viernes, 13 de mayo de 2022

El mayor. Iván Cárdenas


 

El mayor

 

Por Iván Cárdenas



1

Ya corrían los caballos cuando a las cuatro y cuarto de una tarde le dispararon al Mayor Paredes, ex director de la policía estatal en Chihuahua. Llevaban tiempo amenazándolo y ese día no fue la excepción; había cosechado enemistades en Casas Grandes por unos tratos con la mafia. No se puede tener contento a todo mundo, decía. Ni mi viejita santa, que en paz descanse, me pudo detener de ir a donde se me hincharan los huevos, menos estos pinches malandrillos, resolvió con coraje luego de dudar por unos minutos de atender la invitación de su compadre, el Coma Rojo, ambos personajes con una visión muy particular de la vida y la muerte. Coincidían en acontecimientos puntuales de sus vidas, egresaron juntos de la Academia, los dos habían perdido un hijo en el camino y recientemente se divorciaron, con unos meses de diferencia, 27 y 24 años de matrimonio respectivamente. Ese hecho los conectó como conectan los hombres valientes. Ya eran seis meses frecuentando el hipódromo clandestino de un narco empresario muy conocido por ser independiente y tener buen trato con los jefes, políticos. Era impensable un atentado en ese escenario por muchos motivos, pero la traición, que aparece para alterar el orden lógico de las cosas, dejó a todos los presentes de aquella tarde el recordatorio de que en el bajo mundo, no se puede confiar ni en la propia sombra.


2

 

Uno entra a la academia creyendo que va salvar al mundo o para no morirse de hambre, puras pendejadas piensa uno con el estómago vacío. Se escucharon dos carcajadas y un vaso de cristal cortado reventándose en el suelo. El mundo no tiene remedio, compadre, y a nosotros no más nos dio más hambre con los años. Y con los logros, tigre. Dijo el Mayor, de sonrisita cómplice y hasta siniestra. Ya iba por ahí del séptimo whisky doble a las rocas. Seis meses antes del atentado, andaba descosido por las calles de Chihuahua, borracho y drogado de poder, con la nostalgia de un tiempo perdido y el corazón apachurrado por obvias razones. Después de su divorcio regreso de Guadalajara donde vivió la mitad de su matrimonio por cuestiones de seguridad, pero sobre todo porque su mujer, oriunda de Jalostotitlán, en los altos de Jalisco, lo convenció de establecerse en la colonia Solares de la perla tapatía. Durante su desempeño como director logró amasar una fortuna en efectivo que invirtió en bienes raíces y resguardaba otra sustanciosa parte en cinco cajas fuertes, puros billetes XL de 100 dólares. Cada que en una de las cajas se introducía la combinación correcta de ocho numeritos, se retiraban no menos de treinta mil grandes, para mujeres, apuestas de caballos, alcohol y propinas. El perico se lo regalaban. Eso había sido la debilidad del Mayor, un hombre de armas pero con muy buen manejo de la palabra. Muchos comentan que gracias a sus vicios le pudieron disparar, para mí su historia se vino forjando desde chamaquito, como la de todos.
 

