sábado, 25 de enero de 2020

Alberto Carlos. Caminos de ayer

Arte de Alberto Carlos

Caminos de ayer

Por Alberto Carlos

Nuestro mundo occidental, lo mismo si se trata de sajones, latinos, germanos o güegüenches, carga un lastre de antecedentes nada edificante, que digamos. Somos un mundo históricamente lamentable en lo que atañe a nuestros personales intereses y despiadados zancadilleros (las mulas de mi compadre) y meimportamadristas con relación a los intereses de los demás. Nuestra historia es un estira y afloja entre tirios y troyanos, católicos y protestantes, montescos y capuletos, girondinos y montañeses, liberales y conservadores, el santo contra la mujer vampiro, etcétera. Somos un solar con vecinos enfrascados en perpetuo cisma.
Por otro lado, si alguien quiere darse una enteradita sobre la corrupción en grande, no de ahora sino de antaño, nada más remítase al siglo XIV, por ejemplo, para que vea lo que es bueno... o malo, ara ser más exactos. Iglesia y estado, nobles y plebeyos, caballeros y villanos, pobres y ricos, todos a una, fueron una caterva de corruptos, tramposos y mala leche a nivel energuménico. No por nada sospechaban de la “muerte negra” (peste bubónica), exterminadora de casi la mitad de la humanidad en ese siglo, como un castigo de Dios por sus “enormes pecados”. Así andarían de la conciencia los inocentes trecentistas.
Llegó a haber dos Papas, y no por cuestiones teológicas, que ese era el cuento, sino por lo que hoy llamaríamos zona de influencia: Urbano VI, “intratable y mal hablado” en Roma y Clemente VII, “el carnicero de Cesna” en Aviñón, acusándose mutuamente de anticristos y sacándose sus trapitos al sol como dos comadres de vecindad, lo cual divirtió mucho al cotarro europeo en medio de las mil y una calamidades del “siglo nacido para el dolor”, según expresión lírica y telenovelera de los optimistas de aquellos tiempos. Porque los pesimistas consideraban el despiporre como “el fin del mundo”.
Los burgueses acusaban a las cortes de corruptas, las cortes acusaban de lo mismo a los burgueses, acusaciones por lo demás, absolutamente ciertas, como para pensar que no hemos cambiado nada, salvo en las maneras y mañas para taparle el ojo al macho. Aquellas buenas gentes no se andaban por las ramas; metían mano a los dineros.
Y los de ahora, para qué les digo. Tantito peor.


 
Alberto Carlos. Artista nacido en Fresnillo, Zacatecas, avecindado en Chihuahua desde la infancia. Con medio siglo de trayectoria, su vasta obra mural, escultórica y de caballete abarcó una diversidad de técnicas y temáticas. Su natural inquietud y amplia cultura lo llevó a incursionar en la literatura y el periodismo, en géneros como la poesía, el cuento, el ensayo, la calavera, el epigrama y la columna, los cuales publicaba en periódicos como el suplemento Tragaluz de Novedades de Chihuahua, El Heraldo de Chihuahua, y en las revistas Tarahumara y Solar.

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