jueves, 3 de julio de 2025

Abrazar árboles


 

Abrazar árboles

 

Por Guadalupe Ángeles

 

Siempre pienso en ti. ¿A quién trato de engañar ocultándolo? Por las calles que conoces te busco. Quisiera forzar la casualidad, pero no es posible. No seré directa porque ya sé que no me hace bien. Lo tengo bien aprendido. Pero pienso en ti.

     Si fuera hombre te cantaría canciones ridículas. Me sé muchas. Pero no es el caso hacerte pasar por la luna, ya soy perro viejo para añorarla.

      Así las cosas. Ni conseguiré una pistola ni me humillaré para verte. Es tan sencillo. Sumar o restar. A veces, en medio de la contradicción, me gustaría saber dónde está la balanza para medir en uno y otro de sus platillos la cantidad de nostalgia que vale este apartarnos, este ya no estar, insalvable ya.

     Puro ocio. Ya sé. Si me agotara corriendo un maratón, ni de tu nombre me acordaría. En cambio, acaricio tu ausencia como a un gato inexistente.

     Y repito los viejos poemas aprendidos en la infancia. A ver si así me curo, pero no hay peor enfermo que aquel encariñado con su mal.

      Es una suerte tener grandes amigas, una de ellas alguna vez me aconsejó: piensa en él todos los días, digamos de cuatro a cinco, verás con el tiempo que el tema terminará por aburrirte. Es posible. Quizá dibujar estas palabras ahora obedece al consejo.

       Me procuro el silencio necesario y me voy de cabeza a nombrarte. Ya no siento vértigo. Es cierto. Pero la constancia del tema me hace pensar en lo enquistado del hábito en mi conciencia. Sonrío pensando en lo inequívoco del enredo en que pasamos los días. Yo me dediqué a nombrar todo a nuestro alrededor, pero tú, con una palabra, en el instante preciso, desmontabas toda la estructura que imaginé para sostenerme ahí, a un lado tuyo.

        Genios han hablado de las razones del corazón ¿y las del cuerpo? Solo la piel y sus profundos recovecos las conocen, ejercen y disfrutan.

         Así, como si en un anaquel de aire lo pusiera todo, por orden de mayor a menor o por orden alfabético, juego a los números y las palabras sin otro afán que saber contar y no olvidarlo; pero ningún juego hará las veces de aquel deslumbramiento, porque el caos disfrazando su sonrisa sardónica en hechos aparentemente lúcidos y conscientes nos hacía danzar a su ritmo.

      Ya sé que un collar bien engarzado de hechos concretos disimula la hermosa tormenta que vibraba a la hora precisa y en la oscuridad buscada.

       Saqué un dato de la ecuación y se vino abajo todo el deslumbrante bosque donde jugamos a ser bestias amantes de la buena música.

         ¿Abrazar árboles será la respuesta? ¿Si lo hago volverá a tocar mi oído la canción monocorde de tu corazón? No salgo corriendo porque es muy temprano.

        Hay un tiempo para todo.

 


Guadalupe Ángeles nació en Pachuca, Hidalgo. Fue directora de la revista Soberbia. Entre sus obras se encuentran Souvenirs (1993), Sobre objetos de madera (1994), Suite de la duda (1995), Devastación (2000), La elección de los fantasmas (2002), Las virtudes esenciales (2005) y Raptos (2009). Ha colaborado en ÁgoraEl FinancieroEl InformadorEl OccidentalLa Jornada Semanal; en las revistas electrónicas nacionales Al margen y Argos y en las españolas: Babab y EspéculoPremio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos 1999 por Devastación.

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