miércoles, 25 de junio de 2025

Blanca

 


Blanca

 

Por Guadalupe Ángeles

 

Ella compró ese libro, estaba escrito en otra lengua. Desde siempre fue considerada diferente. No solía hablar. Sus padres le hicieron fácil la vida. En la medida de lo posible. En las condiciones específicas de su condición. Por las propiedades mágicas del libro, ella podía subir a un columpio y ser ahí como todos, porque se transformaba en nieve y entre más alto iba el columpio, ella disfrutaba la felicidad indescriptible de ser libre. En el culmen de esa alegría su cuerpo se descomponía en copos de nieve, haciéndose parte de esa gran madre que nos cerca entre sus brazos amorosos: la Naturaleza. En medio del prodigio había una dificultad: cuando debía volver con sus padres al hogar, era necesario colocar una vasija para recibir el cuerpo de la hija y que, gracias a un mecanismo misterioso (como todos los de la Naturaleza) recuperaría su cuerpo, pero, ¿y si ello no sucediera? En algo había que creer para seguir viviendo.

 


Guadalupe Ángeles nació en Pachuca, Hidalgo. Fue directora de la revista Soberbia. Entre sus obras se encuentran Souvenirs (1993), Sobre objetos de madera (1994), Suite de la duda (1995), Devastación (2000), La elección de los fantasmas (2002), Las virtudes esenciales (2005) y Raptos (2009). Ha colaborado en ÁgoraEl FinancieroEl InformadorEl OccidentalLa Jornada Semanal; en las revistas electrónicas nacionales Al margen y Argos y en las españolas: Babab y EspéculoPremio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos 1999 por Devastación.

Pan


 

Pan

 

Por Sergio Torres

 

Existe un luga der en México llamado Los Mochis, ciudad fundada por norteamericanos comunistas a quienes el gobierno de Porfirio Díaz dio permiso para establecer una cooperativa cañera en el Valle del Fuerte, cerca de las costas del mar de Cortez, al norte del hermoso estado de Sinaloa, en segunda bahía más grande del mundo.

En esa ciudad, si llegas a una casa de visita, es posible que te ofrezcan agua como un gesto de amabilidad, porque el calor suele ser fuerte y, con la humedad por su cercanía al mar, la sensación de ahogo puede provocar un golpe de calor.

Cuando más cercano, la gente te ofrece café y, en ocasiones, alcanzas a escuchar a la señora de la casa mandando a un plebe a que vaya rápido a la tienda de la esquina o, mejor aún, a la panadería del barrio, a traer pan.

Una vez sentados frente a la mesa, ante una taza de café y tú respectivo pan, ya podemos empezar a tratar nuestras agendas y mejorar el mundo.

Es ritual de gran relevancia social, significa: me importa lo que vienes a decirme. También significa: Te quiero, eres trascendental en la vida de mi familia.

 


Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

martes, 24 de junio de 2025

Tiempo completo


 

Tiempo completo

 

Por Sergio Torres

 

Pienso que todo el amor que di estuvo bien dado. He amado con toda el alma, he puesto mi empeño, dedicación, mi tiempo completo en esa persona que me ha acompañado por horas, semanas, meses, años... hasta que todo termina. Amo, sería tonto no amar, y deseo el amor de pareja, claro, pero no siento urgencia. Hoy tengo preocupaciones más cercanas. Respiro, eso debería bastar, al menos de hoy a mañana. Después, veremos.

 


Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

Mi biblioteca de la dedicatoria ajena

 


Mi biblioteca de la dedicatoria ajena

 

Por Daniel Salinas Basave

 

Aunque todavía no es muy extensa, poco a poco he ido armando mi pequeña biblioteca de la dedicatoria ajena. Es decir, libros que fueron autografiados por su autor a otra persona (a menudo desconocida por mí) y que por caprichosas aleatoriedades fueron a caer en mis manos.

Cuando uno abre bien los ojos y hojea con olfato de cazador en las librerías de viejo o ferias del libro antiguo, suele encontrar libros dedicados. No es que sean miles, pero tampoco es raro dar con ellos. Claro, esto no significa que yo pepene en automático cualquier libro con dedicatoria por el solo hecho de tenerla, pero digamos que, si el ejemplar es medianamente apetecible, la firma puede ser un aliciente para abrir la cartera.

