Las ráfagas del viento helado en la mañana,
Por Elko Omar Vázquez Erosa
Las ráfagas del viento helado en la mañana,
el silencio del invierno y los rostros grises
de seres fantasma a los que pesa la lluvia
me recuerdan el primer beso, ya lejano.
A veces te soñaba una paloma blanca
lanzando el ansia de su vuelo hacia el empíreo,
y yo me pensaba el reflejo de tus ojos,
amante gota de rocío en la gardenia.
Acaso era un beso de lluvia y de silencio
que en su inocencia pretendía resguardarnos
de los abismos donde fueron a parar
la risa, la mirada, el vino y la caricia.
A veces te soñaba una paloma blanca
mientras me pensaba reflejo de gardenia:
entonces me diste el plumaje de mis alas,
las alas negras de los ángeles caídos.
En este poeta la naturaleza es uno de los personajes principales, ya sea en el volumen de su presencia física en la vista, el olfato, el gusto, el oído y el tacto, como en la forma espiritual de transformarse en conceptos y tiempo.
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