Una conversación con Yolanda
Alatorre Maldonado en A libros abiertos, episodio 22, temporada
II. Producción: Editores UACH Dirección de Extensión y Difusión Cultural de la
Universidad Autónoma de Chihuahua.
lunes, 2 de junio de 2025
A libros abiertos episodio 22, temporada II. Yolanda Alatorre Maldonado
Esta noche/ el amor
Esta noche/ el amor
Por Sergio
Torres
Esta noche/ el amor
como
la primera
la última
la única vez de todas
Llenaré la noche de estrellas
y el alma de caricias
la boca de palabras tiernas
la mirada de infinito
Como cada noche
sin fin
sin ti
Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.
domingo, 1 de junio de 2025
La música
La música
Por Sergio
Torres
Aunque tengo mis años, no tengo mil cosas. Me
he ido deshaciendo de objetos antiguos, recuerdos de otros amores, evidencias
de otros ayeres. Lo que vale la pena conservar está calado en el alma.
Tal vez mi memoria se borre, pero mis
sensaciones permanecen ahí, dormidas, hasta que aparezca el ritmo adecuado, la
armonía, el motivo de guitarra, a despertar de nuevo el presente de entonces a
la conciencia de ahora.
La consola en casa de mis papás se llenaba de
música los domingos, después de misa de 7, con éxitos de Chayito Valdez,
Mariachi Vargas, Camilo Sesto, José Luis Perales o Cepillín. Era 1977 yo era
fan del payaso dentista que cantaba: En un bosque de la China, Zocotroco y una
canción donde el narrador le decía al niño: Que no sabes de problemas, que no
entiendes de dilemas, que no sabes qué es el mundo ni lo que es el mar
profundo, yo lo sé, yo lo sé ¿Hasta qué punto era un "No te preocupes,
sigue siendo niño" y hasta cuál era "La vida no es un carnaval"?
Tengo que incluir a José José, Lupita
D'Alessio, Luis Pérez Meza y los one hit wonder de The Ring "Savage
Lover" y "Words" de F.R. David, que eran lo más escuchado.
Tengo odio por los domingos. Es un día
pesado. Misa a las 7 con don Nacho, misa a las 12 con la Orquesta y, a veces,
otra a las 6.
En ocasiones, de la misma orquesta, íbamos al
puerto a meternos al agua, solo son 15 kilómetros de la ciudad a Topolobampo.
O, de una vez, a las arenas suaves de la isla del Maviri.
La consola servía para escuchar el béisbol
los fines de semana por la tarde, para poner música cuando alguien cumplía
años, para poner algún florero sobre esas carpetas tejidas que hacían doña
Chuyita, la Cande o doña Toñita (mamá, tía, abuela) estás mujeres que eran
trabajadoras, ingeniosas y creativas, con un gusto por lo precioso que era
admirable y buscado por las señoras alrededor de nosotros. De lejos venían a
que doña Chuyita les confeccionara algún vestido, una falda, un pantalón. Como
iniciaba la era Unisex, también se cosían blazers con grandes hombreras para
las muchachas, blusones en tela de camiseta y camisetas de tirantes, casi
transparentes, adecuadas como vestido.
La consola era el alma de la casa, de ahí
emanaba la voz de el profe Elías (no recuerdo si de nombre o apellido) de la
XEHS, Radio Ambiente, encargado de levantar a toda la chiquillada de la región
del Valle del Fuerte desde las 6:30 de la mañana y casi hasta las 8, que era la
hora en que entrábamos a la primaria, él incluído, con tan buena fortuna que su
escuela estaba a dos calles de la estación de radio.
Desde siempre, en mis recuerdos, todas las
actividades de la casa se realizaron bajo el manto de la música. Conforme
fuimos creciendo, don Nacho se levantaba más temprano y nos ponía sus Brisas de
Sinaloa, el club del Pájaro Madrugador, un programa con música de tambora de la
de antes, no como la tambora que nos ha llegado al resto del país, producida
para ser estruendosa, un remedo de la alegría dixie que dio origen a nuestra
gloriosa música regional sinaloense.
