El
mayor
Por Iván Cárdenas
1
Ya corrían los caballos cuando a las cuatro y cuarto de una tarde le
dispararon al Mayor Paredes, ex director de la policía estatal en Chihuahua.
Llevaban tiempo amenazándolo y ese día no fue la excepción; había cosechado
enemistades en Casas Grandes por unos tratos con la mafia. No se puede tener
contento a todo mundo, decía. Ni mi viejita santa, que en paz descanse, me pudo
detener de ir a donde se me hincharan los huevos, menos estos pinches
malandrillos, resolvió con coraje luego de dudar por unos minutos de atender la
invitación de su compadre, el Coma Rojo, ambos personajes con una visión muy
particular de la vida y la muerte. Coincidían en acontecimientos puntuales de
sus vidas, egresaron juntos de la Academia, los dos habían perdido un hijo en
el camino y recientemente se divorciaron, con unos meses de diferencia, 27 y 24
años de matrimonio respectivamente. Ese hecho los conectó como conectan los
hombres valientes. Ya eran seis meses frecuentando el hipódromo clandestino de
un narco empresario muy conocido por ser independiente y tener buen trato con
los jefes, políticos. Era impensable un atentado en ese escenario por muchos
motivos, pero la traición, que aparece para alterar el orden lógico de las
cosas, dejó a todos los presentes de aquella tarde el recordatorio de que en el
bajo mundo, no se puede confiar ni en la propia sombra.
2
Uno entra a la academia creyendo que va salvar al mundo o para no
morirse de hambre, puras pendejadas piensa uno con el estómago vacío. Se
escucharon dos carcajadas y un vaso de cristal cortado reventándose en el
suelo. El mundo no tiene remedio, compadre, y a nosotros no más nos dio más
hambre con los años. Y con los logros, tigre. Dijo el Mayor, de sonrisita
cómplice y hasta siniestra. Ya iba por ahí del séptimo whisky doble a las
rocas. Seis meses antes del atentado, andaba descosido por las calles de
Chihuahua, borracho y drogado de poder, con la nostalgia de un tiempo perdido y
el corazón apachurrado por obvias razones. Después de su divorcio regreso de
Guadalajara donde vivió la mitad de su matrimonio por cuestiones de seguridad,
pero sobre todo porque su mujer, oriunda de Jalostotitlán, en los altos de
Jalisco, lo convenció de establecerse en la colonia Solares de la perla
tapatía. Durante su desempeño como director logró amasar una fortuna en
efectivo que invirtió en bienes raíces y resguardaba otra sustanciosa parte en
cinco cajas fuertes, puros billetes XL de 100 dólares. Cada que en una de las
cajas se introducía la combinación correcta de ocho numeritos, se retiraban no
menos de treinta mil grandes, para mujeres, apuestas de caballos, alcohol y
propinas. El perico se lo regalaban. Eso había sido la debilidad del Mayor, un
hombre de armas pero con muy buen manejo de la palabra. Muchos comentan que
gracias a sus vicios le pudieron disparar, para mí su historia se vino forjando
desde chamaquito, como la de todos.
3
Estábamos en ciudad Juárez, era viernes y jugaba la selección una copa
América. El viejo y yo prendimos el carbón, sacamos la TV y destapamos unas Modelo
Especial. Nos enteramos de la noticia y fue desconcierto puro. Eran las cuatro
con treinta de la tarde, un corte informativo en el canal 44 daba el aviso a de
que el ex director de la policía en el estado de Chihuahua, Miguel Ángel
Paredes, estaba muy grave en el hospital a causa de cinco disparos en el
cuerpo. El viejo se quedó mudo por unos instantes y me pidió su teléfono para
hacer una llamada. Lo trae en la bolsa, le dije. Duró 10 o 15 minutos
telefoneando. En ese espasmo de la realidad, me quedé imaginando todas las
historias que habrían detrás de ese acontecimiento, sabía también qué, por
azares del destino, el viejo y el Mayor Paredes eran amigos desde niños, muy
distantes estos últimos años, pero íntimos. Ya he escuchado algunas historias,
por eso mi mente rápido encontró un hilo
conductor para sus visiones. Le metieron cinco chingazos, dijo el viejo
preocupado, y de golpe me trajo otra vez al momento. Dos en la cabeza, está muy
grave, pero trata de hablar y se queja, lo tienen conectado. Eso me sorprendió
muchísimo. Le comenté que me gustaría escribir sobre sus vidas, se le
cristalizaron los ojos, le dio un trago a su cerveza y prendió un Marlboro
rojo.
