viernes, 30 de noviembre de 2018

Giorgio Germont. Desde Rusia con amor

El secreto de Olga
Novela

Por Giorgio Germont

Capítulo 9. Churchill

Rusia es un enigma encerrado en una adivinanza y cubierto por un manto de misterio.
Winston Churchill

Cuando David se presentó a dictar su primera clase estaba nervioso. Venía recuperando su equilibrio después de haber caído tres veces a la lona, víctima de sendos ataques de epilepsia. Cierto que ya tenía cuatro semanas muy controlado, pero un silencioso monstruo de cien cabezas proyectaba su sombra detrás de él cada minuto. Además era su primera cátedra en más de tres meses con un nuevo grupo y nueva escuela. Por suerte el tema era de su agrado y, aunque le sudaban las manos, sabía que tan pronto como entrara en los detalles de la charla lo más probable era que se olvidaría de todo lo demás.
Vio desfilar uno por uno sus alumnos; eran un total de treinta y tres. Como de costumbre, una jovencita de pelo largo muy arregladita y con anteojos se sentaba en la línea del frente: obviamente era el cerebrito del grupo. Los demás jóvenes entre dieciséis y dieciocho años se iban acomodando poco a poco entre sus amigos y amigas. Los más creciditos entraban de últimos y se peinaban el flequillo una vez más antes de tomar asiento. El reloj marcaba las 08:05, el señor Davidoff se armó de valor y tomó control del aula.
Buenos días, mi nombre es David Davidoff y soy su nuevo maestro de Historia. Por favor, tomen asiento. Usted caballero, el de atrás...
Se refería a un pelirrojo con botas vaqueras que estaba en el resquicio de la puerta mirando hacia el pasillo como si no estuviera seguro de si entrar o marcharse.
Cierre la puerta y tome asiento, señor... ¿Cuál es su su apellido, por favor?
Mulronney, Teddy Mulronney.
Tome asiento, señor Mulronney.
El chico obedeció. Luego David se dirigió a la jovencita del frente con mucha delicadeza.
—Señorita, ¿su nombre por favor?
Teresa Schultz, maestro dijo ella muy sonrojada—. Señorita Schultz, a usted le corresponde tomar la lista. Davidoff se acercó a ella y le entregó la lista de asistencia.
Aquí está, lea en voz alta los nombres de todos.
Él se dirigió a su computadora y encendió el proyector. Se escuchaba la voz de la damita enunciando los nombres en orden alfabético con las respectivas respuestas de los interesados. El maestro aguardó hasta el último nombre y dio comienzo a su charla.
Rusia es actualmente el país más grande del mundo. Eso puede ser una bendición o una maldición. Por una parte, la inmensidad del país le da un poderío incalculable por las riquezas naturales y la tradición cultural tan diversa. Por otra parte, esa diversidad y la población tan dispersa en distancias extremas convierten a Rusia en un país con un reto de gobernabilidad y organización que se antoja prácticamente incontrolable. Un ejemplo muy claro de esto es la historia de la Revolución y la guerra civil de Rusia. Los que iniciaron el proceso revolucionario, al derrocar a la monarquía abrieron la jaula de un león y, una vez que dieron comienzo las acciones bélicas, la guerra misma se convirtió en una estampida de leones sin control alguno. La evolución del sistema político e ideológico de Rusia sigue siendo uno de los fenómenos más grandes de la historia moderna. Podría compararse con un sismo o un desplazamiento tectónico que ha durado más de setenta años.
Esa fue su apertura del tema. David había tomado en una ocasión un seminario sobre la Revolución bolchevique y descubrió para su asombro que la obsesión más grande de su vida era su pasión por la historia de Rusia. Las campañas sangrientas de la pugna revolucionaria le despertaron un hambre intelectual acerca de los motivos y las inquietudes profundas del ser humano en todos sus ámbitos.
Son en total once meridianos entre Kaliningrado y la península de Kamchatka. —Así continuó con los datos básicos de topografía y límites geográficos, la población del enorme país y demás detalles. Una vez que terminó de proyectar y comentar las primeras quince diapositivas, hizo una pausa y preguntó:
Si alguien tiene alguna duda, por favor, con toda confianza, ¿alguna pregunta?
Los alumnos se miraban uno a otro. No había preguntas. Eso significaba que lo habían entendido todo a la perfección o simplemente que no habían puesto atención al más mínimo detalle de la charla. Davidoff dio por terminada la clase.
Nuestro relato comenzó un día que David recibió un correo electrónico proveniente de un portal llamado Love Net RR, que luego se trasladaba a otra página con el mote de Romance Ruso. Venía acompañado de la foto de una joven muy bella y sonriente de la cual David se prendó de inmediato. El mensaje nos es conocido y David con frecuencia visitaba la página para leer de nuevo la introducción de Olga:

Hola cariño, mi nombre es Olga. Soy de Moscú tengo veintiséis años de edad. Quiero encontrar un americano guapo y cariñoso. Tal vez eres tú, para yo hacerte muy feliz. Soy una mujer buena y me gusta mucho lo romántico, Besos Olga.

Se quedó mirando la foto, rumió en el subconsciente que Olga tenía un leve parecido a su ex prometida Jayme.
Eran casi las 02:00 de la mañana de un domingo cuando David se acostó a dormir depués de chatear con Olga. La computadora se sobrecalentó y la tuvo que apagar y meterla al refrigerador un rato. Cuando entró de nuevo a la página de Romance Ruso, Olga ya se había retirado, había una breve nota:

David están cerrando el cyber café, ya me voy. Mañana hablamos si tienes tiempo. Está haciendo frío. Me divierte mucho hablar contigo. Eres un hombre muy simpático muy cariñoso. Descansa. Háblame mañana.

“Háblame...” David se quedó pensativo, tal vez quería decir escríbeme, pues nunca habían hablado. Todo había sido chateo y esa noche la conversación había estado muy íntima, de mucho cariño, realmente enternecedora. Ella tenía ganas de ir a visitarlo, conocerlo. Al mismo tiempo, detrás del telón, David percibía que Olga estaba pasando ciertas penas, que tenía prisa por resolver algo. Aunque no se atrevió a preguntarle directamente cuál era el problema, la notaba tensa. Se quedó dormido y un gato que raspaba la puerta del vecino lo despertó, ya no pudo conciliar el sueño. Oyó de nuevo el chillido del gatito... o tal vez lo soñó.
Aquel día en que se había quedado varado sin gasolina David regresó por la calle portando un bidón azul de dos galones. Vertió la esencia en el tanque pero no pudo echar a andar el auto. La grúa se lo llevó a un taller en la esquina de la calle Red Bluff con la autopista Sam Houston.
Cuando quemas la última gota de gasolina explicó Hassanel carburador chupa arena que hay en el fondo del tanque; es hollín que se acumula a través de los años.
Hassan, el mecánico, lo había expresado así en su cátedra de carburología mientras raspaba con el dedo del fondo del vaso de vidrio una pasta de lodo muy fino que había obstruído los conductos del carburador. Era un modelo de 1997 del Toyota Corolla que había pertenecido a la ex esposa de su amigo Memo Guerrero. Con más de 150 mil millas en el odómetro, tuvo más que suficiente tiempo para acumular lodo en cantidad.
Cuando David salió de la gasolinera era ya demasiado tarde para tratar de comunicarse con Olga. Se había perdido un día entero, había abandonado cualquier esperanza de hacer contacto con ella. Olga se había convertido en un espejismo, como el humo casi invisible del hidrocarburo que emanaba de la bomba, el vapor de la nafta. Se estacionó y apagó el motor sin ganas de bajarse a enfrentar la soledad de su apartamento. Subió cansadamente las escaleras y al llegar a la puerta del 2-C vio una notita de color rosa pegada en la puerta. Era la caligrafía florida de Clarissa.

Cuando llegues me hablas o bajas a mi apartamento.

Clarissa abrió la puerta sonriente, limpiándose la boca con una servilleta.
—¿Quieres algo de tomar? preguntó.
—¿Tienes té?
Tengo té frío en el refrigerador, sírvete tú mismo con confianza. le dijo— ¡Wheew! qué es ese olor tan fuerte, ¿gasolina?
David se apartó dos pasos de ella y se disculpó.
No te maginas el día que tuve, no me salió bien nada.
Clarissa se sentó a terminar de cenar. Tenía una sonrisa misteriosa. David le preguntó:
—¿Cuál es la novedad?
Tengo noticias. Tu amiga esa, Olga, es una persona de verdad, es de carne y hueso.
David dio un salto.
—¿Hablaste con ella?
Claro que no, bobo. Llamé a la aerolínea. Está registrada en la lista de pasajeros para el vuelo Moscú-Houston. Aquí tengo el número de Air France, les puedes llamar y dar el pago con tarjeta de crédito por teléfono.
David sonrió y le gritó.
Clarissa Kane, eres un genio.
Ella se sonrojó y ofreció su mejilla. David le dio un beso antes de salir volando de regreso a su departamento.
El café estaba hirviendo en la estufa. David estaba vestido, bañado y listo para salir pero eran apenas las 05:30 de la mañana. Ya había tomado una taza de avena. La espera tan pesada rindió un sorpresivo fruto. Cuando entró a la com- putadora a las 06:00, había mensaje de Olga Sobolova, escrito apenas hacía tres minutos:

David querido amigo, no sé qué hacer. Mi prima me mandó unos rublos pero no me alcanza. Me faltan más de 500 dólares. El pasaporte está listo pero falta pagar el boleto de avión. Estoy con las manos vacías y muy triste. Aquí voy a estar en Bivliiteka esperando hasta que tenga noticias tuyas. Háblame por favor.

En uno de los intermedios entre clases David la llamó, oyó la voz dulce de Olga. Se escuchaba muy triste, temblando.
Tengo mucha vergüenza, David. Me da pena que pienses que estoy tratando de extorsionarte, pero te juro que es la verdad. Ya me gasté el último kopek. ¿Qué puedo hacer?
Él se apresuró a interrumpirla y tranquilizarla.
Olga, no te preocupes tengo muy buenas noticias. Ya compré tu boleto. Está pagado. Lo compré por teléfono con mi tarjeta. Solamente te presentas con tu pasaporte en Air France y te dejan subir al avión.
Olga dio un grito de felicidad.
¡Bo-zhe moy Dios mío! Que felicidad, amigo mío, que inteligente mi novio americano. Gracias, David. Cuando trabaje en América yo te lo pago. Gracias, gracias.
David estaba apurado de tiempo, debía dar comienzo a una clase. Se despidió apresurado y le dijo a Olga:
Ahora cálmate, haz tu maleta y nos vemos aquí en Houston.
Olga respondió conmovida.
Gracias David, Spasyba. Nos vemos luego. Dios te bendiga.

(Continuará).



 Giorgio Germont estudió medicina en la UACH, ejerce su profesión en Estados Unidos. Ha publicado tres novelas: Treinta citas con la muerte (2005), Dos miserables entre la luz y la oscuridad, (2011). Ambas recibieron sendos galardones como finalistas de los concursos USA BEST BOOK AWARDS en los años 2007 y 2011 respectivamente. Las versiones en español de la primera, titulada Mis encuentros con la muerte y la segunda con el mismo nombre se publicaron en 2012 por Editorial Perfiles. En 2016 publicó su novela Rayo azul.

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