El mundo sonoro del que me nutrí, construido
por mis padres, tíos, abuela, hermanos mayores, maestros (María Eugenia,
Alfonso, Jorge, Adolfo, Jacobo, Ramón, Jesús) tiene valses, pasodobles,
canciones infantiles, música de varios folklores, ópera, zarzuela, teatro
musical y muchas músicas del radio, de Led Zeppelin a Mecano, pasando por Lucha
Villa y Filippa Giordano.
La vida es una cajita de cuerda que poco a
poco va perdiendo el brío para este bailarín, pero se mantiene resonando y
penetrando en la vida de todos al mismo tiempo.
Mi hijo escucha y toca Guns 'n Roses,
Metallica y Caifanes, Maná o Mago de Oz, como si tuviera 40 años.
Nuestro universo se expande pero también se
repite, como un cañón, con simetría matemática.
Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.
sábado, 31 de mayo de 2025
El amor está en las acciones
El amor está en las acciones
Por Sergio
Torres
El amor está en las acciones. Gracias por
estar conmigo en el hospital, por traerme a casa, por llamar, escribir, traer
comida, material de curación, acompañarme a ver películas, jugar dominó, tender
la cama.
Gracias, gracias, gracias.
Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.
viernes, 30 de mayo de 2025
Palabras a la Generación 2025
Palabras a la
Generación 2025
Por César Antonio Sotelo
Gutiérrez
Queridas alumnas, queridos
alumnos:
En un lugar de Chihuahua, de
cuyo nombre no quiero acordarme, hace mucho, mucho tiempo que vivió un niño,
hijo primogénito, consentido hasta lo insoportable por sus padres y los padres
de su madre, con una curiosidad innata y una extraña personalidad: prefería
indagar en la biblioteca de su abuelo que jugar en el jardín, y en vez de
correr tras una pelota se sentaba a escuchar las historias que su abuela le
contaba mientras vigilaba las ollas y cazuelas en las que se gestaban
deliciosos potajes y postres. Cansados de su gran apetito por escuchar
historias, los padres decidieron dos cosas: enseñarle a leer y regalarle un
libro. Así comenzó una aventura que hasta el momento no ha terminado.
Jóvenes: Ustedes están a
punto de iniciar una nueva aventura. Los años que han pasado en estas aulas, en
estos pasillos y jardines, les han preparado para seguir otra etapa de su viaje
que espero sea muy largo y deseo les lleve a donde su corazón les guíe. Cada
una y cada uno de ustedes eligió, por propia voluntad, el fondear en este
puerto, tras surcar las aguas del Bachillerato, para descansar, reabastecerse,
entrenarse y sobre todo para conocerse y conocer y desarrollar sus capacidades
y sus habilidades que les permitirían seguir avanzando en el camino de la vida,
una ruta que, se puede decir, apenas empiezan.
¿Por qué decidieron que la
Facultad de Filosofía y Letras y, específicamente la licenciatura en letras españolas,
era el sitio al que pertenecían? Solo ustedes lo saben. Tal vez vacilaron en un
principio. Quizás en los primeros semestres pensaron que se habían equivocado.
Puede ser que en momentos sintieran que sus sueños no se alcanzarían en este
lugar. Pero están aquí, a punto de terminar un ciclo formativo que hace años
empezaron. De modo que, pese a todo, han comprendido que este era su sitio, que
pertenecían al reducido y selecto grupo de los estudiosos de las Humanidades,
un apelativo que deben llevar con orgullo, pues desde este momento son
continuadores de una tradición milenaria: la de aquellos hombres y mujeres para
quienes su pensamiento gravita en torno al ser humano y a su destino.
El hablar de orgullo es
hablar de identidad. Hombres y mujeres partimos del proceso de identificarnos
para poder desarrollarnos. Ser un profesional de las letras españolas, conocer
y manejar nuestra lengua y nuestra literatura, es parte ahora de su identidad. Han
trabajo duramente para ganarse ese título, deben estar orgullosos de ello.
