lunes, 2 de mayo de 2022

2. El auto. Almudena Cosgaya

 

Dintel de Almudena

2. El auto

 

 

Por Almudena Cosgaya

 

 

Martin y Amelia trabajaban en maquiladora, él era el jefe de producción y ella la supervisora a cargo del primer turno. La relación era cordial, llamadas por material y por zonas a las que ella debía prestar más atención.

Aquel día en particular Martín se sintió extraño, pues sentía que había algo fuera de lugar. Amelia lo acompañaba en el auto cuando normalmente eso no sucedía, y, sin embargo, ahí iban los dos conversando trivialidades del trabajo.

—Tenía tiempo deseando salir de la rutina —confesó Amelia—. Gracias por el aventón.

—Con mucho gusto —repuso Martín—. Nada me costaba darle un aventón a su casa.

—Desde el accidente no me había percatado de lo hermoso que es afuera. Y supongo que es porque nunca se valora lo que ya no se puede tener.

Martín condujo hasta toparse con la entrada a la maquila.

—¡Que extraño!, pensé que ya lo habíamos cruzado.

—Puede que desde hace rato. Mejor, ¿por qué no me dejas aquí? —propuso Amelia—. Tal vez de esa manera puedas irte... Yo regresaré caminando.

Con una extraña sensación en la boca del estómago, Martín se detuvo.

—Amelia, mañana espero nos pueda acompañar en el recorrido para la próxima visita. Y.… cuídese.

La mujer asistió con la cabeza y se alejó. Él la siguió mirando por el retrovisor, hasta que una repentina niebla la oculto.

Después de que Martin se marchara, se percató que nuevamente se volvió a encontrar con la caseta de entrada a la maquila. Algo dentro de él se estremeció.

¿Qué está pasando? Algo anda mal. Será mejor volver a la planta.

Condujo lentamente por el estacionamiento hasta encontrar su cajón habitual. Cuando se disipo la neblina, vio los restos de un auto. Era una Toyota negra y tenía pinta de haber sido embestida por otro auto. Había humo saliendo.

Cuando Martín se dirigió a la Toyota, pudo ver a dos personas atrapadas en su interior. La sangre se le helo, al ver que se trataba de Amelia. Retrocedió, mientras una gama de imágenes le revelaba los hechos fatídicos de aquella tarde.

—No hay resentimiento. Ya estaba escrito— dijo la mujer colocando su mano sobre el hombro de Martín. Te esperábamos.

—Y la eternidad, ya no está a la vuelta de la esquina —dijo el otro pasajero.

—¡Amelia! ¡Leo! —murmuró Martín.

Los ecos siempre regresan, a veces juntos y otras veces uno a uno...

 






Almudena Cosgaya descubrió su gusto por las historias desde niña; hacía fanfics de relatos ajenos, lo cual fue para ella un excelente entrenamiento para escribir luego sus propios cuentos, al darse cuenta de que en algunos de sus relatos de fanfic había creado un personaje que merecía su propia historia. Es autora de poemas y de prosa narrativa. En 2017 publicó La maldición del séptimo invierno, su primera novela.

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