Guía turística de lugares y personajes de nuestra ciudad capital, desde lo cotidiano a lo artístico e intelectual, en las historias de La calle ladina
Por José Antonio García Pérez
Buenas tardes, agradezco la invitación del colega y amigo Jesús Chávez Marín para comentar su más reciente publicación La calle ladina, del Programa Editorial Chihuahua, Colección Escritores con Trayectoria.
El libro de historias que nos brinda Chávez Marín, está dividió en dos partes: “Caminar por la banqueta”, conformada por 41 viñetas del pasado y presente de nuestra ciudad, y “Llegar a la esquina”, compuesta por 21 textos.
El adjetivo calificativo de ladina, aplicada a la calle, le da el significado de calle taimada, astuta, disimulada. La calle es el escenario cotidiano por donde transitan los descarriados, los acarreados y los que no necesitan que los manden; algunos ya no están en este mundo, otros andan por ahí perdidos, pero la mirada cronista de Jesús Chávez Marín los fue compilando durante sus andanzas, ya sea por la banqueta o nada más hasta la esquina.
Al terminar de leer el texto, lo primero que vino a mi mente fue el de una especie de guía informativa de los lugares típicos de nuestra ciudad capital, con el plus de mostrar también a una galería de personajes. Es por esta idea que se me ocurrió que para realizar este recorrido me gustaría que lo vieran como un nueva clase de folleto turístico, solo que deteniéndonos en diversas casas, barrios, colonias y otros sitios tradicionales de nuestra ciudad capital
Primera hoja: Lugares donde ocurren los acontecimientos:
Lugares del Chihuahua añejo, Cervecería, las segundas de Niños Héroes, la Colonia Industrial, Colonia San Jorge, Sears, barrio de santo Niño, agencia Chevrolet, el Rejón, Cerro El Coronel, sótano de urgencias del IMSS, Casa del Varillero, estación del Tren Chihuahua al Pacífico, Hotel El Soberano, el SNTE, biblioteca del Parque Lerdo, IMSS, CIMA, Campestre San Francisco, Quinta Gameros, bar La Camelia, bar El Cielo, Hotel San Francisco, Secretaría de Recursos Hidráulicos, Club de Leones, El Paso, Texas, la casa de la Cultura, Colegio de Bachilleres, Newberry, TRW, La Deportiva, Colonia Las Granjas, Mausoleos, Periférico de la Juventud, Seminario Conciliar de Chihuahua, La Cruz Roja, Canal del Chuvíscar y otros que ocurren al otro lado, en El Paso, Texas.
La historia titulada “La cervecería” inicia con una disculpa que le ofrecen al narrador y donde después hay un acuerdo para ir a una fiesta en casa de Adelita Valentina, que se localizaba rumbo los panteones. Al llegar a dicho lugar, esto es lo que narra el autor, cito: (Páginas 14 y 15).
La borrachera es canija y más el que la aguante (en terceras personas). Eso pensé ayer en la tarde cuando me puse a borrar e mailes viejos: me topé con uno de julio de 1992, de mi cuñado Xicoténcatl González. Era una disculpa que más bien parecía reclamo. A la letra decía:
Cuñado: La presente es con el fin de disculparme con usted y, por su conducto, también con los que estaban el viernes en la casa de Adelita Valentina, a donde por cierto no me invitaron, qué gachos. Me enteré por Elías Carrillo, quien pasó por mí para que lo acompañara.
Dijo que tampoco lo habían invitado a él, pero como es muy entabacado tenía pensado ir de todas maneras.
Pasamos por Piñón y luego fuimos a comprar tres cartones de cervezas Negra Modelo, uno para cada uno, jejeje, no te creas, y nos enfilamos rumbo a los panteones, al barrio donde vive Adelita.
Cuando llegamos nos hicieron mala cara. Algunos ni nos saludaron y eso que según esto son la crema y nata de la educación; ni siquiera nos dieron las gracias cuando bajamos uno de los cartones, pero sí empezaron a destapar botellas porque en la mesa de centro de la sala nomás había una triste botella de vino ya muy disminuida.
