El sueño de la bóveda de plomo
Por Sergio
Torres
En un estado febril, entre despierto y
dormido, soñé o aluciné mientras luchaba con la fiebre, o peor aun, tuve la
visión de que, en medio de la noche, en la oscuridad de mi cuarto, me
despertaba un resplandor de rayos cruzando el cielo. El viento soplaba y
levantaba densas nubes de polvo. En el cielo las nubes se iluminaban con al
resplandor, dejando ver formas moradas, azul intenso, rojas, café, amarillo,
pálido, enfermo, nauseabundo.
Me sentía en medio de una tormenta eléctrica,
la luz de la calle se apagaba, la ciudad se quedaba en silencio, y también se
apagó la luz del cielo.
La bóveda celeste era de plomo, el cielo se
apagó. Ni una nube, ni un rayo, nada de nada. Resulta que el cielo es solo una
pantalla como la del cine, como un televisor LED. En este instante algunos LED
han fallado y se puede ver del otro lado del velo de engaños sobre el que
plasmamos la vida.
Se escucha la caída de una bomba. Tras el
cerro Coronel, el resplandor de una explosión ilumina está oscuridad plomiza.
Se alcanza a ver el cielo, con sus engranes y cables expuestos, mientras acá
abajo hay tanques de guerra que se disparan entre sí.
Se escuchan alertas y las sirenas. La gente
corre con sus hijos en brazos, una barra de pan, un pedazo de salchichón
Chimex. El pequeño de tres años detrás de los padres lleva una cobija que
apenas lo envuelve, un vaso entrenador, una figura de El Santo y una lata de
chiles curtidos.
Desnudo y a ciegas, alcanzo a ponerme jeans,
huaraches y una playera negra. La mochila dónde traigo un libro, cuaderno de
viaje y galletas, cepillo, pasta dental y un rebozo que me regaló Brenda y que
uso como cobija cuando viajo.
Sé que estoy en un sueño, porque mi mochila
tiene todo lo que necesito. Hay una escena de bombardeo, otra de combate, una
más de huida y desesperación, y estoy en todas.
El cielo es una gran bóveda de plomo con
engranes, cables y tubos, proyectores
que debería tener imagen de azul y nubes, rojizos polvos y ventarrón,
humo de aeronaves.
Sale gente de la tierra. Se anuncia que hay
otros habitando bajo la superficie. Al final los extraterrestres eran
intraterrestres, altos, delgados y fuertes, con movimientos fríos y estudiados
de reptil, una sonrisa permanente en los labios y odio infinito en la mirada
La muerte comienza una danza infernal en
todas direcciones, sanos, enfermos, sabios, ignorantes, todos vamos muriendo.
Una pesadilla comienza.
Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.
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