Tintanueva
Caramelos en el escote o Para empezar
a escribir
de Gabriel
Borunda
Por
Federico Corral Vallejo
Caramelos en escote, obra de Gabriel Borunda se hizo acreedora al Premio para obra
publicada Tintanueva 2016 en el género de la narrativa porque sin duda es una
obra clave dentro de lo publicado en vida del maestro; la cual conlleva páginas
adentro 23 narraciones que dan fe de los hechos que de manera directa o indirecta
permitieron al autor recrear su croquis de vida y su esplendor literario, cada
una de ellas forman parte del rompecabezas que la pluma y el intelecto de
Borunda legaron a la comunidad literaria del estado grande, o mejor dicho,
herencia de Chihuahua para el mundo.
Caramelos en
el escote es un crucigrama de ideas y
espacios que enfrentan al posible lector con sus fantasmas, con sus recuerdos y
por qué no con su futuro inmediato. De ahí que recurra una vez más a las
palabras de Octavio
Paz, quien decía que: “Todo libro (…) es en el fondo un diario…” en el cual las
cicatrices del alma se escriben con una goma de borrar indeleble. Sobre todo
cuando el pasado ha borrado evidencias, marcas y registros. Aún y cuando el
arte per se nos invita a salvar el
mundo (en este caso la literatura). Tal vez por ello hacen fila india
narraciones como: Para empezar a
escribir, Vida y lectura de la niñez y adolescencia, Los olores del amor, El
abuelo, Pero el divorcio, porque es pecado no te lo doy, Los fantasmas del cine
Estrella, No hallarás un recuerdo de mí… etcétera, etcétera… pues en estas
narraciones, incluso en las no citadas traen una fuerte carga de pasión y
entrega del quehacer literario de Gabriel Borunda.
Esta nueva
edición de Caramelos en el escote
parte de la primera que se editó bajo el título Para empezar a escribir, publicado por Raúl Manríquez Moreno bajo
el sello cuauhtemense Aster Editorial, allá por el 2008. Hoy por hoy, justo a
una década del atinado ojo de Aster Editorial, es que podemos leer de nuevo
esta obra bajo un título distinto, con el cual podemos acercar a las nuevas
generaciones de lectores a reconocerse en la narrativa borundiana.
Este cúmulo de
textos nos ofrece un recuento de letras donde la literatura tiende a ser
catártica, magia que engendra párrafos en el vientre de la página en blanco;
ahí justo donde Jostein Garder acota que: “Un cuento, o una narración, siempre
adquiere los colores que le otorgan el narrador y el ámbito donde se cuentan,
cuyo esplendor es el detonante que atrapa al lector”. Este esplendor lo tiene
no solo a bien saber sino dominado la pluma, el intelecto y la sensibilidad de
Gabriel Borunda, cuyo numen está poblado de un universo surtidor de imágenes
alegóricas. Por ejemplo, en la narración de “El Olvido” (cito):
…Todo
lo presente y lo futuro se va quedando en lo imposible, resuelto en el dolor,
en la angustia de las caricias que nunca dimos, pero que pretendemos que fueron
las mejores de nuestra vida y por tanto, ninguna será parecida…
Aquí, desde mi perspectiva crítica, el
color es la nostalgia, el ámbito el recuerdo, y el esplendor el tiempo
disfrazado de olvido, amén del contexto literario que posee la narración como
tal.
Si habría que
clasificar a Caramelos en el escote
en una colorimetría literaria, diría que pertenece a una roji-dorada; donde el
oro de los textos desemboca en una inmediata comunión por demás humana, así
como esa brillantez luminosa e intensa que nos eslabona a la pasión con que
fueron creados, donde la inspiración misma inhala y exhala a tal ritmo y
cadencia que hacen de esta obra una extensión del cuerpo y la memoria, (cito):
…Doña
Patricia decidió serle infiel al infiel para lavar el pecado de su marido y así
evitar su condenación. Tal determinación fue producto del consejo de su
confesor, el cual le deslizó la insinuación pensando en que su feligresa, a
pesar de sus cuarenta y ocho años, aún estaba de muy buen ver…
Estas dos citas son tan solo breves
destellos de la capacidad literaria de Gabriel Borunda contenida en este nuevo
pero viejo volumen de narrativa. Tengamos presente que la literatura es una
actividad natural de los seres humanos, aunque pase desapercibida para la
mayoría de ellos; es el sustento de la naturaleza, pues todo cuanto nos rodea en
su espíritu reposa; tal vez por ello, es que se niega a morir. Si hacemos
memoria nos daremos cuenta de que la narrativa se encuentra en toda la historia
y existe porque sí, por la vida y por la muerte, por el día y por la noche, por
todo y por nada, por el simple hecho de ser piedra angular en la creación y
tratar por un lado, de llegar a ser al fin una palabra… y por otro, un
accidente del lenguaje, hecho vivencia de reales sucesos.
