Hortalizas
Por Iram Isaí
Evangelista Ávila
En una pequeña
huerta, junto a los tomates y zanahorias, se asoma la cabeza de una mujer. Sus
cabellos están adornados por una corona de flores. Sus ojos deambulan de lado a
lado. La riego todos los días, abre la boca para beber algo de vital líquido;
después, con una mueca tétrica, sonríe. Mira buscando al sol. Cuando llueve
cierra los ojos y se arrulla. Por las noches canta, su melodía acompaña a los
grillos y a las suaves brisas que deambulan en las calurosas madrugadas de
junio. En otoño los copos de nieve la sepultan, escucho su risa juguetona
debajo de la capa blanquecina, limpio y hago surcos para que pueda observar la
pronta llegada del invierno. He decidido enterrarme junto a ella para
observarla y, tal vez, enraizarnos juntos. Despierto, abro los ojos, el sol me
da en el rostro y lo siento en plenitud. Algo o alguien me hace sombra y
entonces me doy cuenta de que es ella, alta y alegre. Observo sus largas y
torneadas piernas. Se pone en cuclillas y puedo ver su hermoso sexo entre sus
faldas. Canta al mismo tiempo que acaricia mis hojas y se lleva uno de mis
frutos a la boca.
Iram Isaí Evangelista Ávila es doctor
en Humanidades Literatura por parte de la Universidad Autónoma Metropolitana. Es
profesor en la Facultad de Filosofía y Letras de la UACH, miembro del Sistema
Nacional de Investigadores nivel I. Tiene publicados dos libros: Ensayar al confabulador: acercamientos a la
obra de Juan José Arreola y Hermenéutica
de la autoficción, además de artículos y capítulos de libro en otras
publicaciones.
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