Ahora tienen en sus manos el poder de la palabra, que les permitirá construir y
analizar narrativas en un mundo que se distingue por la flexibilidad,
diversificación e importancia de las narrativas, principalmente las digitales.
También llevan con ustedes un tesoro que no se gasta: la capacidad de ejercer
el pensamiento crítico. Cada uno, cada una de ustedes portan ese sol que les
acompañará a lo largo de su viaje. Y, por si fuera poco, la literatura ha
llenado sus alforjas con imaginación, belleza y sueños. Su riqueza es inmensa.
Aprendan a valorarla y gastarla en beneficio de su sociedad.
Quisiera decirles que en los
siguientes tramos de su travesía navegarán por tranquilas aguas, visitarán
puertos que les brindarán placeres sin fin para el descanso de sus duras
jornadas. Pero saben que no será así. Su mundo, ese que desde ahora les
pertenece y del cual deben hacerse responsables, es un mundo en cambio constante,
un caótico y a veces desesperanzador universo en el que la ruptura de los
esquemas absolutos de la modernidad está generando una disparidad de reacciones
que han roto para siempre la simplista idea de la historia como una evolución
lineal hacia el progreso.
Muchos son los retos que
desde hace tiempo están enfrentando, pero ahora los afrontarán desde otra
perspectiva: la de todo joven que empieza buscar su espacio propio en la sociedad.
Muchos son tan antiguos como la humanidad misma, pero han adquirido otra
dimensión. La violencia, que es la ecuación vital en nuestra vida contemporánea,
se ha transformado en una constante cotidiana más allá de las guerras que
tantas veces hemos visto como lejanas. Hoy en día la violencia nos acompaña día
a día: más allá del narcotráfico, que las autoridades señalan como si fuese un
factor de violencia ajeno a ellas, la cada vez más amplia y creciente
injusticia social, la pobreza, la migración, el hambre, la depauperación de la
educación, son elementos de la violencia que vivimos en México, una violencia
contra la que debemos luchar antes de que nos avasalle.
Un desafío que gestamos
desde hace tres siglos y ahora es una emergencia universal es la destrucción del
medio ambiente. No hace falta pensar en esas imágenes cuasi románticas de la
despedida a los glaciares o las terribles cifras que el mundo ignora de las
especies de la flora y la fauna que desaparecen cada año. Si analizan su
entorno, su casa, su barrio, las calles de esta ciudad, podrán palpar una
realidad ante la que no podemos voltear la cara: la sequía se abate sobre
nuestro estado, las presas están vaciándose, el racionamiento del agua potable
en las colonias es ya parte de nuestra cotidianeidad desde hace años. Ahora
estamos perdiendo nuestro entorno natural, y a las autoridades les importa más
las pintadas en edificios que los cerros de Chihuahua que, con su permiso,
están siendo destrozados por voraces compañías urbanizadoras.
Los mexicanos pensamos que
todo es culpa del gobierno y no somos conscientes de que el gobierno, en teoría,
somos nosotros. En estos momentos, en que en el mundo la democracia está en
riesgo, debemos tener conciencia de nuestra responsabilidad para con el futuro.
La libertad, máxima aspiración del hombre moderno, corre peligro ante los
autoritarismos de izquierda derecha y centro. Con ello, las conquistas de los
hombres y mujeres del siglo XXI están en entredicho. Porque aún no se ha
logrado la equidad de género, y la lucha por los derechos de los seres humanos,
sin importar la raza, religión, orientación sexual o identidad de género no se
ha terminado. Como gran paradoja existencial, vivimos en un mundo que pregona
que la ciencia y la tecnología han dado libertad a la humanidad y sin embargo
la libertad cada día es más limitada.
