La nueva inteligencia
Por Marco Benavides
Vivimos en una era donde la
inteligencia artificial ha dejado de ser una simple herramienta para
convertirse en un fenómeno que transforma la naturaleza misma del pensamiento
humano. Lo que en un principio se concibió como un medio para mejorar la
productividad y el acceso a la información, ahora redefine la manera en que
interactuamos, aprendemos y decidimos.
En un mundo interconectado,
la IA ha irrumpido en los dispositivos de millones de personas, ofreciendo
respuestas instantáneas y ejecutando tareas con una facilidad sin precedentes.
Esta inteligencia sin rostro ni identidad corporativa definida ha comenzado a
moldear el pensamiento colectivo, al punto de que cada vez más individuos
confían en sus respuestas sin cuestionarlas. Su capacidad para sostener
conversaciones de manera fluida la hace indistinguible, en muchos casos, de una
interacción con otro ser humano.
Este fenómeno ha cambiado la
forma en que procesamos la información. Antes, la construcción del conocimiento
requería esfuerzo y criterio; ahora, la inmediatez ha desplazado el análisis
crítico, generando una creciente dependencia de la IA. Esto plantea la duda de
si la humanidad está evolucionando hacia una inteligencia ampliada por la
tecnología o si, por el contrario, está cediendo su autonomía intelectual a los
algoritmos.
La accesibilidad y el bajo
costo de estos modelos han democratizado el acceso a la información,
permitiendo que cualquier persona los utilice sin restricciones. Sin embargo,
esta popularidad ha suscitado preocupaciones. Investigaciones han demostrado
que, si bien estos sistemas pueden ofrecer respuestas precisas, en muchas
ocasiones fallan de manera alarmante. La validación de datos y el pensamiento
crítico han quedado relegados a un segundo plano, pues la confianza en estas
inteligencias ha llevado a que sus respuestas se asuman como verdades
absolutas.
Más preocupante aún es la
posible influencia de la programación en la construcción de narrativas. Algunos
análisis han detectado patrones que reflejan ciertos sesgos, sugiriendo que la
IA no solo responde, sino que también puede influir en la percepción del mundo.
Esto representa un dilema ético crucial: ¿hasta qué punto el contenido generado
por la IA está moldeando opiniones, creencias y comportamientos? ¿Está
reemplazando las guías morales tradicionales y hasta la capacidad de
discernimiento propia de cada individuo?
Si cualquier duda se puede
resolver con un dispositivo en la bolsa del pantalón, ¿acaso sigue siendo
necesario el conocimiento? La facilidad de obtener respuestas con un solo clic
disminuye la motivación para aprender, investigar y reflexionar. La curiosidad
humana, que históricamente ha impulsado el avance de la civilización, podría
verse afectada al volverse innecesaria la dedicación al estudio. ¿Nos estamos
volviendo dependientes de la IA al punto de olvidar cómo confiar en nuestra
propia capacidad de razonamiento? ¿Disminuye nuestro esfuerzo por comprender el
mundo por nosotros mismos?
El impacto de esta evolución
no se limita al ámbito individual; ha generado un efecto dominó en la industria
tecnológica y en la sociedad. Empresas de software y fabricantes de chips han
tenido que replantear sus estrategias ante el auge de modelos cada vez más
avanzados. La competencia ha acelerado el desarrollo de nuevas inteligencias,
impulsando innovaciones que, a su vez, refuerzan la transformación del
comportamiento humano. Millones de personas buscan, como en una nueva fiebre
del oro, la máquina que lo sabe todo y que nos exime del trabajo más
fundamental: pensar.
Los usuarios enfrentan un
dilema constante. ¿Le preguntamos a las inteligencias artificiales solo hechos
y datos, o hemos llegado al punto de pedirles opiniones sobre dilemas
complejos, delegando nuestra capacidad de opinar? No podemos ignorar que,
aunque estas herramientas son convenientes y eficientes, también tienen
limitaciones. La falta de precisión y la posibilidad de sesgos plantean una
encrucijada: ¿hasta qué punto es prudente depender de una inteligencia
artificial que puede no ser del todo objetiva?
La expansión de la IA
redefine lo que significa pensar. Ya no se trata solo de acumular
conocimientos, sino de cómo se accede a ellos y se confía en su veracidad.
¿Importa el origen de la información? ¿Quién la produce y con qué intención? En
este nuevo paradigma, la inteligencia humana se fusiona con la tecnología,
creando una simbiosis que puede potenciar nuestras capacidades o amenazar
nuestra independencia cognitiva. Dejar en manos de una máquina el
discernimiento entre verdad e ilusión podría ser el mayor riesgo de esta involución
intelectual.
A medida que avanzamos en
esta dirección, surge una pregunta fundamental: ¿estamos usando una
inteligencia artificial que nos complementa o nos estamos convirtiendo en una
inteligencia colectiva gobernada por algoritmos? La respuesta definirá el
futuro de nuestra relación con la tecnología y el papel que desempeñamos en
este mundo automatizado. Al final, el verdadero desafío será el ser capaces de
darnos cuenta de que hemos apagado la luz natural del pensamiento, para seguir
los “sabios” consejos de las máquinas. Solo el tiempo lo dirá.
11 febrero 2025
drbenavides@medmultilingua.com
Marco Vinicio Benavides
Sánchez es médico cirujano y partero por la Universidad Autónoma de Chihuahua;
título en cirugía general por la Universidad Autónoma de Coahuila;
entrenamiento clínico en servicio en trasplante de órganos y tejidos en la
Universität Innsbruck, el Hospital Universitario en Austria, y en el Instituto
Mexicano del Seguro Social. Ha trabajado en el Instituto Mexicano del Seguro
Social como médico general, cirujano general y cirujano de trasplante, y
también fue jefe del Departamento de Cirugía General, coordinador clínico y
subdirector médico. Actualmente jubilado por años de servicio. Autor y coautor
de artículos médicos en trasplante renal e inmunosupresión. Experiencia
académica como profesor de cirugía en la Universidad Autónoma de Chihuahua;
profesor de anatomía y fisiología en la Universidad de Durango. Actualmente,
investiga sobre inteligencia artificial en medicina. Es autor y editor de la
revista web Med Multilingua.
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