sábado, 16 de noviembre de 2019

Alberto Carlos. ¡Nombres, nombres!

¡Nombres, nombres!

Por Alberto Carlos

Los mexicanos, convenencieramente, somos detallistas en algunas cosas y demasiado genéricos en otras. Cuando se trata de narrar a nuestras amistades el viaje a Europa, o a Cancún, les detallamos en soporífera conferencia con diapositivas, películas super 8 y chistes trasnochados, todos y cada uno de los avatares (valga el galicismo) de la suigéneris aventura. Menos mal que, durante la proyección a cuarto oscuro, la parentela y amistades aprovechan para descabezar un sueñito reparador de tan agotante rollo.
En cambio, cuando se trata de dar información a “Lolita” o a los encargados del censo, se nos olvidan los detalles y les disparamos una sarta de generalidades para informar al gobierno, a la manera de Sócrates, que solo sabemos que no sabemos nada.
Si despotricamos contra la corrupción, también lo hacemos en general, tal vez por lo generalizada que está la cosa. En todo caso, por más que de gallola nos griten ¡nombres, nombres!, estos no aparecen por ningún lado. Eso demuestra que la corrupción somos todos, y contra nadie hay pruebas, lo cual demuestra, a la vez, la capacidad del mexicano para taparle el ojo al macho. Se nos puede acusar de corruptos, pero de pendejos nunca.
Cuando una oveja descarriada se nos sale del redil, de la norma, y le da por el detalle dando nombres, (caso Flores Tapia), el asunto se convierte en un best seller de miles de fojas y nos olvidamos del resto para gozar del suspenso contenido en el extraño caso. Como en las películas de episodios, el argumento se alarga y se alarga a cuenta gotas, mientras el grueso de posibles denunciables echa sus barbas a remojar, toma sus providencias para no ser agarrado infraganti, a tal grado, que ya no queda nadie para seguir la racha.
Al salir de lo genérico para entrar en el detalle, como en este caso, y ver el rimero de legajos entre cargos y descargos, no es extraño que se despachen de a uno o dos por sexenio. Si no fuera así, la Pipsa no alcanzaría a surtir de papel a la procuraduría y no habría personal suficiente para atender a la clientela. Por otro lado, pese a la reforma administrativa, los pendientes se acumularían hasta llegar al momento (¿o ya llegó?) en el cual, lo más práctico sería una amnistía general para salir del atolladero. Borrón y cuenta nueva, como quien dice y como hasta la fecha se hace.
Por eso, señores míos, respetable público, lo mejor es no meneallo. Ya ven ustedes como está el Departamento Agrario de rezagos. Así ha de estar también el escritorio de nuestro paisa Óscar Flores Sánchez. (Aquí el Sánchez es muy importante) con unos cuántos casos. Si empezamos a soltar nombres, imagínese a dónde iremos a parar: sería cuestión de inflar la burocracia en forma alarmante para cubrir la demanda. Sería como echarle más pozole al menudo. Sería peor el remedio que la enfermedad.
Con el aumento de personal, según la ley de probabilidades, vendría un incremento en la metida de mano y aumentaría el número de nombres probables. Caeríamos en el cuento de nunca acabar. Así las cosas, compatriotas míos, más vale dejarla como está. Sigamos generalizando, al fin y al cabo las fortunitas y fortunotas formadas a la sombra del peculado, aumenta la cantidad de ricos y, como este mundo es mundo, con el tiempo nos toca a todos. Es cuestión de hacer cola en orden y sin empujones para hacer la América.
A la larga seremos un país de nuevos ricos a punta de amnistías sexenales.
¿Cómo la ven?

Julio 1982



Alberto Carlos. Artista nacido en Fresnillo, Zacatecas, avecindado en Chihuahua desde la infancia. Con medio siglo de trayectoria, su vasta obra mural, escultórica y de caballete abarcó una diversidad de técnicas y temáticas. Su natural inquietud y amplia cultura lo llevó a incursionar en la literatura y el periodismo, en géneros como la poesía, el cuento, el ensayo, la calavera, el epigrama y la columna, los cuales publicaba en periódicos como el suplemento Tragaluz de Novedades de Chihuahua, El Heraldo de Chihuahua, y en las revistas Tarahumara y Solar.

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