Mi última adquisición fue La isla tiene forma de ballena de Vicente Quirarte con firma para la “adorada Leticia”. ¿Quién sería Leticia? ¿Por qué el libro no está ya en sus manos? ¿Acaso habrá muerto? En cualquier caso, la novela está resultando ser una grata sorpresa. Habla del exilio de Margarita Maza de Juárez y el Club Liberal Mexicano en el Nueva York de la Guerra de Secesión durante los años del imperio de Maximiliano. Tiene toda la escuela de Fernando del Paso, a quien por cierto dedica la novela, que bien podría fungir como un apéndice de Noticias del Imperio. En cualquier caso, la estoy disfrutando. La he estado leyendo en salas de espera ahora que hemos estado atendiendo una contingencia médica.

De Quirarte solo había leído un ensayo sobre la lectura, pero esta novela histórica ha conseguido atraparme.

Otros ejemplares célebres de mi biblioteca de la dedicatoria ajena son Duelo por Miguel Pruneda, de David Toscana; La Clave Morse, de Federico Campbell; El imperio de la neomemoria, de Heriberto Yépez, Los territorios de la tarde, de Rafael Ramírez Heredia, y Dos mujeres en Praga, de Juan José Millás, entre otros.

También tengo algunos libros dentro de los cuales he encontrado extraños apuntes, e incluso cartas de amor. Pero esa es otra historia, que ya les contaré.

 


Daniel Salinas Basave es licenciado en derecho, periodista y escritor. Ha colaborado en EsquireGatopardoMilenio Replicante, entre otras publicaciones. Trabajó como reportero en El Norte de Monterrey y en Frontera, de Tijuana. Actualmente tiene espacios editoriales semanales en Semanario InfoBajaSuplemento Cultural PalabraSíntesis tv y San Diego Red. Es Premio Estatal de Literatura Baja California 2010 por Réquiem por Gutenberg. Premio Bellas Artes de Ensayo Literario Malcolm Lowry 2014 por Cartografías de Nostromo. Relatos de espías, embajadores y embusteros. Premio Gilberto Owen de Literatura 2015, en la categoría de cuento, por Días de whisky malo. Premio Bellas Artes de Ensayo Literario José Revueltas 2015 por El lobo en su horaLa frontera narrativa de Federico Campbell. Ganador del Certamen Internacional de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz 2015, en el género de ensayo, por el trabajo titulado Bajo la luz de una estrella muerta.

lunes, 23 de junio de 2025

Mimetismo

 


Mimetismo

 

Por Alejandra Hernández Figueroa

 

En el reflejo del cristal de la alacena, mi imagen, desdibujada al entrar, se fuga y aspiro el aroma de carpetas de crochet almidonadas con azúcar. Hay tacitas y platos de porcelana. Sonidos de voces casi imperceptibles, coloquios que me transportaron a una época de nostalgia.

Escuché el vals Sobre las olas y se invadió la atmosfera con olor a chocolate, rumor de los abanicos de mano. Me fugué al pasado. No al mío sino al de mi madre y al de mi abuela, que tejían a la luz de lámparas de quinque, o bordaban primorosas estampas.

Cerré la vitrina y desapareció esa ilusión, ese mundo que está encantado en la alacena. A veces me atrevo a medio abrirla y regresa una y otra vez la esencia del pasado. ¿Sera que mi madre allí está? Vivo con esa inquietud.

 


Alejandra Hernández Figueroa estudió en el Colegio Palmore y en Community College. Escribió y publicó los libros Tiempos de viento y humo cuentos, Hojasen poemas e Hilvanando cuentos. Publica habitualmente en revistas jurídicas y literarias.

En la memoria tú

 


En la memoria tú

 

Por Sergio Torres

 

Te recuerdo, pero en la memoria se va diluyendo tu imagen día a día, como tintura que abandona el tejido, como humo que se disipa, como añil que se pierde.

Cada día sale el sol por el mismo lugar, grados menos, grados más, a veces somnoliento y suave, a veces atronador como risa. Me arranca de la cama por el brillo y el calor. Entonces noto el tamaño de tu ausencia y me pregunto ¿cómo es que este abrazo te contenía, tu cuerpo de mariposa y hada, de ilusión y sueño; y ahora incapaz de abarcar, por más que extiendo los brazos y abro el pecho, la enorme delicadeza de tu ausencia?

