jueves, 26 de marzo de 2020

Chávez, Alvarado y Lechuga. Entrevista con Héctor Alvarado Díaz


Entrevista con Héctor Alvarado Díaz


Por Chávez, Alvarado y Lechuga


Preguntas Jesús Chávez Marín. Respuestas Héctor Alvarado Díaz. Transcripción Soledad Graciela Lechuga Mejía

Chávez:
—Esta es una conversación con el escritor Héctor Alvarado Díaz, originario de Monterrey.
Alvarado:
—Buenas tardes, Jesús.
1. Como hacemos la entrevista a través del watts app, te sugiero, Héctor, que la hagamos de manera ágil y un tanto informal, con 20 preguntas y respuestas de máximo cinco líneas. Más las que surjan en medio de la conversación. ¿Estás de acuerdo?
—Totalmente. Adelante.
2. En cinco líneas, cuéntales a los lectores de Chihuahua quién eres.
—Vaya, Pues un escritor que no ha perdido la necesidad de escribir, la curiosidad de conocer hasta dónde pueden llegar mis fabulaciones, que, con no ser trascendentales ni populares, me interesan a mí.
3. Me platicó nuestro mutuo amigo Luis Kimball que, además de tu trabajo literario, te has dedicado a difundir el trabajo de otros escritores. ¿A cuál de las dos actividades dedicas más tiempo?
—Ahora mismo mantengo dos columnas semanales en el portal El Artefacto, acá en Morelia, donde doy voz a otros escritores y escritoras. Se trata de una serie de entrevistas denominadas 25 Instantáneas de... A ella se suma una revista de fantasía, ciencia ficción y terror que se llama Matria oscura. Las entrevistas ya rondan las 75, y en cuanto a la revista comencé a publicarla en octubre del 19.
4. Por la biografía que viene en la solapa de tú novela El ojo de la iguana sabemos que eres un escritor de prosa narrativa, que tus géneros son el cuento y la novela. ¿A qué edad publicaste tu primer cuento?
—Formalmente en 1998, en la revista El Cuento de Edmundo Valadés.
—Un clásico.
—Sin duda. Y don Edmundo un tipazo. Con un whisky en la mano tenía charla para horas.
—¿Recuerdas el título de aquel primer cuento tuyo publicado?
La ventana de los deseos. Con ese cuento obtuve el Premio Latinoamericano de Puebla, que se publicaba canónicamente en esa revista tan extrañada.
5. ¿Cuál es el cuento o novela más reciente que has publicado?
—Lo más reciente son dos novelas, ambas casi juntas en febrero de 2019. De hecho, ambas se presentaron en la FIL de Minería con diferencia de un día. Una se llama Super colonia (Universidad Autónoma de Nuevo León-Textofilia) y la otra Caracol ciego (Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León-Tilde Editores).
6. En cinco líneas improvísame un retrato del actual ambiente literario de Monterrey.
—Bueno. Tengo ocho años fuera de Monterrey, no seré el mejor retratista, pero puedo decirte que hay un movimiento editorial muy importante. La UANL se ha convertido en un generador de ediciones literarias y de investigación, y desde luego la escuela que han dejado escritores y escritoras que durante los 90 y 2 mil se dedicó a buscar una proyección creciente de sus textos. El Centro de Escritores de Nuevo León cumplió ya 30 años trabajo, y hace muy poco se replicó esta experiencia en el Centro de Escritores de la UANL. Hay para más, pero ahí le paro.
7. Dime cinco nombres de escritores de Monterrey que de momento se te vengan a la mente.
—Eduardo Antonio Parra (el más regio de los escritores de Guanajuato que vive en la CDMX), David Toscana, Patricia Laurent, Joaquín Hurtado y Hugo Valdés.
8. ¿Has escrito poemas?
—No, mi respeto eterno por la poesía. Un mundo fascinante que hay que conocer leyendo y profundizando hasta dónde puede llegar la mirada humana.
9. ¿Has hecho algún libro por encargo?
—Bueno, en 2018 publiqué una compilación de cuentos que me solicitó un amigo que trabaja en la Subsecretaría de Educación Superior de la SEP. Y antes un par de trabajos historiográficos dentro de libros que trataban sobre la historia de la cultura de Nuevo León.
10. Para escribir tú novela El ojo de la iguana, ¿dónde hiciste la investigación para trazar el impresionante personaje de Rosana?
—¿La verdad? Me salió de la cabeza, el corazón, el espíritu. Y fue de una sola pieza, desde que puse la primera palabra, "Culpa", fue un continuo de frases e imágenes que construyeron un personaje que vive una realidad terrible y bella a un tiempo. Desde luego, lo que me respaldó fueron las lecturas previas y de ese momento sobre psicoanálisis, y una buena parte de mi propia memoria. Yo viví mi infancia en una casa como la de Rosana, tengo un hermano biólogo que siempre tuvo (y tiene) sus espacios llenos de animales venenosos y de los otros.
11. En esa novela hiciste una proeza que a me parece casi imposible: expresar con cautivante realismo y con lenguaje sencillo la mente alterada de una mujer con problemas psiquiátricos. ¿Cómo lo conseguiste?
—Mira, lo primero es que me propuse un reto mayor: construir la mirada de una mujer, su voz, sus sentimientos, sus fantasías y pesadillas. Cuando escribí digamos las primeras 20 páginas y sentí que estaba siendo verosímil, que no había falsedad sino dolor y rabia y una locura que podía sostenerse, dejé atrás la técnica y me concentré en hacer del libro una novela que fuera un golpe y una ternura soterrada para el lector.