3

Estábamos en ciudad Juárez, era viernes y jugaba la selección una copa América. El viejo y yo prendimos el carbón, sacamos la TV y destapamos unas Modelo Especial. Nos enteramos de la noticia y fue desconcierto puro. Eran las cuatro con treinta de la tarde, un corte informativo en el canal 44 daba el aviso a de que el ex director de la policía en el estado de Chihuahua, Miguel Ángel Paredes, estaba muy grave en el hospital a causa de cinco disparos en el cuerpo. El viejo se quedó mudo por unos instantes y me pidió su teléfono para hacer una llamada. Lo trae en la bolsa, le dije. Duró 10 o 15 minutos telefoneando. En ese espasmo de la realidad, me quedé imaginando todas las historias que habrían detrás de ese acontecimiento, sabía también qué, por azares del destino, el viejo y el Mayor Paredes eran amigos desde niños, muy distantes estos últimos años, pero íntimos. Ya he escuchado algunas historias, por eso mi mente rápido encontró  un hilo conductor para sus visiones. Le metieron cinco chingazos, dijo el viejo preocupado, y de golpe me trajo otra vez al momento. Dos en la cabeza, está muy grave, pero trata de hablar y se queja, lo tienen conectado. Eso me sorprendió muchísimo. Le comenté que me gustaría escribir sobre sus vidas, se le cristalizaron los ojos, le dio un trago a su cerveza y prendió un Marlboro rojo.
En ese tiempo la mafia entendía que mejor era ser discretos, aunque siempre han surgido personajes a los que los devora el poder y los lujos. Son los que no duran, que se creen estrellas sin saber que son fugaces. Miguel y yo coincidíamos en eso, veníamos del rancho, nunca quisimos fama ni lujos, queríamos ayudar en la casita de los viejos y construir la nuestra, ya la vida nos fue dando más de lo que necesitábamos, luego cada quien agarró su rumbo. Supe que al mayor lo habían empezado a amenazar una semana después de volver a Chihuahua. Él sabía que eso iba a pasar, la gente afectada por sus tratos con los de Sinaloa no había olvidado, a pesar del tiempo. Aparte se rumoraba que la muerte del jefe de esa célula familiar había sido ordenada por el mismo Miguel Paredes para enterrar ese conflicto, pero el hijo del hoy finado siguió operando en Casas Grandes y la idea de venganza la encontraba por de más atractiva. En este rancho todo se sabe, flaco. No duraron ni ocho días en enterarse del paradero del Mayor y empezaron con los mensajes, las llamadas. Como duró los primero tres meses sin un domicilio fijo, todo era así, por teléfono se mentaban la madre, pero luego del tercer mes que se mudó definitivamente a una finca en Lomas La Salle, empezaron a llenarle los muros con mensajes y disparos. Si vieras el coraje que hizo el mayor las primeras y únicas dos veces que se lo hicieron, ah, porque luego de la segunda contrató cuatro sicarios que eran exmilitares con charola para que cuidaran 24/7 los alrededores de la casa. Eso sí, cuando salía siempre iba solo. Era de la idea que mejor sería que nomás él supiera a donde iba en su volvo blindado,  un regalito del Coma Rojo para que se moviera en la capital. No creas que le asustaban las amenazas, a lo largo de su carrera tuvo muchas experiencias que le blindaron los nervios. Eso te lo va dando la experiencia de convivir con las balas. También siento que el Mayor se acostumbró a que todo mundo le chupara los huevos por donde llegara, y subestimó a estos pinches locos. A lo mejor se le olvidó que a sus espaldas todo mundo hablaba de él como si fuera un pendejo adicto. Todos saben que es muy violento, por eso nadie lo increpa, ningún cabrón se atreve a decirle sus verdades en la cara. Nomás yo, mijo. Nos dábamos unas regañadas cuando alguno perdía el piso. Qué pinche coraje me da no poderlo ayudar, ahorita ya no más está en las manos de Dios. Nunca había visto llorar al viejo, en realidad solo hizo una mueca extraña en él, pero no hubo lagrimas.


