el poema del domingo
Amo, Señor, la hermosura de tu casa
Por
Alma Rosa Estrada
Amo la
tierra con su manto blanco
y la piedra
escondida entre la nieve;
la selva palpitante que murmura
la eterna sinfonía del misterio;
el dorado matiz de la cosechas,
la selva palpitante que murmura
la eterna sinfonía del misterio;
el dorado matiz de la cosechas,
los colores
del fruto,
la majestad
silenciosa del desierto,
el verdor
ondulante de los campos;
el canto
triste de los arroyuelos,
el
estruendo del río embravecido;
las grutas
subterráneas, el arbusto, la flor; la
maravilla del germen que se multiplica; el árbol con
su abrazo de frescura.
maravilla del germen que se multiplica; el árbol con
su abrazo de frescura.
Amo la mar
inmensa cuando brilla
como un
cristal azul desquebrajado; y las olas
enormes que se estrellan en playas solitarias;
enormes que se estrellan en playas solitarias;
el maremoto
y el volcán y el sismo;
los celajes de púrpura y de oro;
la luz del sol, el fuego y el relámpago;
y la vida increíble de la célula,
el átomo, el microbio,
los celajes de púrpura y de oro;
la luz del sol, el fuego y el relámpago;
y la vida increíble de la célula,
el átomo, el microbio,
los
universos mínimos que bullen
dentro y fuera de seres y de cosas.
Amo el rocío y los vientos cálidos,
los perfumes, las nubes, los sonidos;
dentro y fuera de seres y de cosas.
Amo el rocío y los vientos cálidos,
los perfumes, las nubes, los sonidos;
el olor de
la tierra cuando llueve;
los ojos de
las bestias indomables,
los ojos de
las bestias dominadas;
la música
del canto de los pájaros
en la
penumbra del amanecer;
los
efluvios de paz que nos circundan en las
noches serenas;
noches serenas;
lo que se
siente pero no se palpa;
el vacío sin fin donde caminan
astros y estrellas. Cosmos insondable.
el vacío sin fin donde caminan
astros y estrellas. Cosmos insondable.
Amo, Señor, la hermosura de tu casa. Y amo a mi
hermano el hombre;
hermano el hombre;
su sed de
armonía;
su
inteligencia que escudriña y labra
el
pensamiento que recorre cumbres;
y la
imaginación que crea… y que destruye;
la voluntad que rige los destinos;
la virtud que ennoblece y santifica;
la expresión de los ojos de los niños;
la lágrima que rueda… la sonrisa;
el perdón generoso, la nostalgia;
la voluntad que rige los destinos;
la virtud que ennoblece y santifica;
la expresión de los ojos de los niños;
la lágrima que rueda… la sonrisa;
el perdón generoso, la nostalgia;
el
vulnerable, el tierno y grande corazón del
hombre y su persecución interminable
hombre y su persecución interminable
de la
verdad y de la paz amadas;
su espíritu
inmenso que sostiene
la
eternidad del universo. El hombre,
corazón infinito que ama. Y ama.
Amo a mi hermano el hombre.
corazón infinito que ama. Y ama.
Amo a mi hermano el hombre.
Amo,
Señor, el lugar donde habita tu gloria.
Alma Rosa Estrada Comadurán (1929 – 2000) nació en
Guerrero, Chihuahua, y vivió gran parte de su vida en Ciudad Cuauhtémoc.
Estudió curso comercial en el Instituto América de la ciudad de Chihuahua. En
1993 la UACH publicó su primer libro de poemas titulado Una mujer. En el año 2000 se publicó su segundo libro, llamado Tan cerca de la vida. En 2018 se publicó
el tercero: Una mujer tan cerca de la
vida. En Cuauhtémoc durante algún tiempo escribió y publicó crónicas periodísticas en el semanario La voz de Cuauhtémoc. También fue una
magnífica violinista y compositora de canciones.
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