La
invención
Por Gustavo
Macedo Pérez
—Son muy
primitivos.
—Somos,
entonces.
—Son.
—Somos
lo mismo.
—Fuimos
lo mismo. Ahora nosotros ya no somos.
—¿Y
ellos?
—Ellos
sí son.
—Pero en
realidad ellos ya ni siquiera son.
—Fueron,
entonces. Y haberlo sido es serlo.
—De
acuerdo, pues. Así, con más razón.
—No van
a saber qué hacer con esto.
—Ya
supieron.
—Sí,
pero eso fue antes, en la otra historia. En esta no van a saber.
—Si lo
supieron una vez, lo sabrán de nuevo.
—No
puede usted saberlo.
—Tampoco
usted.
—Si
considera que el saberlo es apenas una de millones de posibilidades, es más
probable que no lo sepan a que lo sepan.
—Ah,
entonces ahora sí vale la ciencia.
—La
ciencia siempre ha valido.
—Ahorita
dijo que no.
—No dije
tal cosa. Usted lo interpretó así.
—Pues se
lo vamos a llevar. Ya lo habíamos acordado.
—Considere,
¿qué van a hacer con esto?
—Lo que
puedan, que será mucho, que será suficiente o hasta demasiado.
—Les
tiene mucha fe.
—No es
fe: es ciencia.
—No son
cosas excluyentes.
—Suba,
entonces. Y tráigalo.
—Lo
hago, pero que conste que no estoy de acuerdo.
—Les va
a servir a ellos, lo cual quiere decir que nos va a servir a nosotros.
—En esto
sí podemos estar de acuerdo.
—Finalmente.
—Lo van
a estropear de nuevo.
—Es
usted un pesimista.
—Soy realista.
—No lo
arruinarán.
—Verá
cómo sí: primero todo va a ser bueno y el conocimiento va a pasar de generación
en generación y el arte de decir las cosas y dejarlas por años o hasta por
siglos e incluso milenios va a florecer y entonces van a encontrar que el saber
es poder y que el que puede domina y sucederá todo de nuevo.
—Técnicamente,
sucedería por primera vez.
—Sucedería
por primera vez por segunda vez.
—Suba y
comprobémoslo.
—¿A qué
año vamos?
—Mil
cuatrocientos treinta y ocho.
—¿Qué no
fue en mil cuatrocientos cuarenta?
—Así es,
pero démosle dos años para que finja el desarrollo, la invención.
—De
nuevo estamos de acuerdo en algo. Vayamos.
—Vaya.
Esto fue rápido.
—Eso
debería saberlo.
—Pues no
lo sabía.
—Ahí
está el hombre que buscamos. Hable usted con él. Usted es el de la fe. Dele el
invento y explíquele qué hacer.
—De
acuerdo. ¡Señor Gutenberg! ¿Me permite un momento?
Gustavo Macedo Pérez es psicólogo, trabaja en un museo, hace el
programa de radio Breviarios, pasea en bicicleta y escribe. Tiene escrito el
libro Introspecciones, de relatos que está por salir en un e book. Si se le ve
con el teléfono aferrado, seguramente está publicando algo en el twitter @gusoescribe.
Mirándolo trabajar tan serio en un museo de Chihuahua nadie se explicaría cómo este cuentista hace estos relatos que conectan con regiones inexploradas y extravagantes. O tal vez sea por eso, porque trabaja en un museo y porque además es un psicólogo muy bien informado.
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