Les presento esta poco
alentadora ruta de viaje con rabia, dolor y vergüenza. Rabia de sentirme
impotente, de pensar que estamos haciendo muy poco para cambiar nuestra
sociedad por una más justa, con oportunidades iguales para todos. Dolor de ver
cada día menos árboles en mi ciudad, más calles polvosas y ardientes en verano
cada vez secos. Vergüenza, porque esta realidad es la que les hemos dejado a
ustedes las generaciones anteriores, generaciones individualistas, sin sentido
de ciudadanía, preocupadas más por lo material que por lo verdaderamente
importante. Y sin embargo…
Soy maestro por vocación.
Todos los días agradezco a la vida el regalo que me dio al permitirme
desempeñar un trabajo que me apasiona, que me enriquece, que disfruto. Creo en
la educación, estoy seguro de que es la base de la evolución de la humanidad.
No la veo como el elemento mágico que puede transformar la realidad con un
simple deseo. No. Para mí la educación es esa verde joya que Pandora descubrió
en el fondo del cofre que nuca debió abrir: la esperanza de que se puede lograr
un Chihuahua, un México, un mundo mejor.
Ustedes han estudiado
literatura. Ya llevan esa joya en sus corazones. Cruzarán mares borrascosos,
enfrentarán a cíclopes y lestrigones, y también a molinos de viento y duques
aburridos y estúpidos, las sirenas les cantarán mientras navegan y Escila y
Caribdis querrán hacerles naufragar. Pero llevan en su embarcación el escudo de
Aquiles, el más grande héroe, y la locura de Don Quijote, el más excelso
hombre, el amor de María y la fuerza de doña Bárbara, el cisne de Darío y la
magia de Macondo, el humor de Ibargüengoitia y la ironía de Novo, la
preocupación social de Efraín Huerta y la universalidad de Octavio Paz.
Espero que su viaje sea
largo, que sus andanzas les enriquezcan, que disfruten cada puerto, que gocen
cada día, cada experiencia. Y que al final, cuando estén a punto de arribar a
su destino, lleven siempre en un pequeño rincón de su corazón a su Facultad de
Filosofía y Letras y a este su maestro, a quien han honrado como su padrino de
generación. Porque, aunque pobres y humildes, les hemos entregado lo más
valioso que tenemos: el amor a la literatura.
Chihuahua, 28 mayo 2025
César Antonio Sotelo Gutiérrez es doctor en filología hispánica por la Universidad de Barcelona; Master of Arts por The University of Texas at El Paso y licenciado en letras españolas por la Universidad Autónoma de Chihuahua. Dramaturgo, crítico literario y profesor de literatura, ha fungido como director de la Biblioteca Municipal de Chihuahua. Ha sido maestro en el Tecnológico de Monterrey campus Chihuahua, el Instituto Tecnológico de Chihuahua, la Universidad Regional del Norte y la Universidad Tec Milenio. Actualmente en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Como crítico literario su trabajo se ha publicado en los libros Teatro Mexicano Reciente, editado por Samuel Gordon, Nueve poetas malogrados del Romanticismo Español, Gregorio Torres Quintero. Enseñanza e Historia y Nada es lo que parece. Estudios sobre la novela mexicana, 2000-2009 editado por Miguel G. Rodríguez Lozano y en artículos en revistas como Plural, Los Universitarios, La Palabra y el Hombre y Revista de Literatura Mexicana Contemporánea entre otras. Sus líneas de investigación son la novela mexicana contemporánea y la dramaturgia mexicana contemporánea. También es autor del libro Van pasando mujeres, obra de teatro publicada por la UACH.
En/sueño
En/sueño
Por Sergio
Torres
Todavía estoy en sueño. La anestesia no se ha
retirado del todo. Aún hay CO2 en mi abdomen y duele cuando me muevo, o cuando
me quedo quieto demasiado tiempo. El reloj de reposo dice: una hora del lado
derecho, luego de espaldas, del lado izquierdo, sentado, alternado posiciones,
comidas, curaciones, baño. Lavar con un jabón neutro las heridas y vigilar
cambios de color, inflamación, dolor. Aun así, me siento en un sueño.
