Primer informe
Por Guadalupe Ángeles
El estimado de la línea
de comandos no ha sido descrito todavía, nos negamos a hacerlo porque por ahora
la nave está anegada (y eso lo escribimos con una sonrisa). Sí, es verdad que
nos encontramos en la fase de integración de las modalidades aún no existentes
y tenemos ahora la tentación, como siempre, de hacernos los literatos
inexpertos, con el simple recurso de vernos obligados a aclarar lo que ya de
por sí no necesita más nubes sobre ello, y es así que, para hablar de los
minutos que han sido desplazados desde el interior del autor hasta la
racionalización colindante, tendríamos que hacernos a la idea de que toda
manifestación del libre albedrío sería como un brote de espinosos frutos, pero
bien sabemos que toda metáfora boscosa es más bien común. Nada entonces que
arreglar, manifestándonos ahora como simples observadores, pero ejerciendo el
control sobre el desplazamiento de la nave, como corresponde. Sería posible que
quien encendió la máquina no supiera de nosotros, pero creer eso sería pecar de
optimismo y he ahí el círculo que fácilmente se confunde con cualquier circuito
de pensamientos adyacentes a los que, como ya habrás advertido, nos adherimos a
tontas y a locas.
No ha lugar a ninguna
pregunta. Es posible que esto parezca inútil ahora, pero es así como los
grandes acontecimientos se van formando como si estuvieran hechos de renglones
que funcionan como ladrillos, pudiera ser que nos falte el elemento
cohesionador, pero quizá ese sea precisamente el que dejamos en tus manos, así
que estamos listos para cualquier pregunta, tú y todos los que como tú no
carecen de manos ni de ideologías serán capaces ahora de asomarse a estas
breves líneas que, considerando el actual estado de las cosas, vendrían a ser,
no una advertencia, acaso solo una desfasada e iconoclasta aventura de la nave
que emerge del vientre de la madre de todas las naves y sí, si lo estás
pensando, también nos ocultamos tras las nubes. Eso hace particularmente
divertido que haya lluvias torrenciales, pues una nave mojada es muchísimo más
agradable que una seca. Me explico: si nuestras múltiples extremidades tocan de
manera correcta los botones que hay que apretar de rutina en estos
desplazamientos interestelares, pues simplemente lo hacemos sin mayores
aspavientos, pero si de alguna manera las nubes han derivado en eso que tú
conoces como lluvia, a nosotros nos llena de gozo deslizarnos por el piso de la
nave como quien se monta en una ola, y hay que ver la cantidad de accidentes
que suceden a bordo. Sí, te aseguro que en algún rincón de tu memoria viste lo
que nosotros disfrutamos cuando la nave es visitada por la lluvia. No nos
oponemos a que nos tildes de infantiloides, nos encanta mojarnos unos a otros,
nuestro cuerpo, parece que fue hecho para eso, y lo de apretar botones, ya
sabes, la rutina.
Tú pregunta, nosotros
mientras tanto nos aseguramos de que esta lluvia no haya sido en vano.
Guadalupe Ángeles nació en Pachuca, Hidalgo. Fue directora de la revista Soberbia. Entre sus obras se encuentran Souvenirs (1993), Sobre objetos de madera (1994), Suite de la duda (1995), Devastación (2000), La elección de los fantasmas (2002), Las virtudes esenciales (2005) y Raptos (2009). Ha colaborado en Ágora, El Financiero, El Informador, El Occidental, La Jornada Semanal; en las revistas electrónicas nacionales Al margen y Argos y en las españolas: Babab y Espéculo. Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos 1999 por Devastación.
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