Foto Fernando Suárez Estrada
Cuando
El Picacho regaló millones de estrellas... menos una
Por Fernando
Suárez Estrada
El
volcancillo de la Laguna de Bustillos se fue iluminando poco a poco, de abajo
hacia arriba, como si fuera un arbolito de navidad. Aquel Picacho, como se le
conoce en estas llanuras doradas, en una noche oscura como ninguna, regaló al
cielo millones y millones de estrellas refulgentes en una erupción musical,
aleluyesca, teniendo como coro a todos los azorados vecinos del valle de
Cuauhtémoc.
La
última de las estrellas saltó hacia el firmamento pero su travieso brillo la
encaminó a posarse a un lado de la violinista Alma Rosa, quien tocaba todas las
noches en la cima del vecino monte El Duraznito, haciendo soñar a las
románticas parejas que allí suspiraban, destacándose las de atlantes
tarahumaras y alborozados menonitas, de gitanas y cirqueros sin circo, de
chinitos bigotones y mujeres hispano arabescas –de ojazos de calidez
hipnotizante y que los lelos curiosos admiraban en la conocida esquina donde
sus afanosas familias fabricaban los gordos fideos que hacían las delicias de
los habitantes de este mundo de apetitos débiles, exquisitos y engordadores–;
de agraristas y sus compañeras doncellas de hacienda, de pastorcitos ovejeros y
sus prudentes domadoras de potros, de rancheros y sus chispeantes chaparritas
que hablaban cantadito, de morenos ferrocarrileros con sus rizadas maestras de
poesía, de gigantes soldados y deportistas con sus adelitas flacas y
suspiradoras, de tejedores de pelotas para jugar rebote y sus musas
encorbatadas que vendían cigarros y chocolates en medio de los tablones que servían
de bancas en el apretado cine popular; de creyentes y ateos con sus retadores
himnos a la hermandad, del aleteo arrullador de dinosaurios y dinosaurias
voladores...
¿Qué
era aquello?... qué violín de maderas serranas más hechizante, qué manera de
convocar a la fraternidad... Qué alabanza más bella escuchaba de las bocas y
hocicos que le rodeaban:
...más allá de mi mar y mi universo/
de las estrellas y las galaxias/ de lo profundo de la creación/ está una de las
respuestas olvidadas/ por mi humana conciencia/ una alegría que mi paz y mi
dicha desconocen/ en esta dimensión.
Por eso espero en la envoltura de mi
alma/ con paciencia sin fin/ que... por un resquicio del cerebro mío/ se
filtrará algún día el rayo que descubra/ la esencia de esa verdad desconocida!
La
estrellita se sonrojó y lloró de emoción.
Volteó hacia el cielo y dijo a sus hermanas que la veían con asombro:
―De
aquí soy... Aquí me quedo. ¡Cuauhtémoc
es mi mar, mi laguna y mi universo!
El
volcancillo gruñó dulzuras sacudiéndose de satisfacción por lo ocurrido...
Y la
luna llena, brincándose las trancas orbitales, bajó a la tierra y abrazó con
cariño a aquel parpadeante lucero de rancho.
Fernando
Suárez Estrada hizo la licenciatura en periodismo en Escuela de Carlos Septién
García, se tituló con su tesis El espacio
ambiente nos informa, y la licenciatura en derecho en la Facultad de
Derecho de la Universidad Autónoma de Chihuahua, donde se tituló con su tesis Consideraciones generales en torno al
derecho a la información. Es autor de las siguientes obras publicadas: Cuentos tarahumaras (1975), en la
revista Comunidad, editada por la
Universidad Iberoamericana, y los libros Jesusita y otros relatos (2001), Caminos del villismo, de la hacienda de
bustillos a la epopeya” (2005), Milagro
en los alamitos, novela histórica sobre el nacimiento de Cuauhtémoc, Chihuahua (2012) e Identidad cuauhtemense. También es coautor del libro colectivo De San Antonio a Cuauhtémoc, herencia de
grandeza” (2019). Es Notario Público número dos para el Distrito Judicial
Benito Juárez, Patente expedida el 12 mayo 1989.
Licenciado Fernando Suárez Estrada, brillante profesional del Periodismo, Notario Público y Escritor de Obras Literarias como la presente: Cuando El Picacho regaló millones de estrellas... menos una... sobre todo donde dice: ...más allá de mi mar y mi universo/ de las estrellas y las galaxias... Pero, sobre todo, Fernando, un Ser Humano Integral Excepcional; educado con los mayores valores inculcados por sus distinguidos y queridísimos Padres: Alma Rosa y Fernando! Para ti Fernando: mi mayor reconocimiento, admiración y respeto como periodista, Notario Público y Escritor de Obras Literarias. ¡Por la profunda capacidad reflexiva, acertadas y pertinentes comparaciones y la elocuencia de las presentaciones que de Obras Literarias imprimes a la audiencia! ¡Enhorabuena querido Amigo! ¡Sigue brillando e iluminando este Universo que, en su infinita generosidad, Dios nos permite habitar y disfrutar!
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo mi estimada y querida Dra.
ResponderEliminarCorral