Cada día, todos los días, mis latidos son una evocación de ti, de tu imagen, tu nombre, las sensaciones que provocaba tu mirada sobre mí, tu abrazo, tu risa.

La memoria se me va a ratos, pero el brillo del sol me recuerda la luz de tu melena, su perfume, la dulzura de tu cuerpo dando alojamiento a mi deleite.

Te recuerdo porque gozo el juego de sentirme cerca, de abrazarte en mi interior, de saber que eras libre y decidiste acogerte en mi seno.

 


Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

sábado, 21 de junio de 2025

Otra lección de cocina

 


Otra lección de cocina

 

Por Margarita Aguilar Urbán

 

                                    A Rosario Castellanos

 

 

En el silencio de la cocina

mujer de letras soy

ensoñando poemas,

mientras cumplo

con un trozo de carne

entre las manos,

ese ritual autómata

de separar las hebras

una a una.

 

En su abertura estrecha,

la ventana me entrega

un paisaje velado

por la luz del otoño,

pero yo,

mujer de letras (sí),

puedo bien ensanchar

la visión restringida

haciendo germinar soles internos

como flores que abrieran hacia adentro

ante la parquedad de los sartenes

y este trozo de carne

que deshebran mis dedos.

 

Y ni el taladro artero del vecino

ni el rumor del asfalto

ni el chamaco botando la pelota

en un incierto patio

interrumpen mi trance,

 

solo el tiempo que apremia

para poner la mesa,

el fregadero con ollas apiladas

y un designio de siglos

que en las hebras

me recuerda

a esta mujer que soy

de ajo

y cebolla.

 


Margarita Aguilar Urbán es investigadora de arte, poeta y profesora de literatura. Escribió los poemarios Como estación de tren (1988), Algodón en el corazón (poesía infantil, 2012) y Testudina descubre el horizonte (2021).  Ha sido incluida en los volúmenes Voces de tierra (1994), Campos ignotos (1998) y Taller Literario Pablo Ochoa (2009). Como investigadora, escribe artículos para revistas académicas. Recopiló las memorias del artista tarahumara Erasmo Palma en el libro Donde cantan los pájaros chuyacos (1992, reedición 2015, traducción al rarámuri 2018). Su obra Aurora Reyes. Alma de montaña, editada por el Instituto Chihuahuense de la Cultura, fue considerada el mejor libro del 2011 por el suplemento Día siete de El Universal y por la página de crítica literaria Salón de Letras.

Día del Niño

 


Día del Niño

 

Por Sergio Torres

 

¿Para quién? A mis niños alumnos de preescolar no les importa mucho que yo festeje con ellos. No es mi día, pero no les molesta compartir conmigo sus dulces, su comida, su bebida. Ni en este día ni en otros. Siempre hay quien me regale una uva, una galleta con crema de cacahuate, un trozo de sándwich, un mazapán.

¿A tu viejito amargado y juzgón le molesta que yo quiera subir mi foto de cuando era niño y decir Feliz Día del Niño? ¡Ese es problema tuyo!

Niño, lo que se dice niño, menor de 15 años, dejé de ser hace 37 años. O tengo tres niñeces y media acumuladas.

Joven, es decir, menor de 30 años, dejé de ser hace 22 años. O tengo una juventud y dos tercios de experiencia siendo joven.

Como sea, este es un buen día para regalar dulces, pastel, comida de fiesta a los niños de que uno se haga cargo, los hijos propios o prestados, y al niño interno que siempre nos acompaña, ya sea feliz o herido, hagámosle el día.

 


Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

viernes, 20 de junio de 2025

Respetar el proceso

 


Respetar el proceso

 

Por Sergio Torres

 

En la memoria del mundo, el camino es uno y el mismo. En la memoria humana, a cada uno nos toma más de media vida darnos cuenta de la realidad.

La realidad aparente. Donde todo lo que existe es lo que se ve, lo que se percibe.

La realidad interior. El diálogo interno en el que sentimos con emociones y sentimientos, donde la vida y la muerte son definitivas.

La realidad simple. La que habita en el silencio, donde somos perfectos, fuera del bien y el mal, y simplemente habitamos con plenitud está dimensión humana.

Llegar aquí es aprender a escuchar, actuar, expresar, respetar. Respetar el proceso de cada persona con quien interactuamos, con efectividad para cambiar el mundo.

 


Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

jueves, 19 de junio de 2025

Candelaria Robles Marrujo, lunes 2 febrero 1948/ miércoles 11 junio 2025

 



Candelaria Robles Marrujo, lunes 2 febrero 1948/ miércoles 11 junio 2025

 

Por Sergio Torres

 

Candelaria nació en un mundo recién salido de la guerra, en un poblado cercano al puerto de Mazatlán: Villa Unión, Sinaloa. Pasó su niñez cerca del río, donde, según pláticas de los mayores, jugaban las hermanas Robles a tirarse a las aguas y salir varios metros río abajo. Entre ellas se apodaban Pimienta negra, Pimienta blanca, Comino; Justina, Cande y Chuyita, respectivamente.

Cuando conocí a Cande, ella era una joven de 25 años y yo un recién nacido. Me recuerdo muy apegado a ella y cuánto me conmovió el día en que se casó y ya no volvió a vivir con nosotros.

En 1978, el 12 de octubre, se inauguró el complejo habitacional en el que pasaría el resto de su vida: Fraccionamiento El Parque, unidad construida para trabajadores al servicio del estado que se pobló casi instantáneamente por maestros y empleados de escuelas primarias y secundarias técnicas. Ese día organizaron una carrera de triciclos para los hijos de los vecinos. Cande me llevó con ella, en mi triciclo Apache rojo de asiento negro, llantas negras con rueda cara blanca y borlas bicolor en los manubrios. El objetivo era cruzar el parque de un lado al otro. Yo entendí lo que me dió la cabeza y le di la vuelta completa. Gané una tortuga de plástico con aros apilables y un abrazo de mi tía.

Cande no tuvo hijos, nosotros fuimos quienes recibieron sus regalos de Navidad, cumpleaños, día del niño. Nos regaló ropa, dulces, comida, juguetes. Nos hizo pasteles o nos tomó de maniquíes para sus diseños de costura.

Todas sus palabras eras precisas y sus ideas claras. No había discusiones con ella ¿para qué? Como ser iluminado, su única tarea era existir para hacernos sentir su amor, su generosidad.

Más cerca del Creador, que sí es parte de sus creencias, el día de hoy se une a los que vuelan vestidos de eternidad: sus padres, Francisco y Antonia; sus hermanos Alfonso, Jesús y María de Jesús; su sobrina Alma Leticia, por decir a los parientes que compartimos, respectivamente mis abuelos, tíos, mamá y hermana.

Gracias, Cande, por tu vida, tu amor, tu generosidad.

 


Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

Piel de sinfonía

 

Foto Pedro Chacón

Piel de sinfonía

 

Por Alejandra Hernández Figueroa

 

La vida sigue

con su canto ronco

su canción festiva.

 

Canta y nos acecha desnuda

en cada golpe de aire.

 

Sigue caminando, no se detiene

en sombras, ni en cicatrices.

 

En las grutas del placer avanza entre el canto

hacia la aurora.

 

Y la tierra levanta un remolino

al son del viento.

 


Alejandra Hernández Figueroa estudió en el Colegio Palmore y en Community College. Escribió y publicó los libros Tiempos de viento y humo cuentos, Hojasen poemas e Hilvanando cuentos. Publica habitualmente en revistas jurídicas y literarias.

De profundis

 


De profundis

 

Por Victoria Montemayor Galicia

 

Amar es arrojarse al precipicio

sin

paracaídas.

 

I

There is no love

without passion.

There is no passion

without love.

 

II

Come le onde marine

all'alba il viavai del

tuo bel corpo sul mio.

 

Como las ondas del mar

en una dorada mañana

el vaivén de tu cuerpo en el mío.

 

III

Cardamomo y miel

tus labios.

 

IV

A stunning stars

your eyes.

 

V

Lumi del mio cuor

i tuoi occhi.

 

Luces de mi corazón

tus ojos.

 

VI

Contemplo la inmensidad de tu mirada.

Me cobijo con tus brazos y me dejo seducir

por tu dulce aroma de cardamomo y miel.