12. El ojo de la iguana es además una novela de familia. Ese tipo de libros suelen ser muy vastos, de 500 páginas o algo así. ¿Cómo te las arreglaste para hacer una perfecta de saga familiar en solo 82 páginas?
—No sé si tiene sentido lo que dije, pero por ahí fue la cosa, muy apasionada y muy técnica a la vez.
13. Dice la leyenda académica que el primer párrafo de una novela debe atrapar al lector desde el inicio. Tú primer párrafo me pareció genial en ese sentido: “Culpa. Anoche la sentí llegar aunque no supe lo que era. Fue un cosquilleo, un sudor, la necesidad de abrir la ventana; fue una certeza de que odiaba a mi familia y debía salir corriendo”. Y luego en la redacción de toda la novela vi que eres muy cuidadoso al labrar tú prosa. ¿Dónde aprendiste a escribir así?
—Creo que eso se debió a mi formación como cuentista, antes de El ojo de la iguana escribí otra historia con intenciones de novela y fue aún más breve. Mi búsqueda de densificar el lenguaje, de comprimirlo, van de la mano con otra búsqueda: la de encontrar las heridas, los universos rotos o los comportamientos incomprensibles de personajes que no son capaces de adaptarsea la "realidad", lo que eso signifique. Entonces, traté de hacer una novela minimalista pero en donde cupieran todas las fracturas de una familia. Bueno. Además se puede decir que si aprendí a escribir bien, se deba a que tuve la oportunidad de ser un buen lector. Copié muy bien a Calvino, a Borges, a Joyce, y sólo después de entender sus encantos y sus magias me aventé a buscar algo mío. Estudié Letras, pero ahí lo que aprendí fue a sistematizar las lecturas, pasé por varios talleres con escritores ya fogueados, coordiné el Centro de Escritores de Nuevo León, una enorme experiencia de vida y de literatura. A pesar de eso, aún hoy siento que he tenido muchos textos fallidos.
14. También me impresionó la manera como presentas a tus personajes en esta novela, siempre desde un monólogo y con una sencillez muy disfrutable. El segundo personaje del relato aparece así: “…hoy –madrugada del 3 de septiembre– se cumplen 12 años de la muerte de papá y no sé cuántos de que no voy al cementerio”. Y más adelante construyes un personaje muy hermoso, el padre, que con alegría y entereza realiza él solo la crianza de cuatro hijos. ¿Cómo se te ocurrió este personaje?
—La verdad fue tan difícil o tan fácil como el personaje de Rosana, pero de alguna manera surge de ella, de su necesidad de explicar los límites de su mundo incomprensible y doloroso. Es como si la muerte del padre (peso enorme para las mujeres en lo simbólico) hubiera hecho nacer a Rosana, y ella le hubiera dado vida literaria. Muy loco ¿no?
15. Se me quedan otras preguntas acerca de tú novela, pero para ampliar el acercamiento a tu vida literaria voy a cambiar de tema. Improvísame por favor en cinco líneas un panorama actual de la literatura nacional.
—México no ha resuelto del todo el asunto de la concentración de la literatura en la CDMX. Aún es necesario que se trabaje en que la dependencia editorial se diversifique. Las editoriales independientes han logrado quitar presión aese globo aerostático que se eleva cada vez más alto.
17. Con la misma ligereza dime cinco nombres de autores que actualmente escriben en la Ciudad de México.
—Enrique Serna, Ana García Bergua, Cristina Rivera Garza, Francisco Hernández, Pablo Fernández Christlieb.
18. Ya me dijiste cinco autores de Monterrey, dime ahora cinco nombres de Morelia, donde actualmente radicas.
—Darío Zalapa, Luis Miguel Estrada, José Agustín Solórzano, Víctor Solorio, Gaspar Aguilera.
19. Para terminar, dime cinco nombres que no sean ni de Monterrey, ni de Morelia, ni de la Ciudad de México.
Luis Felipe Lomelí, Luis Jorge Boone, Élmer Mendoza, Efraín Bartolomé, Julián Herbert.
20. Te agradezco mucho la entrevista y que accedieras a hacerla de una forma tan atrabancada. Espero que algún día podamos hacer otra más formal por otros medios. Para despedirte de los lectores dime si tienes algún mensaje de watts app para ellos.
Oye, pues en principio agradecerte el espacio de tu blog y pedirles a los sufridos lectores que sigan sosteniendo el equilibrio y la complicidad con la literatura.





Héctor Alvarado Díaz estudió Letras en la Universidad Autónoma de Nuevo León. Ha publicado 11 libros (6 novelas, 4 libros de cuentos y uno de entrevistas a escritores de Nuevo León). Los más recientes son las novelas Caracol ciego (2016) y El ojo de la iguana (2016). Por su trabajo literario ha recibido premios nacionales e internacionales como el Premio Rosario Castellanos, el Premio José Rubén Romero, el Premio Juan Rulfo para primera novela, el Premio Miguel de Unamuno en España, el Premio Latinoamericano de Cuento y una Mención de Calidad en el Premio Juan Rulfo de París. Fue director de la Editorial de la Universidad Michoacana de 2013 a 2017, coordinador del Centro de Escritores de Nuevo León y director de la Casa de la Cultura de Nuevo León durante 8 años. Se ha desempeñado como profesor de Lengua y Literatura en la Universidad Autónoma de Nuevo León, el Tecnológico de Monterrey, el Instituto Michoacano de Ciencias de la Educación, la Universidad Interamericana y la Facultad de Letras de la Universidad Michoacana.

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