jueves, 12 de mayo de 2022

Besar. Jaime Gardea


 

Besar

 

 

Por Jaime Gardea

 

—¡Que no!

—Pero me gusta un montón.

—Así pasa, nos gusta mucha gente, pero entiende que la efervescencia del sentimiento dura un ratito; dentro de quince días ni te vas a acordar de él.

—¡Claro que no! Yo sé que persistirá. Y si no hago algo hoy, me arrepentiré toda la vida.

—¿Qué pretendes hacer? ¿A qué te refieres con eso?

—Ay no, para qué te dije.

—No, ahora me dices ¿qué plan tienes?

—Ninguno.

—¡No te hagas!

—Ay, ya, bueno, pensaba robarle un beso.

—¿En dónde?

—No sé, podría llevarlo a biblioteca y ahí entre los libros donde nadie alcanza a ver.

—Pareces de preparatoria.

—¡Y tú de secundaria!

—¿Te acuerdas del otro muchacho? El que se peinaba de libro abierto.

—Ah, claro que sí, me encantaba ese.

—¿Cuánto duró el amor?

—No inventes tonterías, yo no me enamoré de él.

—Juras y perjuras.

—Cállate.

—Es a lo que me refiero Lo mismo me decías de él y mira hoy, sales con otro.

—Este caso es diferente.

—Para ti siempre es diferente.

—Mira, sé que no lo entiendes, pero tengo la certeza.

—¿Qué le ves?

—No sé.

—Está canoso y la panza no le cabe en la camisa.

—¿Qué tiene de malo?

—Nada, pero no es tu estilo.

—Pues quizás ahora lo sea.

—Uy, te van a decir arrastra viejitos.

—No, porque solo sería él.

—¿Sí sabes que está casado, verdad?

—No asumas cosas.

—Tiene hijos.

—Sí, pero eso es muy diferente a casarse; puedes tener hijos y no casarte, es más, puede ser divorciado.

—A lo que me refiero es que no sabes en qué puedes meterte, capaz y te golpean.

—Sería un duelo que valdría la pena.

—Dios santísimo, mira cómo hablas, no te importaría luchar por una persona, literalmente.

—Pos oye, si me gusta debo hacer lo necesario.

—Lo necesario es que entiendas que las emociones que sientes ahorita son de muy corta duración, apenas lo viste hace dos semanas, y eso muy pocas veces.

—No hace falta pasar mucho tiempo con alguien para desarrollar amor.

—No te voy a contradecir en eso porque es cierto, pero en tu caso ocurre cada vez que entra uno nuevo.

—Él no es nuevo, simplemente no lo había visto.

—Es frustrante hablar contigo cuando traes las emociones revolucionadas.

—Así sucede en general, no solo conmigo.

—Total, digamos pues, le robas un beso ¿y luego?

—Ah, pues sabría cómo es la sensación de sus labios, sería feliz con saber que lo besé aunque sea una vez.

—¿Eso es lo que quieres?

—Pues, te digo, quiero mucho más que solo un beso, pero eso es lo mínimo que pido.

—Dices que serías feliz.

—Muchísimo.

—Solo con un beso.

—Claro.

—No te importa que sea casado…

—¡Que no está casado, no tiene anillo! Solo tiene hijos.

—...No te importa que tenga hijos.

—Los podría criar si me lo pide.

—Me imagino ya están grandes y pueden cuidarse solos.

—Total, nada de eso me importaría.

—Eso es magnífico, porque todo este rato estuvo en la bodeguita de aquí atrás.

—No es cierto.

—Sí… Mira…

—¡Ay no!

—Ay, sí.

—Qué pena, de verdad, no es cierto nada de lo que dije.

—Está tan consternado que no puede hablar.

—Así bromeamos, decimos que nos gustan los maestros de aquí, pero solo para pasar el rato, nunca hablamos en serio, es más, yo ya tengo compromiso con alguien.

—¡Qué mentira!

—¡Es verdad! Yo no me metería con alguien que yo no sepa que pasa en su vida, respeto mucho eso.

—A mí se me hace que todo lo que dijiste antes no concuerda, mira su cara, no te cree.

—Bueno, la verdad sí me gusta un poquito usted, pero no es más allá de lo normal, simplemente, digamos, me gusta verlo más que a los demás.

—Uy, creo que está molesto.

—Quizá lo que dije del beso fue un poco exagerado, o sea, sí, quisiera darle un beso, pero en el cachete o algo así, más por el lado amigable que del otro, no es para malinterpretarlo.

—No se vaya, usted forma parte importante de esta conversación.

—Si está dispuesto a irse, hágalo con completa libertad, pero por favor, no le diga a nadie de lo que escuchó porque son bromas tan pesadas que pueden nacer chismes.

—Uy…

—¿De verdad fue tan grave? ¿Por eso me agarra de los hombros?

—No. Me. Chin-gues

—...

—...

—...

—Simplemente no lo creo.

—...

—Sí, pase, que tenga buen día, nos vemos mañana.

—...

—Así de fácil.

—...

—Vamos, di algo, ya te besó.

—...Es que…

—¿Qué? Habla más fuerte.

—...yo…

—Fuera para que estuvieras dando brincos de alegría.

—No puedo creer que pasara.

—Pues mira que a quien no habla Dios no le oye, y tú estuviste hablando… bastante clarito.

—Es como un sueño, no siento mi cuerpo.

—Total, se hizo la magia y tu sueño se volvió realidad.

—Sí… De verdad es un milagro.

—Sí…

—...

—...

—¡Ay mira a ese que guapo está! ¡Me encanta! ¡Lo quisiera besar, aunque sea una vez!

—Que te vaya bien.

 

 





Jaime Gardea es egresado de letras españolas de la UACH, ha trabajado en el Departamento de Redes Sociales y Publicidad del Comité de Literatura y Cultura del Norte de México y en el Encuentro Nacional Escritores Jóvenes Jesús Gardea. Ha escrito guiones teatrales para la Biblioteca Infantil de la Secretaría de la Cultura de Chihuahua.

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