahua, su obra fue viento fresco y renovador en el inicio del nuevo siglo. Ha publicado los libros Biografía de la luz 1993, Balada del silencio 1995, Cíbola cinco poetas del norte 1999, Corazón de Sade 2000, Poemas de ida y vuelta 2000 y Para cantar después de la derrota 2005.

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