sábado, 23 de mayo de 2020

Alberto Carlos. Prenavideñas

Arte de Alberto Carlos

Prenavideñas

Por Alberto Carlos

Alguien me dijo que el hombre es un animal de costumbres. No dijo ese filósofo si lo mismo le da agarrar las costumbres buenas o las malas, según de donde le repiquen más fuerte. Se acostumbra tan fácilmente a la inflación como a la carne asada. Le vale lo mismo agarrar el vicio del tabaco que pegarle con devoción al complejo B. Tanto se acostumbra a la invencibilidad del PRI, como al carisma de Raúl Velasco. En fin...
No sé qué costumbres agarraría el hombre de Neandertal, pero el hombre de México, los mexicanos pues, tenemos cada costumbrita. Un país sin tradiciones como que no tiene personalidad aunque tenga carnet, sin embargo, hay algunas que no lo son y nos las hemos inventado con ese espíritu creativo a nivel pachanguero que nos caracteriza.
Entre estas últimas está la costumbre de las cenitas prenavideñas de grupos más o menos afines por la chamba, el club, la asociación y hasta las enfermedades: la cena de los empleados del banco tal, de los profesores de X, del club de madres de allá, de artríticos unidos, los invidentes, etcétera, etcétera.
Muchas personas, profesores por ejemplo, para poder sostener el punto, dan clases por aquí y por allá; se echan una que otra liebrita en la UACH o viceversa, además pertenece a un club de los muchos que hay y es miembro de un sindicato. Cuando se le vienen encima las consabidas cenas prenavideñas, que generalmente son de coperacha, aparte de quemar el aguinaldo en comelitonas de compromiso, quema el físico a punta de crudas, indigestiones y agruras. Si la señora también trabaja ¡olvídense!, la cosa se pone a la romana, sin cuartel y sin moderación.
No estamos en contra de la convivencia, pero no hay que atacarse. Es bueno el encaje pero tan ancho. Se tiene todo el año para convivir pero no lo hacemos y en unos cuántos días queremos echar afuera toda la inconvivencia acumulada, en un maratón sin medida ni clemencia, como dice la canción. El resultado es un infle tupido, seguido de un desinfle moral y físico por tanta desvelada. A la gastronomía le sucede la gastritis, a las charlas de sobremesa le siguen las quejas de sobrecama, a la abundancia de platillos, la merma en los bolsillos.
Así sucede con el día de las madres, el día del cartero, el día de los compadres, etcétera. Concentramos en unas cuántas fechas todo el faltante humano de un año entero. Es una especie de mea culpa nos damos por satisfechos de haber cumplido y a otra cosa, mariposa. Todos somos culpables y, como tales, pagamos el pecado de abandono con un martirologio disfrazado de regocijo. Las tradicionales cenas prenavideñas vienen a ser una expiación que pagamos con creces justos y pecadores.
Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo, pacientes lectores.
¿Nos echamos un brindis?
Enero 1982




Alberto Carlos. Artista nacido en Fresnillo, Zacatecas, avecindado en Chihuahua desde la infancia. Con medio siglo de trayectoria, su vasta obra mural, escultórica y de caballete abarcó una diversidad de técnicas y temáticas. Su natural inquietud y amplia cultura lo llevó a incursionar en la literatura y el periodismo, en géneros como la poesía, el cuento, el ensayo, la calavera, el epigrama y la columna, los cuales publicaba en periódicos como el suplemento Tragaluz de Novedades de Chihuahua, El Heraldo de Chihuahua, y en las revistas Tarahumara y Solar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario