La
máquina desintegradora
Por
Rubén Alvarado
Un
anciano corre por la acera de la calle, su mirada, que de lejos no ve, lanza
desde la distancia un agudo deseo de llegar. Los que estamos en la fila lo
miramos sin participar en lo más mínimo de sus emociones. El anciano es solo
eso: un anciano. Uno más que podría estar en la fila, adelante o atrás de mí,
esperando como todos. El sentiría lo mismo si se encontrara en esta situación y
mirara correr a un niño hacia acá. Lo aseguro.
El
vetusto ser tarda en llegar, su desesperación va en aumento a cada débil
zancada. Por el otro extremo de la calle, una señora le gana el lugar
convirtiéndose en una vértebra más de la serpiente humana que formamos en
espera para ser desintegrados bajo la promesa cósmica de ser restituidos en otra
dimensión.
Ya los
primeros botones rojos han sido oprimidos, se deja sentir el calor sofocante y
húmedo que desprenden las máquinas. Los robots que habrán de conducirnos a la
sala desintegradora vienen en camino.
En eso
escucho una voz exasperada que me dice: ¡Joven, joven! ¿Cuánto va a llevar?
Estoy
en la tortillería.
Rubén
Alvarado (1959 – 2008) estudió la carrera de lengua inglesa en la Facultad de
Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Escribió cuentos y
relatos de literatura fantástica y de narrativa realista. Trabajó en El
Norte de Chihuahua, donde coordinaba una sección diaria de una plana
completa llamada “Armario de Cronos”. Publicó en la revista El cuento y
en otras publicaciones literarias. En 1994 apareció su libro de cuentos Cosas
de la mala suerte, publicado por la editorial Climent i boldó.
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