miércoles, 14 de noviembre de 2018

Norma Luz González Rodríguez

Carmen: lluvia. Presentación del libro de poemas Bitácora de la lluvia

Por Norma Luz González Rodríguez

Buenas tardes, gracias por la invitación a presentar este poemario que me ha nutrido el alma.
Leer Bitácora de la lluvia nos recuerda que el ejercicio poético ofrece una interpretación del mundo. Al conocer las interpretaciones de Carmen Amato me reconocí a mí misma, tal vez porque, como aseveraba Octavio Paz, quien escribe posee una voz que siempre es social y común.
En esta tónica, los versos de “28 de marzo”, escritos por  Carmen, ponen  en tela de juicio mis interpretaciones teológicas, ahora con más fuerza y certeza que antes, y me llevan a cuestionarme junto con la autora  ¿Es Dios quien no escucha o soy yo?
Cito:

Ahora miro esa puerta cerrada, Señor,
Y no sé si es la tuya o la mía

En el mismo poema, la autora brinda consonancia a muchas mujeres, que al igual que yo se cuestionan sobre la forma de llamar a Dios:

¿Y si fueras mujer?
porque ese amor incondicional tuyo
solo puede ser de una mujer,
quizá es tu parte femenina
la que habla,
quizá debo llamarte Madre Dios.

La poesía de Carmen es una respuesta a la sed del alma, habla de una lluvia que sana y satisface, que conmueve y salva:

su llegada hará brotar
llanto a raudales,
satisfará la sed de cada grieta,
rescatará la flor
mostrará otra vez
                          su paraíso de agua.

En la ausencia de esa misma lluvia, Carmen lee y siente la vida en nuestro contexto social:

Abajo una inmensa sed sienten los cuerpos
y las parcelas del poblado:
reino dignificante que pide Paz
para sus vivos, Justicia
para sus muertos, Piedad
para sus niños, Amor
para sus mujeres.

Carmen fluye amorosa y compasivamente entre sus letras, se entrega a ellas. Le da a cada grafía la dimensión humana y exacta.
El bagaje cultural y sensorial de Carmen es exquisito, aunado a la fortaleza de sus concepciones antropológicas y psicológicas que nos dejan un mensaje de afirmación para la subjetividad y la resiliencia, todo ello codificado en poesía:

Sinfonía de aromas dirigida por la lluvia,
su virtuosismo lo siguen las julietas, las bertas, las
      bromelias,
todas y cada una de ellas
afirman
              su identidad
                                       en la tormenta.

La Poesía de Carmen es como la herbácea que la cautiva, me refiero al plúmbago que a continuación describe:

Explosión de humildad que se aglutina soberbia en un
racimo:
                                                                               El plúmbago.

Entre el poema “12” y el “14 de julio”, Carmen no logra quitarse de la cabeza  el suicidio de una mujer, y hace con ello poesía, porque esta nace de todo lo que nos marca en la vida y la muerte, propias o ajenas.
Por otro lado, en el poema “15 de julio”, la autora  nos habla de la noche, en medio de versos objetivistas que nos tientan a imaginar una metáfora:

lejanos están los pueblos primitivos
que producen luz y fuego
frotando dos cuerpos secos.

En “22 de julio” se abordan los holocaustos involuntarios, los que muchas personas sufrimos:

La ciudad duerme,
tan solo se desvelan los vigías,
los noctámbulos,
los compulsivos,
los ajenos,
los sin dueño,
los que carecen de una amante
cama que los llame a sobrevivir
el holocausto involuntario
                                                 de la noche.

En “12 de agosto” Amato nos propone la receta del instante que robustece al alma:

La noche canta con la lluvia que desparrama
su música en la estancia, se contamina
de aromas la terraza y más que sabor
                                      tiene olores la cocina.
En ella se robustece el alma.

El poema “26 de agosto” nos lleva a anhelar, junto con la autora, que la lluvia purifique las conciencias:

Si la lluvia buena
 pudiera lavar estos derrames,
refrescar las ardientes manos,
perfumar alientos,

si devolviera vidas,
si borrara la impunidad
en las ciudades

En “14 de septiembre” la autora captura en una imagen la relación intrincada entre paz y deseo:

El canto de las cigarras
llega como el deseo:
suavemente
          va ascendiendo,
urgiendo, buscando,
el climax,
              luego desciende
y se va
                            callando
             produciendo
descanso                                                                 
                                silencio
                                             paz… zzz

Amato vuelve a lo elemental y en su poesía la lluvia es una señora ante la cual postrarse:

El mandarino que duerme
con sus frutos a él sujetos
se arrodilló ante ella
y como un Juan Diego natural
             abrió su sayal
                       brindándolos.

Bitácora de la lluvia es un poemario fluido, nos lleva a distintos escenarios, los inunda con cuestionamientos e interrogantes, al tiempo que invita a descansar en la humedad prolífera. Su estilo es concertante y afectivo: como un violín en la música de Bach, no queda más remedio que admitir en nuestra mente su ritmo atemperante.
Muchas gracias por su atención.

Amato, Carmen: Bitácora de la lluvia. Editorial Universidad Autónoma de Chihuahua, México, 2016.




Norma Luz González Rodríguez es licenciada en ciencias de la información por la Universidad Autónoma de Chihuahua, tiene maestría y doctorado en antropología por la Universidad Autónoma de Barcelona. Es autora del libro de poemas Signos del agua, editora y compiladora del libro Versos en el cántaro poesía infantil, obra que fue escrita en el taller literario que ella coordina.

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