Cocodrilo Bit
La Poesía secreta del maestro Eligio Coronado
Por Benito Rosales
Dice la contraportada del poemario Poesía secreta, escrito por el maestro Eligio Coronado González (1948-2023), que hasta el 2020, año de la edición, el maestro tenía 25 libros publicados. Una cantidad considerable. Un servidor ha leído, si acaso, unos cinco; el resto sigue pendiente. Los pocos libros que tengo del maestro los guardo en un librero cerca de mi cama, y de vez en cuando los saco y los leo, a menudo antes de dormir.
Ayer tomé el que menciono al inicio: Poesía secreta, un hermoso libro donde el maestro le escribe a algunos de sus amigos. La calidad de persona que era Eligio no es discutible, y en este libro se da la oportunidad de escribir en homenaje a aquellos que le hicieron la vida más agradable. No son poemas que ensalzan la amistad o resaltan este vínculo; más bien parecen cuadros enmarcando sentimientos de historias que no logro descifrar. Seguramente, el maestro y sus cómplices podrían decir más. Lo lindo es que esta limitación es también una ventana que, al menos para mí, permite imaginar miles de cosas, desde lo que los poemas dejan entrever con su magistral hechura hasta lo que mi imaginación me permite ver cuando identifico parte de la historia de a quien le escribe.
Quiero aprovechar este espacio para compartir con ustedes tres poemas de Poesía secreta. Seguramente ubicarán a algunas de las personas a quienes están dirigidos, y si no, tendrán algunos versos para deleitarse y dejar correr su imaginación.
He construido el mar; a Leticia Damm
He construido el mar
en esta superficie
donde habita el polvo
y yo me debatía en soledad.
ahora resuena todo:
el oleaje,
el paso de los barcos,
el sargazo incesante
y el implacable canto
de vetustas sirenas.
También comienzo a percibir
la crujiente estructura
de la nueva rutina.
Voy a cambiar todo
en cuanto sepa
dónde vaciar tanta agua.
p. 42
La búsqueda; a Hortencia Delgado flores
Fantasmal,
el árbol
arrastra su vestido de niebla,
mientras busca,
desesperadamente,
un jardín que no se desvanece
porque, si no lo encuentra,
se quedará petrificado para siempre.
p. 38
Menguante; para Almaeli García
Sufre la noche por esa luna
que está dentro del agua.
Necesita un anzuelo para sacarla.
si no ocurre un milagro,
a oscuras quedará la noche.
¿Y entonces quién podrá admirarla?
La luna es irremplazable.
No lo sabía la noche hasta que aquella
cayó, por asomarse,
en el estanque.
p. 29
Monterrey 15 septiembre 2024
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