Tratamos de abrir plática desplegando nuestra mexicana alegría, pero no nos pelaban. Adelita Valentina fruncía la boca muy recio; Salcido se puso a platicar en corto con Ana Paulina como si los demás no existiéramos; Lennon fingía leer un libro de Fábulas de La Fontaine; Rosy trataba con amabilidad de salvarnos de la helada indiferencia de sus congéneres, sin conseguirlo.
Lupe López le dijo a Lennon en secreto, pero asegurándose que la escucháramos todos: lo que pasa es que a Xicoténcatl le falta mucha clase.
Yo traté de hacerme el occiso como si no la hubiera oído, pero Elías gritó a voz en cuello: Los que no tienen ni poquita clase son ustedes, atajo de frustrados que se sienten exquisitos. Se tragan nuestra cerveza y ni nos dirigen la palabra. Y luego nos ordenó: Piñón, Gonzáles, larguémonos de esta pocilga.
Nos fuimos de allí, haciéndonos los muy dignos, y nos dirigimos a La Cervecería, a comernos unos tacos de barbacoa en el tercer piso de un edificio muy raro que está en medio. Elías muerto de risa nos atemperó con la frase que siempre pronunciaba para toda ocasión: ¡La fiesta sigue!
En las segundas de la Industrial y en la colonia San Jorge ocurre la historia titulada “Transistores” que nos recuerda la época en que aún se usaban los radios de transistores y al personaje, un abuelo, va a buscar dos piezas, una bocina y un transistor, cito (pag.21).
Pues aquí ando otra vez en las Segundas de la Niños Héroes; dice mi nieta que me gusta venir a estos lugares de paseo porque es mi parque y mi zona arqueológica, jajaja, esta muchachita me vacila cada rato, se le ocurre cada cosa.
No, lo que pasa es que se me descompuso mi radio de transistores y vine a buscar una bobina y una resistencia, pero he batallado mucho; aquí ya nadie sabe lo que es un radio de transistores, me miran de reojo pensando que soy un emisario del pasado, como les decía el licenciado Echeverría a sus adversarios.
Por más que procuro, no encuentro esas dos piezas: Ya fui a las segundas de los jueves de la Colonia Industrial, a las de los domingos en San Jorge y ni pizca de refacciones. Me aconseja mi nieta que vaya a Juárez, que allá sí las voy a encontrar porque hay un chorro de cosas del Army; pero no sé si me está cotorreando, porque es muy mula mi nieta. Salió al papá.
Más adelante, en la presa del Rejón a eso de las seis de la mañana hay un encuentro entre dos examantes, (pág.43, Hilitos grises).
Esta madrugada fue distinta, porque regresaste; venías derrotada como en un tango de rompe y rasga, pero a pesar de todo hermosa. Luego de tres años me había cansado de esperarte y ahora, cuando sin pena ni gloria han pasado estos meses de resignación, apareces donde menos lo hubiera imaginado: en la presa El Rejón, caminando hacia mí en el horizonte de las 6 de la mañana.
―No te asustes, Ismael. Nomás te vine a saludar, ya mañana me regreso para el otro lado; la pensé mucho para buscarte, pero ya ves, me ganó la tentación. Como siempre, ya sabes.
―No te apures por eso, Fabiola; nunca has estado ni estarás para asustar a nadie, solo que la sorpresa de verte luego de tanto tiempo, y precisamente en este parque y a estas horas, me dejó un poco desconcertado. Creí que ya jamás te iba a mirar en lo que me resta de vida.
Pero allí estabas, en el frío de enero, tu cabellera oscura caía como una bandera de seda sobre tu espalda, los ojos color caoba me enfocaban con cariño y compasión, sin una pizca de arrepentimiento por haberme abandonado de la noche a la mañana luego de cinco años de amor eterno.
―¿Y ya no querías verme nunca?
―Pues mira, todavía hace un año te vi todos los días en mi pensamiento y en alguna de las fotos que te tomé en aquel entonces. Aunque no lo creas, las mandé imprimir todas en Fotográficos Ayala y las guardo como reliquias sagradas. Era tu más rendido adorador, a pesar de que me traicionaste.
―Yo no te traicioné. Lo que pasa es que tú no quisiste comprometerte como es debido. Tú y yo jamás íbamos a llegar a nada y yo quería casarme, quería estabilidad y compromiso. Eso siempre te lo dejé bien claro.
―Como sea. Todo eso ya me importa muy poquito. Resultaría ridículo que a estas alturas nos pusiéramos a discutir de lo ya pasó, de lo que pudo haber sido y no fue. Desde el primer día, desde aquella vez en la cima del Cerro Coronel, te diste cuenta muy bien que yo te quise, que yo te amaba con toda el alma, y sabes que siempre fue así. Y lo fue también mucho tiempo después de que te fuiste con tu joven esposo norteamericano, del que te divorciaste a los dos meses.
―Tienes razón. Ya para qué hablamos de eso. Solo vine a saludarte, Ismael. Por cariño, por los recuerdos, por el pasado. También por aquella canción de Roberto Carlos: necesito saber qué será de ti.
Lo que más me impresionó de aquella visita fue que en verdad ya me había curado de ansiarla, de recordarla con dolor, con ese dolor que era lo único que me quedaba de ella y que por eso lo cultivaba y, podría decirse, disfrutaba. Y que ahora ya me fuera indiferente. Pude sentir el cariño que siempre le tuve, desde cuando fuimos amigos y luego una pareja tan intensa; la ternura de mirar su cara hermosa en el marco de su melena negra, ahora con algunos hilitos grises del tiempo. También me sorprendió hallar en mi pensamiento alguna leve satisfacción por mirarla derrotada y sin esperanza, esta alevosa sensación de venganza de la cual me apropiaba sin querer.
Un tenaz cobrador de Gonter Mueblería recoge una carta con las orillas quemadas como único vestigio de la persona a la que busca y donde se puede leer un drama pasional en algunos encuentros en el Confort Motel. Historia que se cuenta bajo el título de “Las deudas”, pag. 45.
Había una carta con orillas negras de quemaduras. Yo era cobrador de Gonter y buscaba el nuevo domicilio de un deudor que se fue sin avisar. Soy un sabueso terco, en cuanto vi la hoja, dije: aquí voy a saber a dónde te fuiste sin pagar, topillero. En el papel unas letras cuidadosas, bellamente manuscritas: No sé cómo llegamos a esto, Lucía, si nos queríamos tanto. La gente platicaba que éramos la pareja perfecta. Sí, cómo no. Cuando te vi con Ariel, no lo podía creer: llegaron muy abrazaditos al Confort Motel en tu carro. Yo iba saliendo y también me descubriste después de tres años de relaciones secretas con Luisa, tu hermana. O a lo mejor desde hace mucho que lo sabías, según la leyenda esa de que las mujeres siempre saben todo, intuyen lo que está sucediéndoles. Qué triste, qué pena, qué sórdido me parece todo y ahora: mira. Nuestra casa. La que hicimos juntos. Donde fuimos felices. Mira. Un basurero donde se secaron los sueños, nuestro pasado.
La historia corta “Ojo de hormiga” menciona lo ocurrido de la Calesa al Castel Sicomoro, cito: “ (pag. 48):
Ixtlachihuatl Chacón era de esos galanes a la antigua que suelen todavía mandar flores y todo el kit: serenata con trío, cena en La calesa, y encerrona discreta en el Castel Sicomoro. Luego, ojo de hormiga: no volvía a llamar, ni a contestar el teléfono y desaparecía de tu Facebook.
Una historia del bar El Cielo, donde una cantante temperamental, cuyo nombre no se menciona, aparece en la historia titulada “Antonia Aguilar”, que retrata los infortunios y aventuras de esta dama a la que le gustaba cantar y quien ya tenía su propio show en el ya mencionado bar y aparte realizaba labores de funcionaria, lo que le permitía viajar y hacer gala de su talento en el canto hasta que conoció a Tania Libertad, y en poco tiempo se hicieron amigas y lo que pasó, para que se enteren de todo el descalabro emocional lo podrán averiguar al leer el cuento: “Antonia Aguilar”, página 87.
En la historia “La casa del Varillero” el autor nos presenta una historia que tiene que ver con unos examantes que se reencuentran y ella ya está casada precisamente con un empleado de La Casa del Varillero, si sienten curiosidad por lo que pasó, hago la invitación para que lean esta historia que aparece en la página 67.
No pretendo perfilar lo ocurrido en tantos lugares arriba mencionados, continuo con otro apartado que me llamó la atención: Los personajes.
Algunos personajes se describen con detalle, mientras que otros apenas con una rápida pincelada.
Segunda hoja: Galería de personajes que nos describe Chávez, desde él mismo, con elementos autobiográficos desde sus mocedades hasta su época actual, pasando por los colados, los conductores fantasma, madres dolientes, editores, escritores en ciernes, los últimos representantes de civilizaciones perdidas, emisarios del pasado, mentirosos, cobardes, malditos miserables, culeros, lectores de Corín Tellado, taumaturgas, casados cínicos, edecanes, modelos, señoras desalojadas, viudas pensionadas, malandros, nuevos ricos, viejos rabo verde, actores, feos, vaquetones, un arguenudo (perezoso, indolente), mandilones, suicidas, borrachos, topilleros, cobradores, carteros, (que ya casi no hay), hijitos de mami, los ojo de hormiga, maquiladoras, avaros metódicos, escritoras agorzomadas (acosada, hostigada, reprimida) artistas incomprendidos, rentistas, hipocondriacos, artistas e intelectuales.
Los cuentos en que aparecen algunos de los personajes mencionados son:
Los Masculáis (Pag. 19)
Machete, (pág. 33)
Arguenudo (p. 35)
Suicidas Primeros auxilios (p. 38)
Sí, mami (47)
Tercera hoja: Productos y marcas del Chihuahua de hace varias décadas y de nuestra actualidad.
A lo largo de las historias se mencionan marcas y productos, como Autos Honda, Accord, lecturas de Corin Tellado, las burbujitas de Sal de uvas Picot, el tequila Herradura blanco, la cerveza Bohemia, la cerveza Negra Modelo, el tinte Miss Clairol, las mejorales, el Mustang, el Whisky Etiqueta Negra, El Sol de Parral, las plumas Parker Frontier, los elevadores Otis y una Remington 45 reglamentaria,
Cuarta hoja: Artistas e intelectuales
En diferentes historias se revelan las actuaciones de Nacho Guerrero, Enrique Servín, Rubén Mejía, Rogelio Treviño, Danny Trejo o Joaquín Cossío, aquí tuve una duda, ya que en la historia titulada “Machete” se habla de un actor feo, pero que escribe poesía y Dany Trejo protagonizó una película que lleva por título precisamente Machete, pero, que yo sepa, no escribe ni siquiera un recado, mientras que Joaquín Cossío, mejor conocido como el Cochiloco estuvo alguna vez en la facultad de Filosofía y Letras para leer un poemario de su autoría. Solo Chávez Marín nos puede sacar de esta duda. También se menciona el Encuentro de escritores Lunas de octubre, el grupo de teatro Agua Viva, la cantante Tania Libertad, el exseminarista Raúl Gómez Franco, el Grupo Aura, el crítico de la cultura José Pedro Gaytán, se mencionan Los Apson, el Circuito Literario de Apodaca, el autor psiquiatra y Conacine,
También el autor recurre a “musicalizar” sus historias con algunos fragmentos de José Alfredo Jiménez y Roberto Carlos en las canciones populares
Cucurrucucú Paloma, Qué será de ti y El Cantinero.
Conclusiones
La lectura de La calle ladina, de Jesús Chávez Marín, es como una máquina que nos transporta al pasado y nos regresa al presente con un lenguaje sencillo, como el mismo autor dice, cito: “Así quiero yo escribir, pensé yo, con esa sencillez y con esa vivacidad que estoy mirando en el arte escénico”. Fin de cita (Chávez, 2023, 9), pero también con un desparpajo que delata el conocimiento de formas de expresión coloquiales con lo que da forma y sentido a la caracterización de sus personajes que son el reflejo de su gran experiencia en el género de la crónica, donde además de la atmósfera de la historia, hay información del lugar y de los personajes y, obviamente, de sus acciones, sin dejar de ser irónico y sarcástico.
Recomiendo a las y los presentes en esta presentación adquieran el libro La calle ladina para que se sumerjan en la mirada de Jesús Chávez Marín. Gracias por su atención.
Chavez Marín, Jesús: La calle ladina. Editorial Instituto de Cultura del Municipio de Chihuahua, México, 2023.
18 abril 2024
No hay comentarios:
Publicar un comentario