¿En dónde nos quedamos?
Por Sigfrido Viguería Espinoza
Viajé a la Ciudad de Chihuahua por una invitación que mi
amigo Jesús Chávez Marín me hizo al Departamento Editorial de la UACh, para una
entrevista. Llegue el 29 de junio a una Chihuahua lluviosa. Quedé de verme con
mi amiga Luly y con su familia en la Deportiva, enseguida del Campus uno de la
UACH.
Siempre me gustó esa Deportiva, ahora tan vieja como yo. Había
ese día un evento de una asociación para que las familias chihuahuenses
convivieran a bajo costo con juegos entre tradicionales y modernos. Mucho calor
por el sofoco de la lluvia evaporada. Más tarde, mi amiga Luly, su familia y yo
nos fuimos a la cabaña que tienen en Aquiles Serdán. Otra vez estaba lloviendo
y mi amigo Iván me dijo que el norte de la ciudad estaba inundado. Acá en el
sur, lluvia medianamente intensa. Los cerros y los mezquites reverdeciendo de
nuevo.
Recordamos Luly y yo de cómo había sido nuestra mocedad
universitaria. Llegó la noche y me despedí de ella y su familia. Rumbo a la
casa de Iván, ya en su casa, bebimos una cerveza y platicamos sobre estas
lluvias y como Chihuahua se veía viva. Nos dormimos tarde, pero debía yo estar
listo para la entrevista del lunes 30 de junio.
Me levanté temprano, me alisté y me fui a la Facultad de
Filosofía y Letras del Campus uno, desde mi opinión el jardín y la arboleda más
bonita de la ciudad. Le llamé a mi amigo Jesús y nos encontramos en la
intersección de la Dirección de Extensión y Difusión Cultural. Nos dimos un gran
abrazo y nos tomamos una foto de recuerdo. Amable y contento, me presentó a
todo el equipo de Editores UACH.
Hicimos la entrevista, que ustedes escucharán en dos meses
por Spotify, y luego nos fuimos a tomar un café y platicar. Contamos lo más
reciente de nuestras vidas y el significado de escribir. Le dije que estaba
emocionado de volver a mi Alma Mater y de ser entrevistado. Me comento que
estaba igual de contento que yo, y es que los y las que escribimos nos
alegramos cuando somos escuchados. Me preguntó: ¿Profesor o escritor?
Me quedé callado un poco. Difícil para mí estar callado.
Estos años he sido más profesor que escritor. He sido
cantante y escritor; ahora académico y profesor. Pero me salva que me hagan
preguntas y platiquen conmigo en una entrevista.
Preguntó también: ¿Cantas en algún bar?
Le dije que no. He cantado en eventos culturales,
graduaciones, asociaciones, pero no vivo de eso.
Me dijo: es que en la literatura se invierte mucho y te da
contento o drama, pero no dinero. No nos importa el dinero ni a mi amigo Jesús ni
a mí. Nos importa todo lo que pasa afuera y dentro de nosotros y cómo en un
texto se puede recrear la vida.
Le dije a Jesús que un posgrado o un grado cualquiera nos
debiera hacer más sensibles y sencillos, en lo que estuvo de acuerdo conmigo.
De regreso a su oficina nos perdimos y lo guie otra vez a su
lugar de trabajo: andábamos como en Comala, buscando el lugar y las voces. Nos
acompañamos y nos despedimos con un fuerte abrazo, listos para la siguiente
aventura.
Sigfrido Viguería Espinoza es licenciado en letras españolas por la UACH. Tiene estudios de maestría en educación y doctorado en pedagogía. Es profesor de literatura en el Colegio de Bachilleres y asesor académico en la Normal Superior de Nuevo Casas Grandes. Escribe una columna llamada Mito, Literatura y Realidad en El Diario de Juárez. Tiene publicaciones en la revista literaria Hambre, en el podcast El buen Cruel, diario digital de Agua Prieta. Ha publicado en semanarios y revistas literarias como Nosotros, Metamorfosis y Letra Nostra. Es promotor cultural y académico en Normal Superior José E. Medrano R, UACJ Nuevo Casas Grandes y UPN Nuevo Casas Grandes. Dedica su tiempo a la literatura, la discusión académica y el canto lírico. Publica constantemente ensayos y poemas en medios impresos y electrónicos. Tiene publicado un libro que se llama Utrora.
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