Estoy vivo después de una intervención, la
cuarta en nueve años. Siento que me estoy yendo en fragmentos, pero no se me
quita la curiosidad por lo que sigue. En cada persona hay amor, en cada acción
hay amor, en cada latido. La vida es más amplia que está manifestación que
vemos, que somos capaces de sentir. La vida es más alta de las que somos
capaces de percibir.
Sueño, alucinación, inspiración, iluminación,
tengo la certeza de que el camino es más ancho y profundo.
Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.
miércoles, 28 de mayo de 2025
Artilugios
Artilugios
Por Sergio
Torres
Para quienes tenemos muchos amaneceres sobre
la tierra, los artilugios magnéticos significan ayeres. En ellos van el
palpitar de la juventud o la niñez, la emoción de las primeras veces, los
primeros besos, el encuentro de miradas que atraen como imanes, visibles porque
puedes ver los ojos, invisibles porque no se mira la fuerza que nos arrastra al
abrazo del otro, a su boca, su aliento, su vida.
El mundo tiene un antes y después de las
letras, de aprender a leer y escribir a pesar de la dislexia, de la poca
atención que podía dedicar a permanecer sentado o de la ambición por terminar
de leer esta página e ir a la otra, este libro e ir al otro; las ilustraciones
eran una pérdida de tiempo, de espacio, no dejaban lugar a las ideas del
escritor. Una imagen habla por sí misma pero yo quería saber qué pensaba quien
escribe.
También antes los cassettes, las cajitas,
tenían emociones convertidas en música, chistes de Polo Polo, milagros
tecnológicos para compartir la vida.
Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.
martes, 27 de mayo de 2025
La lluviosa mañana del martes 31 de julio
La lluviosa mañana del martes 31 de julio
Por Sergio
Torres
En 1973, en la lluviosa mañana del martes 31
de julio, llegué a esta manifestación terrena. En mi egoísmo, pedí atención
inmediata a todas mis molestias y deseos: comer, beber, dormir, calor, frío.
Todas eran atendidas por mi madre, mis hermanos mayores, mi abuela, mi tía.
Fui entrando a la domesticación artesanal de
la dinámica familiar, a la religión cívica de la formación escolar, a entender
que el sistema social funciona entre sombras y silencios: nadie se expresa con
la claridad que un niño de tres años: dice lo que piensa, lo que siente, lo que
necesita.
Han pasado más de 50 años desde aquel primer
martes de mi vida sobre la tierra, y aun no entiendo del todo el juego. Me
gusta la manera en que filosofía, historia y antropología nos abordan para explicar
cuanta cosa. Me asombran las teologías para las que, como hijos de Dios,
tenemos la oportunidad de hermanarnos sobre la tierra porque nos reconocemos en
la fraternidad y cómo, en el día a día, la convivencia no refleja suficiente amor,
tolerancia, respeto ni amabilidad.
Espero el día en que seamos de nuevo libres y
salvajes, claros y luminosos como cuando fuimos niños. Sin embargo, cada uno
encuentra su camino de rezar, meditar, cocinar, dibujar, bailar, cantar.
Mi camino tiene letras, música y abrazos. Mi
camino te incluye. Cada camino es el mismo, tan largo, ancho, alto y profundo
que nadie puede escaparse de andarlo; puede dejar lindas huellas y otras apenas
visibles; es posible que la luz del final nos vuelva a hermanar y comprendamos
todo. Mientras tanto, Ketchem alheyya.
Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.
domingo, 25 de mayo de 2025
Nunca
Nunca
Por Guadalupe Ángeles
¿Y si tú vendías miel o si no hubo un cuerpo
que se llamara tuyo sobre la tierra, verdaderamente? ¿Es la existencia
condición esencial para el deseo? (Juguete cuya luz resplandece aún a pesar de
cuanta lejanía pueden crear horas, días y kilómetros, hoy cancelada por gracia
de anhelar el frío que bebía esa noche nuestra impaciencia) ¿Es parte de la
realidad todavía el sabor de tu piel y ese miedo mío reducido al mínimo ante
tus ojos?
