lunes, 30 de marzo de 2020

Heriberto Ramírez Luján. Su cuento llamado El perrito

Foto Mercedes Macuitl
 El perrito

Por Heriberto Ramírez Luján

Llegó sin saber de dónde, era peludo como si fuera de peluche afelpado, cariñoso y juguetón. Era mi primer perrito, pues los otros perros de la casa, El Centinela y El Fairo, ya eran grandes, y aunque eran excelentes amigos, ya habían perdido su gracia.
Era la temporada de cosecha de algodón. Afuera del último cuarto construido había un enorme bulto de algodón cosechado y pizcado en las tierras de mi padre. Llegaba hasta la azotea y desde ahí nos lanzábamos haciendo marometas, era la última pizca, pues el frío de noviembre ya había llegado con toda su intensidad.
Empecé a juguetear con el perrito sintiendo sus leves y medidos mordiscos hasta que llegó la noche; en ese momento apareció la energía de mi padre y dispuso que el precioso perrito durmiera afuera, pues no estaba dispuesto a soportar sus lloriqueos durante la noche. Mi voluntad no podía hacer nada ante ese mandato amurallado al que nadie más opuso resistencia. Como opción me sugirieron que enterrara el animalito entre el algodón, y así lo hice antes de irme a dormir.
Al día siguiente de inmediato me dirigí a desenterrarlo del algodón. Lo encontré tieso y muerto de frío. Los siguientes días mi padre se convirtió en el ser más odiado por mí.



Heriberto Ramírez Luján, filósofo mexicano, redacta la lógica con precisión de cirujano. En sus ensayos y libros de filosofía y también en sus textos literarios. Sobrio y elegante profesor, el estoicismo es divisa de su estética. Y de su gran estilo.

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