4

Se levantó antes de que cantara el gallo para darse un toque, todos los días a las 4:44 Junior sentía un impulso que lo hacía abrir repentinamente los ojos, por reflejo agarraba su celular que estaba en la mesita de noche al lado de una 9mm, con esa misma sensación de cuando el tío Román le informó por WhatsApp del asesinato de su padre. Luego del exabrupto, miraba la hora y siempre indicaba los mismos tres dígitos, 4:44. Al principio creyó que era coincidencia, o una nueva costumbre del cuerpo por despertarse en ese ratito, algo sin importancia. La repetición diaria y rigurosa de este loop, después de 30 días, lo hizo pensar en otros términos. Fue encontrándole un sentido místico, pero sin tener conciencia de ello, solo era una sensación que le invitaba a decodificar un mensaje del universo. En temas de Dios, junior siempre ha sido muy católico, desde la muerte de su padre se acercó más a la iglesia, no fallaba una misa y regularmente hacía cuantiosas donaciones que el sacerdote Germino aceptaba con los brazos abiertos. Casas Grandes era un pueblo que ha crecido mucho en los últimos años, pero todos se conocen y más o menos se sabe qué pasa con cada quién. Desde que se corrió la voz de que el Mayor Paredes había vuelto, sintieron un cambio en las calles. El Junior dejó de ir a misa.  Empezaron a circular seis blindadas negras con cuatro o cinco hombres en cada una, armados hasta los dientes. Al Junior se lo veía como acelerado, ya ni saludaba y hasta amenazó a don Roque el de la carnicería, que porque le empezó a echar carrilla de unos tenis que traía con picos, así se llevan, son amigos, luego el Junior saco la 9mm y se la puso en la panza. Cuando cayó en razón de que la estaba regando, se subió al Camaro y salió quemando llanta. Todo mundo se quedó bien agüitado. Los vecinos sabían lo doloroso que ha sido para Junior y La señora María el asesinato del Ciruelo, padre y esposo. También cabecilla, junto con su hermano Román, del grupo delictivo instalado en la localidad. A pesar de sus actividades, la comunidad lo consideraba buena persona. El junior heredó ese poder con 24 años y cuando concluyeron que el Mayor Paredes había sido el autor intelectual, dejó de descansar. Duró tres meses planeando la venganza, pero en realidad ya llevaba cinco años con esa idea dando vueltas en su cabeza, aunque no se lo decía a nadie, porque atentar contra un ex funcionario del gobierno en una ciudad a mil kilómetros de distancia, donde los contactos no son los mismos, era por demás aventurado y poco inteligente. Jamás esperó que el día fuera a llegar, mucho menos tan pronto. Cuando se enteró de que el supuesto asesino de su padre estaba en la capital, sintió un vació en el estómago. Junior tenía tres de sus primos operando desde Chihuahua, lo ayudaban entregando sobornos, entrevistándose con policías y abogados, a los políticos él personalmente le gustaba tratarlos, pero de ahí en fuera delegaba todas las diligencias en la Ciudad. Ese día tomó la llamada de un primo, ya pasaban las nueve de la noche un viernes. Oiga, estoy viendo al Mayor Paredes en el hipódromo del compa Mares. ¿Cómo chingados?  Asegúrate que sea él, cabrón. No me vayas a salir con que se parecía si ya andas pedo. No, primo, qué pues, vengo llegando y ese pinche viejo es inconfundible por su bigotote. Ya está, primo. No te le acerques mucho, y pónganle campana. Ya no lo dejen de seguir, wey. Necesito alguien que se le pegue día y noche. Sí, primo, ya tengo chofer afuera echando un ojo. Bueno, pues que le heche dos. Mañana temprano les caigo, que no se les pele, cabrón. Desde ese día, a donde se movía el mayor, se movían dos o tres carros tras de él, turnándose cada  kilómetro y medio para no levantar sospechas. Era del conocimiento del Mayor que en Casas Grandes se había desatado un disputa cuando por más de 1 MDD entregó una ruta que atravesaba desde Janos hasta el Berrendo. Nadie la utilizaba y el Mayor la encontró en un recorrido por aire que realizaban como reconocimiento a la zona por motivo de un cateo. Cuando se corrió la voz empezaron los problemas, salieron más dueños