En ese tiempo
la mafia entendía que mejor era ser discretos, aunque siempre han surgido personajes
a los que los devora el poder y los lujos. Son los que no duran, que se creen
estrellas sin saber que son fugaces. Miguel y yo coincidíamos en eso, veníamos
del rancho, nunca quisimos fama ni lujos, queríamos ayudar en la casita de los
viejos y construir la nuestra, ya la vida nos fue dando más de lo que
necesitábamos, luego cada quien agarró su rumbo. Supe que al mayor lo habían
empezado a amenazar una semana después de volver a Chihuahua. Él sabía que eso
iba a pasar, la gente afectada por sus tratos con los de Sinaloa no había
olvidado, a pesar del tiempo. Aparte se rumoraba que la muerte del jefe de esa
célula familiar había sido ordenada por el mismo Miguel Paredes para enterrar
ese conflicto, pero el hijo del hoy finado siguió operando en Casas Grandes y
la idea de venganza la encontraba por de más atractiva. En este rancho todo se
sabe, flaco. No duraron ni ocho días en enterarse del paradero del Mayor y
empezaron con los mensajes, las llamadas. Como duró los primero tres meses sin
un domicilio fijo, todo era así, por teléfono se mentaban la madre, pero luego
del tercer mes que se mudó definitivamente a una finca en Lomas La Salle,
empezaron a llenarle los muros con mensajes y disparos. Si vieras el coraje que
hizo el mayor las primeras y únicas dos veces que se lo hicieron, ah, porque
luego de la segunda contrató cuatro sicarios que eran exmilitares con charola
para que cuidaran 24/7 los alrededores de la casa. Eso sí, cuando salía siempre
iba solo. Era de la idea que mejor sería que nomás él supiera a donde iba en su
volvo blindado, un regalito del Coma
Rojo para que se moviera en la capital. No creas que le asustaban las amenazas,
a lo largo de su carrera tuvo muchas experiencias que le blindaron los nervios.
Eso te lo va dando la experiencia de convivir con las balas. También siento que
el Mayor se acostumbró a que todo mundo le chupara los huevos por donde
llegara, y subestimó a estos pinches locos. A lo mejor se le olvidó que a sus
espaldas todo mundo hablaba de él como si fuera un pendejo adicto. Todos saben
que es muy violento, por eso nadie lo increpa, ningún cabrón se atreve a
decirle sus verdades en la cara. Nomás yo, mijo. Nos dábamos unas regañadas
cuando alguno perdía el piso. Qué pinche coraje me da no poderlo ayudar,
ahorita ya no más está en las manos de Dios. Nunca había visto llorar al viejo,
en realidad solo hizo una mueca extraña en él, pero no hubo lagrimas.
