sábado, 13 de abril de 2019

Dolores Gómez Antillón. Sueño de tú y yo

Sueño de tú y yo

Por Dolores Gómez Antillón

Ella se hallaba extasiada mirando el cielo, serían las 8 de la noche cuando una ráfaga de viento la envolvió, gotas de lluvia bañaron su  cabello, perlas transparentes y brillantes que poco a poco llegaron a cubrir su cuerpo, que el cielo le mandaba para sacarla del letargo.
Arreció la lluvia y ella  gozaba de aquel baño bendito.
Entró contenta a casa y ante el espejo se vio cubierta por cristales de agua que dibujaban su silueta y la proyectaba encantadora en su cama. Pasaron unos minutos y después de aquella experiencia se quitó la ropa mojada y luego el sueño la venció.
Soñó con un joven de ojos claros, alto, pelo castaño y de manos encantadoras. Estaban juntos en la sala de la casa, también su madre y otras personas. Ellos  no podían dejar de mirarse, los dos con el corazón emocionado; no necesitaban hablar para decir todo lo que estaban sintiendo en aquellos mágicos momentos.
Fue la mano de Dios la que acercó sus espíritus tan afines. Había prendido la llama del amor.
Esa noche fueron a bailar, los invitaron su hermana y el novio. La pasaron de maravilla, ella sentía los brazos de José estrechándola delicadamente, se dejaba llevar al compás de melodías bellísimas como La flor de la canela, Amor mío.
Se besaban como si se conocieran hacía mucho, ese amor venía  del pasado, como un rencuentro místico. Hablaban el mismo idioma. Sin decir palabra se entendían e hicieron el amor en el jardín del salón. Se desnudaron atrás de unos árboles de flor de magnolias uniendo el olor de su piel con el perfume de la naturaleza.
Después de disfrutar cada parte del cuerpo se excitaron hasta la cima más alta de los sentidos; acomodaron sus cuerpos con sutileza y ansiedad, se tocaron con cariño y deseo. La mariposa abrió sus alas y el relámpago azul entró delicioso, penetrando el laberinto de la gloria, destellos azules cristalinos corrieron por sus muslos, simulando estrellas fugaces que dibujaban su cuerpo, el orgasmo grandioso los llevó al clímax más extenso y placentero de su encuentro.
Besaron sus labios carnosos  con ansiedad torrencial. Satisfechos y enamorados se vistieron lentamente, gozando con la mirada el cuerpo que les había proporcionado tan delicioso torbellino de  pasión y placer.
―Nos hemos enamorado, grandioso Dios, siempre estaremos en nuestro pensamiento sintiendo la fuerza de nuestra alma ―musitó ella en voz baja.
Volvieron  a casa con sus sueños prendidos, felices y abrazados, muy serenos. Eran el uno para el otro para siempre, en todas las vidas y caminos permanecerían unidos por un lazo tan hermoso  como la mirada hipnótica de sus bellos ojos.
Fue un sueño, si, pero cada noche la llevaba a continuarlo, como si le estuviera contando sus vidas.
María y José por la eternidad.



Dolores Gómez Antillón es licenciada en letras españolas con maestría en educación por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua, de la que después llegó a ser directora. Ha publicado los libros Rocío de historias cuentistas de Filosofía y Letras, Apuntes para la Historia del Hospital Central Universitario y Voces de viajeros.

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