Esto y más, es Caramelos en el escote, 23 universos
paralelos donde la intensidad de los mismos agigantan la emoción y la noción
narrativa, donde la tensión de cada historia nos lleva de manera inmediata al
sorprendente manejo del lenguaje.
Finiquito evocando por
un lado a Horacio Quiroga: “Quien nace escritor, nace con la obligación de
poner su don al servicio de la sociedad y su única posibilidad es la creación,
desde la seriedad de forma natural y contante”… –al decir contante me ligo–, por
otro lado, a la visión de Juan Boch para quien: “…cuento quiere decir llevar la
cuenta de un hecho, tener precisión y contundencia sobre el suceso narrado…”
sentencia que Gabriel Borunda tenía por demás aprendida y nos lo demuestra en
cada una de sus historias aquí recopiladas, (cito):
–La
etapa del placer por lo dulce ¿a qué edad se manifiesta? –pregunta Raúl
mientras Susana toma asiento a su lado.
El maestro miró los senos de caramelo, los
caramelos de senos, los caramelos tras los botones, los botones saltando, los
caramelos tras el brassiere. La boca se llenó de agua, la saliva pugnaba por
impregnar los caramelos, pero salía mal contenida y caliente por el glande.
Como podemos ver, escribir cuentos o
narraciones es una tarea seria, además de hermosa y comprometida, que tiene el
premio en su propia realización.
Esté donde esté el
maestro Gabriel Borunda Olivas, debe estar muy alegre por ver de nuevo estas
sus letras trascender el tiempo. Gracias Amelia Valdez viuda de Borunda, Aideé
Borunda Encerrado y Raúl Manríquez Moreno por permitirme compartir este espacio
en torno a esta celebración de Caramelos
en el escote o Para empezar a
escribir. Enhorabuena por una literatura chihuahuense que nutre y salva.
FEDERICO
CORRAL VALLEJO. Nació en Hidalgo del Parral Chihuahua, 1969. Poeta, ensayista,
crítico y editor. Tiene publicadas entre otras obras de poesía: Disfrazado de dolor, 1992. Covacha sin fe, 1998. Vomitar mi muerte, 2000. Sin fecha de caducidad, 2004. En busca de un somnífero, 2005. De plumas y huesos, 2011. Puntos Cardinales, 2012 y Desprovisto de equipaje, 2013. En el
género de ensayo: Retrato hablado: Ensayo
sobre la obra literaria de Alicia Acosta, 2003. José Muñoz Cota: Biografía de un relámpago, 2007. La Metáfora Subrayada, 2009. Carlos Montemayor: Finisterra será mi voz
para siempre, 2012. Un plaquette de cuentos: Mujer de humo, 2000, un libro de canciones: A capella 440, 2013 y la novela: Cartografía de una casa, 2016. Entre otros reconocimientos posee:
Premio Nacional Carlos Pellicer para obra publicada 2002. Premio Programa de
publicaciones 2004 del Instituto Chihuahuense de la Cultura con el libro de
Ensayo Principios de Sensibilidad;
Premio AFEMIL-Brasil-hispanoamericano de literatura 2006, por su novela Cartografía de una casa, Minas Gerais de
Belo Horizonte, Brasil. Premio Nacional de Poesía XXXIX Juegos Florales de San
Juan del Río Qro, 2009 por su obra: Los
verdaderos ángeles no tienen alas. Dirige Tintanueva Ediciones desde 1997 a
la fecha, donde organiza los premios Nacionales de Poesía y Cuento, con XX y
XIII emisiones consecutivas; además de llevar a cabo el Festival
Latinoamericano de Poesía: “Ser al fin una palabra...” con XII emisiones. Su
trabajo poético ha sido traducido al inglés, francés y portugués. Publicado en
EUA, Canadá, Brasil, Argentina, Perú, Cuba, España, Puerto Rico y México.
No hay comentarios:
Publicar un comentario