4
Se levantó antes de que cantara el gallo para darse un toque, todos los
días a las 4:44 Junior sentía un impulso que lo hacía abrir repentinamente los
ojos, por reflejo agarraba su celular que estaba en la mesita de noche al lado
de una 9mm, con esa misma sensación de cuando el tío Román le informó por
WhatsApp del asesinato de su padre. Luego del exabrupto, miraba la hora y
siempre indicaba los mismos tres dígitos, 4:44. Al principio creyó que era
coincidencia, o una nueva costumbre del cuerpo por despertarse en ese ratito,
algo sin importancia. La repetición diaria y rigurosa de este loop, después de
30 días, lo hizo pensar en otros términos. Fue encontrándole un sentido místico,
pero sin tener conciencia de ello, solo era una sensación que le invitaba a
decodificar un mensaje del universo. En temas de Dios, junior siempre ha sido
muy católico, desde la muerte de su padre se acercó más a la iglesia, no
fallaba una misa y regularmente hacía cuantiosas donaciones que el sacerdote
Germino aceptaba con los brazos abiertos. Casas Grandes era un pueblo que ha
crecido mucho en los últimos años, pero todos se conocen y más o menos se sabe
qué pasa con cada quién. Desde que se corrió la voz de que el Mayor Paredes
había vuelto, sintieron un cambio en las calles. El Junior dejó de ir a
misa. Empezaron a circular seis
blindadas negras con cuatro o cinco hombres en cada una, armados hasta los
dientes. Al Junior se lo veía como acelerado, ya ni saludaba y hasta amenazó a don
Roque el de la carnicería, que porque le empezó a echar carrilla de unos tenis
que traía con picos, así se llevan, son amigos, luego el Junior saco la 9mm y
se la puso en la panza. Cuando cayó en razón de que la estaba regando, se subió
al Camaro y salió quemando llanta. Todo mundo se quedó bien agüitado. Los
vecinos sabían lo doloroso que ha sido para Junior y La señora María el asesinato
del Ciruelo, padre y esposo. También cabecilla, junto con su hermano Román, del
grupo delictivo instalado en la localidad. A pesar de sus actividades, la
comunidad lo consideraba buena persona. El junior heredó ese poder con 24 años
y cuando concluyeron que el Mayor Paredes había sido el autor intelectual, dejó
de descansar. Duró tres meses planeando la venganza, pero en realidad ya
llevaba cinco años con esa idea dando vueltas en su cabeza, aunque no se lo
decía a nadie, porque atentar contra un ex funcionario del gobierno en una
ciudad a mil kilómetros de distancia, donde los contactos no son los mismos,
era por demás aventurado y poco inteligente. Jamás esperó que el día fuera a
llegar, mucho menos tan pronto. Cuando se enteró de que el supuesto asesino de
su padre estaba en la capital, sintió un vació en el estómago. Junior tenía
tres de sus primos operando desde Chihuahua, lo ayudaban entregando sobornos,
entrevistándose con policías y abogados, a los políticos él personalmente le
gustaba tratarlos, pero de ahí en fuera delegaba todas las diligencias en la
Ciudad. Ese día tomó la llamada de un primo, ya pasaban las nueve de la noche
un viernes. Oiga, estoy viendo al Mayor Paredes en el hipódromo del compa
Mares. ¿Cómo chingados? Asegúrate que sea
él, cabrón. No me vayas a salir con que se parecía si ya andas pedo. No, primo,
qué pues, vengo llegando y ese pinche viejo es inconfundible por su bigotote.
Ya está, primo. No te le acerques mucho, y pónganle campana. Ya no lo dejen de
seguir, wey. Necesito alguien que se le pegue día y noche. Sí, primo, ya tengo
chofer afuera echando un ojo. Bueno, pues que le heche dos. Mañana temprano les
caigo, que no se les pele, cabrón. Desde ese día, a donde se movía el mayor, se
movían dos o tres carros tras de él, turnándose cada kilómetro y medio para no levantar sospechas.
Era del conocimiento del Mayor que en Casas Grandes se había desatado un
disputa cuando por más de 1 MDD entregó una ruta que atravesaba desde Janos
hasta el Berrendo. Nadie la utilizaba y el Mayor la encontró en un recorrido
por aire que realizaban como reconocimiento a la zona por motivo de un cateo.
