Instructivo no tan parco con adyacente fuerza
Por Guadalupe Ángeles
1. Dejar atrás esa parte de la vida.
2. Revisar desnuda la falange del insomnio.
3. Arrostrar, valiente, todo pensamiento ya no
premonitorio, sino transformado en acto cumplido.
4. Decapitar, instante por instante, al recurrente
recuerdo.
5. Asumir la ausencia de voces estentóreas que
señalen el nuevo rumbo.
6. Reconocer que no hay calles nuevas para caminar
y en las piernas agotar el recuerdo.
7. Mirar con sorna a los cientos de “Nos” que se
forman sonrientes frente al practicante. Al advertirlo, de inmediato y sin
lastimarlos, explicarles que sus cuerpos son de húmeda distancia, de rastro de
ameba, de líquida nada.
8. Saber que el Aullo no está prohibido, siempre y
cuando se haga con una discreta sonrisa.
9. Admitir al grito, pero en él buscarse,
reconocerse.
10. Negar la piedad que suele sentirse pues ella
misma es una cárcel.
11. Inadmitir la autoconmiseración. No mata, pero
debilita.
12. Creer en la propia fuerza, en la alegría
intrínseca de la vida, en el gramo de divinidad que nos habita. Saber así que
no se es patético, ni ridículo ni vencido, sino célula de dios, dueño de una
alegría íntima, propia, indestructible.
Nació en Pachuca, Hidalgo fue directora de la revista Soberbia. Ha colaborado en Ágora, El Financiero, El Informador, El Occidental, La Jornada Semanal; en las revistas electrónicas nacionales Al margen y Argos y en las españolas: Babab y Espéculo. Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos 1999 por Devastación.
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