y empezó la matadera. En eso estaban cuando con el cambio de gobierno cortaron al Mayor Paredes de su puesto y se fue corriendo para Guadalajara al mismo tiempo que asesinan al Ciruelo. Mucha gente hizo la misma conjetura, aunque el Mayor nunca se pronunció, ni le confesó a nadie su participación en esa muerte. Mientras tanto el Junior, luego de tres meses, ya tenía todas las piezas en su lugar, logro sobornar a Mares, el del hipódromo, con 5 millones en efectivo y dos ranchos de 50 hectáreas cada uno, cerca de Satevó. Suma por demás exagerada, pero el Junior andaba como loco y Mares no pudo negarse, aunque él también tenía sus planes. El trato fue que le dispararían en el hipódromo y la gente de Mares se encargaría de limpiar, o por lo menos contaminar la escena del crimen. El plan estaba armado, llegó el día. El reloj marcaba las 4:15 de la tarde, corrían los caballos por los siete carriles del ya mentado hipódromo clandestino, cuando un hombre armado disparó en cinco ocasiones contra la humanidad del Mayor Paredes, que cayó inmediatamente boca arriba. Desde el suelo se escuchaba una voz ahogada. Hijos de su puta madre, me van a conocer. La sorpresa de los paramédicos también fue inmensa al ver un hombre con dos hoyos en la cabeza hablando y quejándose. Al momento del atentado, el Coma Rojo se encontraba en el baño, escuchó los gritos de algunos presentes, desenfundó su 38 super e hizo un movimiento táctico. Se encontró de frente a un hombre armado que corría en su dirección, sin saber aun lo que había pasado tomó una decisión. Se escucharon tres detonaciones y cayó aquel hombre herido. El agresor del Mayor Paredes yacía en el suelo con tres impactos de bala en piernas y cadera. ¿Quién te mandó, putito? Gritó el Coma Rojo. El Junior de Casas Grandes, cantó a la primera el gorrión asustado. Pasaron menos de dos horas cuando un grupo táctico conformado por agentes especiales de la policía estatal y dos exmilitares adjuntados al equipo por órdenes del Coma Rojo arribaron al domicilio donde se encontraban El junior y dos de sus primos. Cinco agentes entraron a la fuerza, uno de ellos fue recibido con un balazo en la frente, en la escena quedaron cuatro cuerpos sin vida; un efectivo de la policía estatal y tres civiles. Los dos primos y el Junior quedaron como coladeras. Al mismo tiempo el Mayor Paredes era intervenido en la sala de emergencias del mejor hospital de la Ciudad. Antes del atentado, este no había tomado especial precaución porque la noticia del asesinato del ciruelo lo dejó igual de sorprendido que a todos; aunque sintió un alivio, su sorpresa fue genuina. Él no tuvo nada que ver en ese suceso. También sabía que cualquier atentado en su contra iba ser pagado con las vidas de los involucrados, tarde o temprano. No había conocido a nadie que tuviera los huevos de meterse. Las pintas y las amenazas por teléfono él decía que eran niñerías de chamacos pendejos. Aunque un par de noches si le llegaron a quitar el sueño, cometió el pecado de subestimar a un pendejo. Increíblemente los médicos le salvaron la vida, aunque tiene serios problemas motrices y del habla. Dicen que a cada rato, en sus terapias de lenguaje, dibuja la muerte, armas y pide que lo maten. El tío Román la semana pasada se casó con la viuda de su hermano en Casas Grandes. El mismo fue el que filtró a los estatales las ubicaciones de las tres casas de seguridad desde donde operaba el Junior y sus primos, también fue el responsable de lo que paso con su hermano, por diferencias en cuanto el negocio de las drogas sintéticas, el Ciruelo estaba en contra y decidió deshacerse de él. Por su parte el compa Mares repartió 2 de los 5 millones que recibió de él Junior por su complicidad y siguió operando el hipódromo a los 15 días.

El mundo gira, el Mayor respira, pero ya no habla, ni camina.

 






Iván Cárdenas escribe en un sitio de Facebook que es muy popular y tiene miles de lectores, se titula Iván Ca Bu. También es compositor de canciones además de ser cantante. Es autor de un libro de relatos, inédito.

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