Morfina tus besos.

Dunas al alba tu dorso.

 

VII

Rojas cerezas

tus besos

que muerdo

poco a poco

ardiendo en deseo.

 

VIII

En noches de estrellas

y luna nueva

tu imagen

enciende mis pensamientos. 

 

IX

Extraño el dulce y suave

murmullo de tus besos

y la musicalidad

de tu piel.

 

X

I tuoi occhi splendono

nel profondo del mio cuor.

 

Tus ojos brillan

en la profundidad de mi corazón.

 


Victoria María Montemayor Galicia es licenciada en lengua y literatura modernas, letras Italianas, por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, con maestría en humanidades por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Ponente en congresos de literatura mexicana contemporánea celebrados en UTEP y en el XVII Congreso de la Asociación Internacional de Teatro Español y Novohispano de los Siglos de Oro, celebrado en Queens College, NY. Traductora del libro Políticas de la identidad en el otro occidente, la etnización de la política en la América indígena, (México, Ecuador y Bolivia) de Piero Gorza. Es autora del libro Besos en el viento: De otoño, invierno y otras estaciones. Actualmente es profesora de literatura en la Universidad Autónoma de Chihuahua.

domingo, 15 de junio de 2025

Agua dormida


 

Agua dormida

 

Por Guadalupe Ángeles

 

No fue mi imagen en el espejo, donde busqué inútilmente en esa mirada fija mi verdadero nombre, fue en mi sombra proyectada por una luminosidad tras de mí, ahí, cerca del lugar donde estabas, la que trajo a mis labios, antes que a mi entendimiento, la frase que me definía enteramente para ti; porque si una certeza me fue dada en esa frase únicamente sería la de existir como tierra y árbol contigo, y ningún trasatlántico hecho de nubes ni fieras de largas extremidades definirían de mejor forma eso que al decir: “Soy…”, describía exactamente el milagro de tu presencia: tú escucharías la frase, en tu oído resonaría mi grito y ese solo hecho era suficiente para olvidar toda otra obsesión. Tú serías nota musical si fuera necesario, lo dijiste, también me recordaste un deber de hospitalidad que yo, sacudida por la contradicción había olvidado.

       Y en eso te hubieras transformado, de no haber sido desde entonces un ritornelo constante de preguntas sin respuesta, eso me dejaste en herencia: ¿Por qué amaría tanto tu estar en el mundo, tu cuerpo y su forma de hacerse presente, inesperadamente?, ¿por qué amaría el saberte dormido en la otra habitación?, ¿por qué ignoraba esa noche dónde estabas y llevé mi sombra hasta tu cuarto?, ¿por qué no recuerdo tus ojos sino los míos y a mi sombra gritando esa frase para siempre tuya?, ¿qué hacen los muertos con las frases que les pertenecen por derecho propio?

      Tu presencia en el mundo te hizo dueño de mí, del grito de mi sombra y ambos estarán conmigo hasta el día de mi muerte. Bien lo sabes, ahora que no puedes decirme: “sal de ahí”. 

       No me importan las respuestas porque nuestros vicios eran equivalentes, necios, no se irían. Y a eso le llamamos amor. No sé tampoco si he de verte. Hay en este silencio (apenas entrecortado por un piar suave) una certeza tan real como mis dedos que escriben, como mis pies que ya no caminarán ningún sendero para verte. Hay un dolor concreto aquí dentro y por más que imagine ser un mueble desvencijado no lo soy. Un agua duerme en mí, es un lago manso sobre el que gravita tu recuerdo, al que todavía canto porque sí, como aquella noche mi sombra te nombró para mí en un grito quizá inaudible, hecho agua ahora, dormida dentro de mí.

 


Guadalupe Ángeles nació en Pachuca, Hidalgo. Fue directora de la revista Soberbia. Entre sus obras se encuentran Souvenirs (1993), Sobre objetos de madera (1994), Suite de la duda (1995), Devastación (2000), La elección de los fantasmas (2002), Las virtudes esenciales (2005) y Raptos (2009). Ha colaborado en ÁgoraEl FinancieroEl InformadorEl OccidentalLa Jornada Semanal; en las revistas electrónicas nacionales Al margen y Argos y en las españolas: Babab y EspéculoPremio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos 1999 por Devastación.