La columna de Bety
Yo también soy mi casa
Por Beatriz Aldana
Ayer me estuve preguntando
por qué amo tanto mi casa y todo lo que hay en ella, entre el menaje, las
pantallas televisivas, los cuadros, las plantas, los jardines, en fin, no
terminaría de enumerar. Me encanta poner mis discos de acetato de música de
años atrás, como por ejemplo de Julio Iglesias y muchos otros artistas. Amo mis
libros, mis atuendos, mis accesorios, en fin.
Todo esto lo atribuyo
totalmente a que cuando era niña tuve que compartir mi espacio con ocho
personitas más, conformadas por mis hermanas, mi hermano, mi papá y mi mamá,
así que todo siempre era compartido, o sea que no podía decir que tal vestido,
tal suéter era de mi propiedad, ni siquiera los pocos juguetes que con mucho
esfuerzo mi papá nos compraba.
A veces tengo visitas en
casa y se sorprenden del buen estado en que se encuentra todo lo que hay en
ella, porque gran parte ya tiene en promedio de cuarenta a cuarenta y cinco
años conmigo, por supuesto hay cosas nuevas, más recientes, como son los
aparatos de TV y de sonido.
Mi casa, por su ubicación,
tiene vista hacia los cuatro puntos cardinales. Cada ventanal me devuelve la
vista del cielo, de todas las sierras que circundan mi adorada ciudad. Todo
esto lo convierto en crónica, por la conversación que tuve ayer domingo, ya que
una querida amiga me llamó para saber cómo me encontraba, pues se extrañó de que no había visto
publicaciones mías en Facebook, como acostumbro hacerlas.
Y también hubo otra pregunta
de ella: Que como hacía yo para ser tan independiente con mi relación
sentimental. Le contesté así:
―Mire,
Esther, eso es totalmente mi responsabilidad y mi decisión, el haber
establecido una relación con un personaje, y lo nombro así porque no es un
hombre común, lo distingue su fama como escritor, y, por supuesto, como
integrante del gremio. Por añadidura de galanura y encanto especial. Así que
hay que asumir que, por consecuencia, exista competencia o admiración hacia él.
Repito, es mi responsabilidad, es mi decisión, pero no afecta este hecho, por
la sencilla razón de que tuve un padre también con cierta fama como periodista,
muy apuesto, con mucho estilo y galanura. Y después un esposo quien gozaba de ángel,
o sea, de una simpatía innata y también de una guapeza excepcional (este
calificativo lo decía con frecuencia La Doña, María Félix).
Así que, ya dando fin a mi crónica,
la concluyo de esta manera: estoy enamorada de mi casa, mi hogar, mi entorno,
mis recuerdos, y también enamorada de mi escritor, que a fin de cuentas no
permito me afecte la admiración que alguien le tenga, pues estoy consciente de
que absolutamente nadie nos pertenece, ni siquiera nosotros mismos somos
nuestros propietarios eso le pertenece al destino que se nos tiene marcado tal
vez con anticipación. Mi lema es este: Que viva la libertad.
Beatriz Aldana es contadora y siempre ha trabajado en la industria y en corporativos comerciales. Gran lectora, escribe y produce crónicas de video en sus dos blogs de Facebook, además de La columna de Bety en Estilo Mápula.
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