Como un árbol que crece entre las ruinas de un edificio, así es –todavía– el
gesto de mi mano tocándote (milagro simple) ¿fuimos rumor de bosque entre
ladrillos desnudos? Piel de sueño disuelto en delicia el lugar oscuro donde,
como si fuera lo más fácil del mundo, me hice algo de ti, algo para siempre,
aunque hoy “nunca” sea mi nombre.
A mi vez yo
jugué a ser objeto apenas animado para crueles niños que atravesaron la noche
fingiendo una maldad que podría depararme más de una pesadilla.
Pero un amor nuevo, en el siempre de esa noche interminable, abrió sus alas
para protegerme, el amor de un par de padres que acunaron mis insensateces y
cobijaron del frío mi cuerpo de anciana precoz.
¿De cuántos mares fríos hui? ¿Y ellos, mis padres nuevos, sonreían al escuchar
mis discursos interminables, como yo, al contemplar el amor que se profesaban y
hacía de ellos una sola persona atenta a mi caminar errático, imprudente,
incansable?, no hubiera soñado con esa ternura nunca, regalo de la ciudad que
todavía hoy siento y llamo TJ mi amor.
Guadalupe Ángeles nació en Pachuca, Hidalgo. Fue directora de la revista Soberbia. Entre sus obras se encuentran Souvenirs (1993), Sobre objetos de madera (1994), Suite de la duda (1995), Devastación (2000), La elección de los fantasmas (2002), Las virtudes esenciales (2005) y Raptos (2009). Ha colaborado en Ágora, El Financiero, El Informador, El Occidental, La Jornada Semanal; en las revistas electrónicas nacionales Al margen y Argos y en las españolas: Babab y Espéculo. Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos 1999 por Devastación.
Como el paso de los cometas
Como el paso de los cometas
Por Sergio
Torres
Aunque hablamos poco, nos queremos mucho
cuando nos vemos, cuando podemos estar cerca, que también es poco, como el paso
de los cometas.
Aun así, sabes que comparto contigo el pan, una
taza de café, un abrazo y el tiempo, porque aprendí a querer de tanto quererte
y de tantas ausencias que tuvimos.
Desde la luz, el amor permanece intacto
mientras el cuerpo decae.
Te amo y te amé a pesar de nuestros egoísmos.
Lo entendí, lo asumí, y te sigo queriendo en el asiento de al lado, porque
comprendo que vamos en el mismo autobús, aunque bajemos en estaciones
distintas.
¿Para qué guardar el amor? ¿Dónde? ¿Esperar a
que pasé qué cosa para entregarlo?
Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.
sábado, 24 de mayo de 2025
Devenir
Devenir
Por Guadalupe Ángeles
La voz humana es pensamiento que atraviesa la
carne.
―Mircea Cartarescu
Por eso el canto acaricia. Por eso el
razonamiento hace más fácil ver el camino. Carne de nuestra carne, la canción
de cuna abrevia la desventura de ser un cuerpo desgajado de otro cuerpo. Nos
acuña esa voz como moneda corriente para hacernos oír. Jamás esperaríamos
traición de tal melodía que nos habita por dentro aún antes de respirar el aire
de la tierra. Nacidos desde y para la carne, es que la voz de quien nos pare
nos hace habitable el mundo, no en vano la canción de cuna nos mece desde que
el líquido amniótico nos contiene.
Nacidos. Esa voz
adquiere rostro. Años después, en él, cierta sonrisa puede liberar o congelar
para siempre. Animales de tan delgada piel somos que apenas un gesto nos parte
o reconstruye.
