Gemelos
Por Jorge
Enrique Gutiérrez García
Nací
solamente nueve meses y cuarenta y cinco días después de mi hermano mayor. Esto
significó un problema en las primeras etapas de mi vida. Nuestros padres nos
criaron como gemelos. Fui gemelo sin serlo. El gemelo en desventaja. Mi
hermano, y que me perdone, no es un líder nato. Pero él era mayor y eso bastaba
en aquéllos entonces para que él guiara y decidiera y yo fuera siempre el
seguidor, el que no pensaba por sí mismo, el ejecutante de los deseos de él.
Existía una simbiosis que más me afectaba a mí que a él, por supuesto. Me
impedía ser yo mismo. Yo solo era una repetición de él. No hubiera sido tan significativo
en mi vida, si cuando él iba a ir al jardín de niños, yo no hubiese llorado y
suplicado a mi mamá que me enviara también a la escuela porque quería estar
donde estuviera mi hermano. Mi madre debió dejarme hacer el berrinche y esperar
que se me pasara. Pero para no batallar, simplemente me envió al kínder
también. Y con ese hecho se concentró la esencia de esa relación dependiente
hasta que tuve veintiún años de edad. Siempre fui yo el líder, aunque todo
pareciera lo contrario. No me daba cuenta. Tuve desde muy pequeño ciertas inclinaciones
hacia lo artístico. Era y sigo siendo soñador por naturaleza. Creativo. Siendo
pequeño descubrí que dibujaba bien. Especialmente rostros humanos. Desde ahí se
encauzaba mi vocación al mismo tiempo hacia lo humanístico y lo artístico. Pues
él empezó a dibujar también. Competía conmigo. No niego que él traía lo suyo en
cuanto a habilidades artísticas, como lo demostró en su adolescencia y
juventud, en que participó en grupos de teatro y no puedo decir más que lo
hacía muy bien. Cuando terminamos la secundaria, nuestros padres nos
cuestionaron sobre lo que cada uno quería estudiar. En aquéllos años, había que
estar definido, pues el bachillerato era por ramas e iba encauzado a ciertas
carreras. Había una decisión que tomar y era importante. Yo desde pequeño dije
que sería médico. Quería ser pediatra. Me tomó por sorpresa el cuestionamiento
de mis papás. Mi hermano contestó que él iba a hacer el examen de admisión en
el Tecnológico de Chihuahua porque quería estudiar Ingeniería y deseaba entrar
al Tec de una vez, desde la prepa. La mirada de mis padres entonces se dirigió
hacia mí. Me sentí arrinconado, acosado. Había que responder. Qué momento
aquél. Contesté entonces. Pero en lugar de decir que estudiaría el bachillerato
en ciencias biológicas, en la prepa local en Delicias, donde vivíamos, pues
deseaba estudiar medicina, solo atiné a responder: “Me voy al Tec también, a
estudiar Ingeniería”. Y soy Ingeniero. Los compañeros estudiantes del Tec
siempre se sorprendieron de que yo disfrutara las materias que tuvieran que ver
con lo humanístico. Me preguntaban que qué estaba haciendo yo en el Tec. Fue al
entrar a prepa que empecé a escribir poemas. Muy simples. Pero era una forma de
sacar mucha de la sensibilidad un tanto obsesiva que había en mi interior. Como
también por aquél entonces empezaba a tocar la guitarra, se me ocurrió que en
lugar de poemas, lo que hiciera en el futuro serían canciones. Y empecé a
escribir canciones. Con una terrible y poco despistada influencia de una mezcla
de dos músicos un tanto disímbolos a los que admiraba. Roberto Carlos y George
Harrison. Dejé crecer mi pelo hasta que lo tuve del largo que este último lo
usaba. Quería parecerme a él. Teníamos una palomilla de amigos. Todos muchachos
y muchachas buenos y sencillos. Eran amigos de los dos. Así lo pensaba yo.
Cuando unos años después todo cambió, fue una de las sorpresas que me llevé.
Eran en realidad, más amigos míos que de él. Un día, cuando tenía yo veintiún
años de edad estaba en el departamento que compartíamos mis hermanos y yo con
otros amigos de Delicias, estudiantes también, mi hermano sugirió que fuéramos
al cine. Respondí que era buena idea. Entonces dijo como dando una orden,
situación por demás común, que iríamos al Cine “X” pues quería ver una cierta
película. No sé, no entiendo aún como siendo tan simple, de esa manera estaría
yo terminando, cercenando el cordón umbilical que me había unido enfermizamente
a mi hermano mayor. Yo solo respondí: “No, yo no quiero ir a ver esa película;
yo quiero ver la del cine “Y”. Él volteó a verme como dudando si yo estaba
hablando en serio. Volvió a decir que iríamos al cine “X”. Yo dije: “Tú irás al
cine que quieras; yo iré al cine “Y”. Nos fuimos juntos a la parada del camión,
pero él tomó uno que lo llevó al cine “X” y yo tomé otro que me llevó al cine
“Y”. Recuerdo que ni vi la película. Había dentro de mí una gran sensación de
libertad, de que me había quitado un enorme peso de encima. Finalmente yo era
capaz de tomar mis propias decisiones. Tan contento estaba, que cuando la
función terminó, me fui caminando hasta el departamento. Cada paso que daba,
cada calle que cruzaba, todo me hacía sentir libre. Todavía al recordar ese
hecho, siento un vuelco en el corazón. Terminé la carrera de Ingeniería. Y he
trabajado en mi ramo siempre. Y agradezco a mis padres que me dieron la
oportunidad de tener esa herramienta en la vida. Hubiera querido ser médico.
Pero no lo soy. Lo que sí soy, es un hombre que anhela seguir creciendo cada
día por el resto de vida que le quede en adelante. Amo entrañablemente a mi
hermano. Y creo sin dudarlo, que es una de las mejores personas en este mundo.
Su calidad humana y su don de servicio son increíbles. Pero somos dos hombres
muy diferentes. Y su vida y la mía tienen objetivos que distan unos de otros, años
luz. Otra cosa, años después de esto, guardé la guitarra en lo más alto del
clóset y tiré la libreta y la pluma con que escribía mis canciones. ¿Por qué
hice esto? Esa es otra historia.
Jorge Enrique
Gutiérrez García es ingeniero por el Tecnológico de Chihuahua. También es
explorador, fotógrafo y caminante. Escribe todos los días en su muro de
facebook, el cual ha ido ganando un caudal de lectores, por la belleza de sus
vistas fotográficas y sobre todo por una depurada colección de aforismos de
varias culturas y autores. https://www.facebook.com/jorgeenrique.gutierrezgarcia.10?fref=ts
Este autor sale todos los días a trotar por valles, montañas y a veces en las orillas de algún mar, es su disciplina de meditación. El género de su escritura es el libro de memorias, sus páginas van germinando con su cuidado y con la información que le da ser un lector ecléctico y constante.
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