Pastel de
chocolate
Por Dolores
Gómez Antillón
En día de tu
cumpleaños, te invité a nuestra habitación. Te daría una sorpresa. Preparé pastel
de chocolate, te gusta mi rey. Bocadillos ricos, una botella de vino blanco
fresco.
Me vestí de blanco
transparente, zapatillas plateadas. Ese día sería tuya. Como siempre soy.
Llegaste hermoso,
pantalón blanco, camisa lila y saco oscuro. Tu pelo largo y tu cara barbada,
sonriendo feliz.
Nos
abrazamos y nos besamos con intensidad; luego el consabido saludo: ¿cómo estás,
mi amor? Feliz cumpleaños.
Tomamos una
copa calmadamente, me dijiste hermosa. Un cálido viento me levantó la falda; supiste que no traía ropa interior. Te volviste a excitar, los cuerpos iniciaron el ritual.
Prendí una
vela roja, tomaste otras dos copas, el vino, prendí la vela del pastel,
brindamos gozosos.
Pusiste en
tu lap top música para bailar. Tabaco, chanel. Te enlacé mis brazos en el
cuello, me tomaste por la cintura y empezamos la danza.
Nos besamos
tiernamente la cara cada uno, la boca. Volvimos a unir los cuerpos. Al ritmo de
Santana subió un calor delicioso calosbfrío de una piel a otra, intermitente.
Me tomaste
en los brazos y me llevaste a la cama. Nuestro lecho de madreselvas nos
esperaba. Los cuerpos saben el camino, iniciaron la aventura de la entrega.
Nos unimos
como el tallo y la flor que adornaban la cama, entregados al placer; sin decir palabra brotaron de pronto chispitas
de líquido que manaban de la fuente de los deseos que bañaban por entero nuestras ganas, un instante en que con manos mágicas recorrimos nuestros cuerpos y vino un largo silencio. Nuestras piernas entrelazadas y fuertemente unidos, el climax nos llevó a terrenos inescrutables, maravillosos. Ambos retuvimos la respiración y después gritamos de placer. Nos besamos largamente y desee que tus futuros cumpleaños fueran tan plenos, Nos humedecimos
deliciosos, con manos encantadas recorrimos espaldas, piernas, vientres.
A pesar de Santana
vino un silencio sagrado. Piernas entrelazadas, manos que volaban; el clímax nos llevó a terrenos conocidos y otros no
tanto. Respiración agitada y luego serena. Tiritábamos de placer.
Nos besamos
otra vez. Muchas, todas. Reímos con una mirada de complicidad alegre y luego
otro beso.
Feliz
cumpleaños, mi vida.
Dolores
Gómez Antillón es licenciada en letras españolas con maestría en educación por
la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua, de
la que después llegó a ser directora. Ha publicado los libros Rocío de historias cuentistas de Filosofía y
Letras, Apuntes para la Historia del
Hospital Central Universitario y Voces
de viajeros.
Cuando tu amor cumple años, no se vale quedarse indiferente. La protagonista de este cuento de Dolores Gómez Antillón es tooda una fiesta.
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