Cuando se corrió la voz empezaron los problemas, salieron más dueños y empezó
la matadera. En eso estaban cuando con el cambio de gobierno cortaron al Mayor
Paredes de su puesto y se fue corriendo para Guadalajara al mismo tiempo que
asesinan al Ciruelo. Mucha gente hizo la misma conjetura, aunque el Mayor nunca
se pronunció, ni le confesó a nadie su participación en esa muerte. Mientras
tanto el Junior, luego de tres meses, ya tenía todas las piezas en su lugar,
logro sobornar a Mares, el del hipódromo, con 5 millones en efectivo y dos
ranchos de 50 hectáreas cada uno, cerca de Satevó. Suma por demás exagerada,
pero el Junior andaba como loco y Mares no pudo negarse, aunque él también
tenía sus planes. El trato fue que le dispararían en el hipódromo y la gente de
Mares se encargaría de limpiar, o por lo menos contaminar la escena del crimen.
El plan estaba armado, llegó el día. El reloj marcaba las 4:15 de la tarde,
corrían los caballos por los siete carriles del ya mentado hipódromo
clandestino, cuando un hombre armado disparó en cinco ocasiones contra la
humanidad del Mayor Paredes, que cayó inmediatamente boca arriba. Desde el suelo
se escuchaba una voz ahogada. Hijos de su puta madre, me van a conocer. La
sorpresa de los paramédicos también fue inmensa al ver un hombre con dos hoyos
en la cabeza hablando y quejándose. Al momento del atentado, el Coma Rojo se
encontraba en el baño, escuchó los gritos de algunos presentes, desenfundó su
38 super e hizo un movimiento táctico. Se encontró de frente a un hombre armado
que corría en su dirección, sin saber aun lo que había pasado tomó una
decisión. Se escucharon tres detonaciones y cayó aquel hombre herido. El
agresor del Mayor Paredes yacía en el suelo con tres impactos de bala en piernas
y cadera. ¿Quién te mandó, putito? Gritó el Coma Rojo. El Junior de Casas
Grandes, cantó a la primera el gorrión asustado. Pasaron menos de dos horas
cuando un grupo táctico conformado por agentes especiales de la policía estatal
y dos exmilitares adjuntados al equipo por órdenes del Coma Rojo arribaron al
domicilio donde se encontraban El junior y dos de sus primos. Cinco agentes
entraron a la fuerza, uno de ellos fue recibido con un balazo en la frente, en
la escena quedaron cuatro cuerpos sin vida; un efectivo de la policía estatal y
tres civiles. Los dos primos y el Junior quedaron como coladeras. Al mismo
tiempo el Mayor Paredes era intervenido en la sala de emergencias del mejor
hospital de la Ciudad. Antes del atentado, este no había tomado especial
precaución porque la noticia del asesinato del ciruelo lo dejó igual de
sorprendido que a todos; aunque sintió un alivio, su sorpresa fue genuina. Él
no tuvo nada que ver en ese suceso. También sabía que cualquier atentado en su
contra iba ser pagado con las vidas de los involucrados, tarde o temprano. No
había conocido a nadie que tuviera los huevos de meterse. Las pintas y las
amenazas por teléfono él decía que eran niñerías de chamacos pendejos. Aunque
un par de noches si le llegaron a quitar el sueño, cometió el pecado de
subestimar a un pendejo. Increíblemente los médicos le salvaron la vida, aunque
tiene serios problemas motrices y del habla. Dicen que a cada rato, en sus
terapias de lenguaje, dibuja la muerte, armas y pide que lo maten. El tío Román
la semana pasada se casó con la viuda de su hermano en Casas Grandes. El mismo
fue el que filtró a los estatales las ubicaciones de las tres casas de
seguridad desde donde operaba el Junior y sus primos, también fue el
responsable de lo que paso con su hermano, por diferencias en cuanto el negocio
de las drogas sintéticas, el Ciruelo estaba en contra y decidió deshacerse de
él. Por su parte el compa Mares repartió 2 de los 5 millones que recibió de él
Junior por su complicidad y siguió operando el hipódromo a los 15 días.
El mundo gira, el Mayor respira, pero ya no habla, ni camina.
Iván Cárdenas escribe en un sitio de Facebook que es muy popular y tiene miles de lectores, se titula Iván Ca Bu. También es compositor de canciones además de ser cantante. Es autor de un libro de relatos, inédito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario