Después de vivir rodeada de tantos
Por Antonieta Ariel
Permítanme una reflexión que parece para mí más que para
compartir, pero me inspiraron los amigos hablando de la soledad.
Me encanta mi soledad después de vivir rodeada de tantos,
tantos, ahora me falta tiempo para hacer todo lo que quiero hacer, o para no
hacer nada nadita, sin salpicar a nadie. Al igual también que meter el hombro a
mi hija cuidando a la nieta, haciéndola de abuela madre maestra amiga de vez en
cuando, o alguno que otro fin de semana, y por lo tanto llenar cada segundo de
cosas para otros, con tanto gozo por no ser más que un placer sin obligación ni
pose.
Soy terapeuta y muchas horas de la semana mis minutos son
para acompañar a otros. Añorando la soledad del nadie con uno también. Decidir
todavía después de 12 o más años de ponerme en pausa, sigo sin animarme a
quitarla.
Creo que me falta vida para estar conmigo misma, crecer y
pulirme como para estar a la altura de lo que quiero, para quien me encantaría
me acompañara en esta etapa de la vida, eso es el sueño. Pero si no llega,
solita es mejor que perder energía conmiserándome. Ya llegará. Si no es en esta,
en la vida que sigue, quien tenga la altura requerida y me haga renunciar a mi
apapachada soledad y quite la pausa.
Mi abuela decía que hay más tiempo que vida. Hoy es el único
y bendecido momento y oportunidad para intentar ser feliz. Mi nieta me dice en
las mañanas que se queda en mi casa, al levantarse: "Tata, ¿verdad que
somos muy felices?" Y en ese preciso instante agradezco infinitamente el
recordatorio que me manda el universo a través de mi adorada. Somos felices y
privilegiados. No se nos olvide. La soledad es privilegio y herramienta.
Si la sufres, estás en mente creando pensamientos que por
algo se apellidan miento.
Pensa-miento, de miento, me miento, me cuento cosas tristes para crear
emociones y aventar energía, y entre menos energía, peor, solo círculo vicioso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario