miércoles, 20 de junio de 2018

Martha Retana. Realidad. Virtualidad



Realidad. Virtualidad

Por Martha Retana

Las letras se me juntan en el pecho, comienzan a despegar una por una y encuentran un espacio acogedor en mi garganta generando un nudo incontrolable. Las ideas palpitan en mi mente como una torrencial tormenta.
–No encuentro cómo iniciar, lo tengo en la punta de mi lengua. ¿Acaso está en la punta de mi lengua o en mi corazón apechugado?
Tantos recuerdos, pero tantos sueños.
–Tu dolor es el mío, sufro por ti, sufro, estoy enojada, no deseo que ninguna madre pase por este dolor, alguien debe hacer algo, no te quiero perder, o ya te perdí sin darme cuenta.
Como un golpe en la frente o un puñal en el centro del corazón, sueños y esperanzas se sumergen ipso facto en un mundo oscuro, un abismo interminable… tomo con mis manos desesperadas y torpes cruces, oraciones y sueños pasados; toda la vida empieza a desaparecer, las voces lejanas, las luces apagadas, el sol torturante, las noches en vela.
No hay ayuda emergente, porque ni siquiera sé qué pedir, las escasas voces que emiten pequeños lamentos que nadie escucha, pero no puedo gritar, el pensamiento de muerte me asfixia. Olor a sangre y desesperación inunda el hogar que con tanto amor construí, hoy nada importa, nada vale, solo volver a ver la sonrisa en mi hijo; quisiera que fuera como ayer cuando cantábamos en el auto en el tráfico en hora pico, un carro de locos, de felicidad.
Al igual que la mía ha sido la expresión del dolor de tantas madres al ver que los hijos se escurren de las manos como flujo de aceite.
115 suicidios en lo que va del año en el estado de Chihuahua; masacres de jóvenes en escuelas. Escucho juegos al natural sobre matanzas en niños entre 8 y 12 años. Esta semana una nota periodística en primera plana cubre el desalojo de una familia que sufre el abandono de un padre, la fotografía muestra la triste mirada de un niño de unos siete años recargando su dolor contra la pared de la que fuera su casa, y los otros, esos 7 pequeños extraños, hermanos, jugando con lo poco que queda de sus sueños.
Y las muchas notas de asesinatos entre bandas que abundan en nuestra localidad. Enfermeras y niños desaparecidos. Estas las notas actuales, –qué lindo nuestro mundo tan lleno de color, rojo. Lo más lindo de todo eso son las promesas de campaña, –discúlpenme pero no estaba ningún político evitando ese sufrimiento, no lo vi por ningún lado, quizá estaba tomando la foto panorámica.
En la fotografía, una mujer con pierna y brazos cruzados, en pose de negación o de imposibilidad, el dolor de madre el que habla, y de un niño pensativo refugiándose en sí mismo, recargándose en la pared, –podría ayudar a mamá a disminuir la carga, –no hablaré, seré invisible, evitaré dolor.
La falta de empleo, inseguridad, entre muchas otras derrotas, cosecho de la inhumanidad, según la RAE lo define como, crueldad, barbarie, falta de humanidad.
En dónde comienza este ciclo interminable de inhumanidad. ¿Desde cuándo somos simples espectadores del dolor ajeno? Un factor que agobia al sector social con sus peticiones de empleo y otros que gozan de fortunas y ambiciones inagotables, dejando a un lado la hermandad, encerrando a sus amistades y familiares; otros enfocándose solo a una carrera política.
–Todo cae por su propio peso.
Esto requiere un análisis profundo y la intervención de muchos actores sociales, pero cada quién habla como le va en la feria. Historias así las veo todos los días, para mí son visibles aún, las he padecido, la vivo en una lucha constante, no seré la única.
Por tantas demandas veo que nos hemos refugiado en mundos paralelos, como si fueran dimensiones, una vida alterna que satisfaga las carencias emocionales de la vida real en una vida virtual, falta de solución, de capacidad u oportunidad.
Ha sido tan sencillo suplir el cariño con tecnología, –quizá soy dura al decir suplir, ya que en ocasiones ayuda a entretener a los hijos mientras hacemos las tareas que consideramos más importantes:
–Porque si no lo hago, no comen.
Con ello postergamos un abrazo, evitamos jugar con los hijos y creamos una barrera emocional, sin percatarnos se nos hace tan normal decir:
–Mijito, ándele juegue en su cel mientras hago la comida y le mando un whats a mi jefe; ambas acciones al mismo tiempo, tipo malabarista.
–No puedes salir a esta hora, te pueden robar, ¿no has visto a todas las enfermeras que están desaparecidas?, mejor pon el Netflix, la serie que tanto te gusta, esa donde la chica se mata y la madre investiga como loca.
Veo esto:
–Yo el emoticón más absurdo, colorido y estúpido del mundo seré tu mejor amigo, y pudiera ser tajante y preguntar:
– ¿Tú podrías cuidarme si vuelvo a caer en un hospital, te desvelarás conmigo y si tropiezo mi mano sostendrá la tuya, soplarías tan fuerte para poder volar muy alto a modo tal que eleve  mis brazos para llevarte en mi vuelo?
Una palomita azul:
– ¡Ya vio mi mensaje!, estoy tan feliz, ahora sé que le importo…, si no fuera así me dejaría en visto o me bloquearía.
El corazón acelerado, es significado de una conducta premeditada.
–Mamá te amo con toda mi alma, feliz día de las madres. Su madre ni sabe usar un dispositivo.
–Ojalá hubiéramos sido los mejores amigos, pero te fuiste antes que yo carnal, –¿los mensajes llegarán al cielo o al infierno? A veces me convencen de que los muertos tienen facebook.
No sé si Charles Babbage o Konrad Zuse se imaginaban el impacto que tendría la computadora. Me imagino al británico Tim Berners-Lee, en Suiza, sentado cómodamente en una silla de oficina a medio tapiz, con una playera desgastada y su mirada perdida en un procesador antiestético lleno de tarjetas verdes con cables de colores cruzados saliendo de un puerto; todo para cumplir un sueño, la invención de la World Wide Web era unir al mundo, que se generaran grandes ideas, que la humanidad se conectara en un plano y se hicieran cosas maravillosas.
En un artículo publicado en la BBC por el 29 aniversario de esta invención, no estaba tan optimista Berners: "Al principio, sentí que lo mejor que los gigantes de internet podían hacer era ser neutrales, ser simplemente plataformas", cree que las redes sociales deben replantearse cómo mejorar, y dice que tal vez la respuesta esté en modificar su sistema para premiar comportamientos constructivos, y no a la inversa.
No todo es negativo, claro es, ya me han de odiar, efectivamente se han creado cosas maravillosas, el tema en cuestión es la educación en el uso de las tecnologías y su impacto, hasta dónde afecta emocionalmente, hasta dónde ayuda y su concientización en nuestra sociedad, ahora ¿qué hacemos? ¿Cómo nos educamos como padres, maestros… sociedad?






Martha Retana es psicóloga; además de ejercer su profesión ha sido profesora en su materia y editora. Actualmente trabaja en el departamento de comunicaciones de la Universidad Pedagógica Nacional y realiza trabajo artístico de pintora y fotógrafa. Escribe una columna semanal en El Heraldo de Chihuahua.

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