En la carne y en la voz
somos, atravesados de sentidos, de signos como oraciones lanzadas hacia toda
estrella (cierra los ojos, ahí, en silencio habita tu constelación particular,
intransferible); inherentes a otra respiración hasta quién sabe cuánto tiempo
nos deslizamos hacia una estación siempre lejos, siempre incomprensible.
Yo/ella, pudimos
ser el himno sagrado, sacrosanto, o la ridícula cancioncilla digna de burla,
¿es elegible el gesto que marque la diferencia?
Seres de
conciencia frágil. Criaturas inherentes a toda insania. Ser individual es quizá
apenas una ilusión, cantada a cientos de voces en susurros, gritada, ese
sonido, todo gesto, nos marca.
Nuestra
vulnerabilidad, como nuestra muerte es el nombre oculto que poseemos y sin
embargo escrito está en la palma de la mano.
Guadalupe Ángeles nació en Pachuca, Hidalgo. Fue directora de la revista Soberbia. Entre sus obras se encuentran Souvenirs (1993), Sobre objetos de madera (1994), Suite de la duda (1995), Devastación (2000), La elección de los fantasmas (2002), Las virtudes esenciales (2005) y Raptos (2009). Ha colaborado en Ágora, El Financiero, El Informador, El Occidental, La Jornada Semanal; en las revistas electrónicas nacionales Al margen y Argos y en las españolas: Babab y Espéculo. Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos 1999 por Devastación.
Flotar
Flotar
Por Sergio
Torres
Ingrávido, floto sacando apenas la nariz, respirando,
con el oído en ondas, manos y piernas inertes. El mundo está suspendido. Por
más que mi deseo empuje hacia donde quiero llegar, la vida sigue sin prisa
alguna, a pesar de mí o para mí fortuna.
Palpito, vida que llega, vida que se aleja
atravesando el dolor y el gozo, mi ocupación única es latir. El universo manifiesta
su colorida variedad en mi existencia, en este instante de luz y conciencia. La
energía mueve mis dedos, el hálito que anima el cuerpo. Tras la apariencia está
Dios, oculto, mientras transmuto de sueño en sueño al sueño de la Muerte.
Inerte, floto mientras la respiración se
agita como flama, casi extinguiéndose, mientras la conciencia se abandona a la
oscuridad, detrás del velo. Mientras abraza el olvido eterno.
Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.
viernes, 23 de mayo de 2025
Relojes distintos
Relojes
distintos
Por Marco
Benavides
A los cinco años
el verano era eterno. El tiempo se deslizaba sin prisa entre charcos,
bicicletas y las manos húmedas de fruta. No existía la prisa, todo lo que importaba
estaba al alcance del instante: un juego nuevo, una hormiga que cruzaba el
suelo, una nube con forma de dragón. El tiempo era elástico, generoso, casi
inmóvil. Uno vivía en un país sin relojes.
A los cuarenta,
en cambio, un verano es un suspiro entre obligaciones. Llega sin aviso y se va
con prisa. Entre el trabajo, los compromisos, los correos pendientes, la
cirugía del día, los informes por entregar y los silencios que uno aún no ha
aprendido a escuchar, los días se encogen. El sol entra por la ventana, pero no
alcanza a calentar. La lista de pendientes se impone sobre la contemplación. La
noción del tiempo se mide en semanas laborales, no en tardes sin rumbo. Y uno
empieza a sospechar que los relojes no solo marcan la hora: también la roban.
A los sesenta el
verano es un milagro que aún calienta los huesos. No por falta de salud, sino
por exceso de conciencia. El cuerpo aprende a ir lento, no por torpeza, sino
por sabiduría. Ya no se corre detrás del tiempo: se le invita a sentarse. Se le
ofrece una silla junto al jardín. Se le sirve café. El tiempo, al final, no es
el enemigo: es el huésped al que no supimos tratar. Y ahora que no hay tanto
que demostrar ni tantos lugares a donde ir, el tiempo vuelve a ser ancho, como
en la infancia. El niño y el anciano se dan la mano.
