Textos de José María Piñón
Sonia
Cuando escribo
se asoman soles chihuahuenses
sobre las cordilleras mexicanas.
Ángeles y fantasmas
en un devocionario de recuerdos
abren todas mis llagas.
Sonia no está.
se me casó dos veces
y la tercera no tuvo marido.
Ya sabes la verdad:
la tumba en mi interior ha tantos años
se me tornó jardín y ha florecido.
Sonia no está.
yo la sigo esperando.
por eso ya no escribo.
José
Se me tachó de amar
una tarde de mar.
Se me acusó de amor
una noche de sol.
Y me rodeó la ira
como una gran mentira.
Me sumergió la insidia
de todas la envidias.
Hoy me acusan de loco
y es cierto,
es cierto un poco.
Vincent
Ella era poeta:
yo soy la sombra del olvido.
Yo era escritor:
ella es el fuego del rencor.
Ella era periodista:
yo soy Vincent Van Goh.
Endecasilabos
Yo sé perfectamente que las quieres
con el amor helado de tu incendio.
Que nacen del fulgor de tu recuerdo.
Que te cuestan la vida. Que te mueres.
Yo sé perfectamente que las hieres
en el dolor infame del dispendio:
cuando contigo llegan a un acuerdo
y van, a su pesar, a donde fueres.
Yo sé que no te hubieran elegido,
mas las pobres nacieron sin fortuna,
y es el caso que ya desde la cuna
las vistes de recuerdos o de olvido.
Las recuerdas y son como la hambruna
desatada entre bestias y bramidos.
Las olvidas y mudan en quejidos
colgados de los cuernos de la luna.
Es caso es que te asisten los obstetras
con el terror pintado en la quijada,
que le metro en once es una carcajada
o tres gemidos, Tania, anacoretas.
Te digo, Silvia, todo tiene tretas:
la lisonja como una puñalada,
el amor que me hiela la mirada
o la envidia que tienen a mis letras.
Testamento
Todo lo que escribí te lo he dejado
ya antes de morir, te pertenece
como la gracia misma y el pecado,
cuando la luz se oculta y amanece.
Todo lo mío es tuyo, me parece,
para salvar el castellano amado,
la Patria que a traiciones se estremece
y la gloriosa historia del pasado.
Los Niños Héroes arden en tu mente
como Hidalgo y Morelos en mis manos.
Francisco Villa vive, simplemente,
y no han muerto a Madero los tiranos.
Cuauhtémoc mora en ti, y francamente
en todos mis poemas, mexicanos.
La palabra
La palabra me ha muerto dando vida
a un misterio mayor que la palabra
en el fuego de un ansia prohibida
y un camino esotérico que labra
el misterio del Mago a su medida
y que todos mis planes descalabra.
La palabra es un don y se ha apagado
dentro de mi poema sin inquina.
Porque es mejor amar que se amado
mi voz ha dado vuelta por la esquina
y apenas me perdió ya me ha olvidado
esta palabra inútil y asesina.
Escribo un verso y vienen otros veinte
a reclamar que no, que ya no escriba,
que el alma se consume porque siente
dónde escapó el poema a la deriva:
este perder la vida al evitar la muerte,
este ganar la muerte por buscar la vida.
Porque es el amor muerto enamorado
canalla de la sombra, el desatino,
la palabra es la luz que se ha eclipsado
yo no sé en que momento, qué camino:
no sé en qué recoveco del destino
la palabra que fui me ha asesinado.
Mármol
El pobre que soy me ha abandonado
harto de mi pobreza, en el camino.
Mi pobre tiene el alma de marino
y me ha dejado pues, aquí y anclado.
Ahora no sé qué hacer con mi destino
desde mi corazón reestructurado.
El pobre que yo soy se ha retirado
tan solitariamente como vino.
Tan silenciosamente me ha dejado
que me quedé sin fe, sin voz, sin tino.
Mas olvidó su sombra, mi vecino
como un rayo de sol que me ha cegado.
Esta sombra es su ángel, un felino
rondando vigilante y atigrado:
es el Clero, la Banca y el Estado
y toda sinrazón y desatino.
Esta Bestia cristiana me ha matado
con un pudor católico asesino.
Tal vez por eso el pobre no se avino
y hasta el pobre que soy me ha abandonado.
La estrella
El cielo se enciende tras una pincelada
de luceros hundidos en la sombra profunda,
y el mar arriba ardiendo como una llamarada
(donde el meteoro estalla, donde la luna abunda,
porque la noche duerme silente y congelada)
se cubre de reflejos y el orbe todo inunda
en el tiempo del cosmos, la hora constelada
de los espacios vivos en la esfera fecunda.
El alma se adormece como meditabunda
bajo un sueño de luz que estalla en la mirada
porque todo astro ascienda y toda estrella infunda
poesía a la palabra, letra a la voz tallada,
hasta que al universo el verso se confunda
como el nombre al cometa que dejó cincelada
la ausencia de su paso fugaz (la moribunda),
y el dejo del deseo que no captó la amada.
De los cuatro
De los cuatro poemas que tenía
uno se murió de triste
ya nomás me quedan tres
tres tres tres tres.
De los tres poemas que tenía
uno se murió de tos
ya nomás me quedan dos
dos dos dos dos.
De los dos poemas que tenía
uno se murió de amor
ya nomás me queda uno
uno uno uno uno.
Y del último poema que tenía
el tal se murió de risa
en hilarante agonía
jía jía jía jía…
Dedicatoria
Usted es el maestro y el esteta.
Yo quiero ser tan sólo la Alegría.
Usted es un político, un poeta.
Yo soy, únicamente, Poesía.
Unidad
En el cristal de su alma me dio vida
y cuerpo en la sustancia de su seno.
Mía es su alba impresa en la pupila;
suya la piel que me tejió en silencio.
Mía es la sangre que a la vez es suya
porque es suyo el torrente de su origen,
y nuestro mutuo amor el que se arrulla
sin calificativos que lo expliquen.
Es la llama que refresca si más arde
este darme en usted, saberla mía.
Ya se me dio por mía sólo al darme:
¿Qué más puedo pedirle a la alegría?
Ser más suyo en usted le pido, Madre,
y que Dios la bendiga en este día.
Compilación: JChM. Modelo de la foto: Lorena Isela Chávez Soto.
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