Uno empieza a
notar que el mismo sol alumbra de manera distinta según el momento. No porque
el astro haya cambiado, sino porque ha cambiado la mirada. Lo que antes era
paisaje, ahora es símbolo. Lo que antes se ignoraba, ahora se atesora. Un
pájaro que canta, una sombra que cruza el rostro, una conversación lenta: todo
vuelve a importar.
Cada etapa de la
vida tiene su manera de medir el tiempo. La infancia lo mide en
descubrimientos. La juventud, en urgencias. La adultez, en productividad. La
vejez, en recuerdos. Tal vez lo sabio sea no esperar a tener sesenta para
reconciliarnos con el tiempo. Tal vez haya que aprender a detenerse antes. A
contemplar. A no correr siempre detrás de algo. A volver a mirar una nube con
forma de dragón.
El mismo sol, la
misma estación, relojes distintos.
20 mayo 2025
drbenavides@medmultilingua.com
Marco Vinicio Benavides Sánchez es médico cirujano y partero por la Universidad Autónoma de Chihuahua; título en cirugía general por la Universidad Autónoma de Coahuila; entrenamiento clínico en servicio en trasplante de órganos y tejidos en la Universität Innsbruck, el Hospital Universitario en Austria, y en el Instituto Mexicano del Seguro Social. Ha trabajado en el Instituto Mexicano del Seguro Social como médico general, cirujano general y cirujano de trasplante, y también fue jefe del Departamento de Cirugía General, coordinador clínico y subdirector médico. Actualmente jubilado por años de servicio. Autor y coautor de artículos médicos en trasplante renal e inmunosupresión. Experiencia académica como profesor de cirugía en la Universidad Autónoma de Chihuahua; profesor de anatomía y fisiología en la Universidad de Durango. Actualmente, investiga sobre inteligencia artificial en medicina. Es autor y editor de la revista web Med Multilingua.
Ser parte del montón
Ser parte del montón
Por Sergio
Torres
Cuando era niño quería ser parte del montón,
parte de los niños que se juntaban a jugar fútbol, de los muchachos que se iban
a andar en bicicleta, los chavos que se juntaban en la única pizzería de Los
Mochis en 1986, los que caminaban al templo a tocar en Misa de 12, los que iban
al viaje a Tucson, los que tocaban rock y departían con Rita Guerrero, Rubén
Albarrán o Saúl Hernández.
Quería ser parte de la historia de Dulce
María, Fátima, María Elena o Marlene. Ir al baile de graduación con Karla
Sofía, escapar al mar con el Gordito y los demás. Entender la filosofía del
Gari, tener la fe de Rebeca, Alberto, Gilberto y Carolina. Mirar el mundo con
el desparpajo de César, la inteligencia del Lupillo, la sed de conocimiento de
mi hermano Julio.
Por fortuna o por desgracia, a mí me tocó ser
yo. Me tocó no entender el mundo social con la misma facilidad con que
interpreto letras y sonidos. Mi reto constante ha sido pensar.
Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.
jueves, 22 de mayo de 2025
Infinito ante mis ojos
Infinito ante mis ojos
Por Sergio
Torres
El surtido era infinito ante mis ojos
infantiles. Los dulces de marca eran los De la Rosa, los Tomy y Ricos Besos.
Todo lo demás eran dulces locales, incluso los jamoncillos de leche de chiva de
El Fuerte.
Cómo niño nacido en 1973, el acceso a un
Milky Way, Snicker's, Twizzlers era un lujo. Algo que se conseguía de
contrabando al visitar Nogales, a más de 700 kilometros; o Ensenada, al otro
lado del Mar de Cortez.
Con el tiempo, fueron desapareciendo esa
clase de dulces. Con los años se fueron muriendo estos personajes: El tío Tom,
Nacho el peluquero, Ma'Nati, Nacho mi padre.
Poco a poco, el mundo fue cambiando. Llegaron
otros amores, otros calores, otras miradas, otras dulzuras.
La vida no se detiene, no espera.
Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.