sábado, 18 de enero de 2020

Por Alberto Carlos. Concursos y discursos

Arte de Alberto Carlos

Concursos y discursos

Por Alberto Carlos

A las autoridades de Educación Pública les ha dado por decretar la organización de concursos e inaugurarlos con sus correspondientes discursos o arengas para animar a la chavalada. Profesores, alumnos y padres de familia se parten el alma y el presupuesto para salir adelante con los bailables, cantables, recitables, deportes, rondas, escoltas y otros que se me escapan. Esos trotes ya forman parte ineludible del currículum escolar, por órdenes de arriba.
En los deportes no hay problema; se gana por canastas, golpes o puntos y ni hablar, los chamacos asimilan los triunfos y las derrotas, ahora sí que deportivamente. No obstante, a veces hay protestas contra el arbitraje, pero son prietos del mismo arroz. No pocas veces compiten los niños de una colonia precarista que apenas pueden con los tenis, contra bodoques muy bien alimentados de un fraccionamiento popis, lo cual es como ponerlos contra Sanzón a las patadas pero, como dijo el compañero Chincoya, lo importante no es ganar, sino mentarles la madre a los ganadores.
Cuando entramos a las competencias “culturales” empiezan los asegunes.
Donde un jurado, cuyo fallo es inapelable, decide quién ostentará los lauros del triunfo, se patina sobre un terreno con más baches que la 20 de Abajo. Me ha tocado chuparme unos rollos declamatorios tan trasnochados como un velador de multibanco. He visto a los señores jurados conmoverse hasta las lágrimas con Por qué me quité del vicio, como si fuera una sesión de Alcohólicos Anónimos. La Chacha Micaila todavía anda por ahí rompiendo corazones líricos. Algunas recitaciones mal llamadas poesías disque patrióticas, dichas a grito pelado y puño enhiesto, levantan ámpula, crispan las manos y erizan el pelo de los honorables jurados y claro, ahí está el gane, siempre que el competidor (se dan casos) no sea un chamaco preparado y presentado por un profe disidente porque, si es así, no gana ni con México, creo en ti, recitación levantadora de animosidades patrióticas insustituibles.
Aparte gustos y trafiques, el resultado es, en todos los casos, uno o dos lepes orondos por el triunfo y un montón de frustrados por la derrota. A los primeros, una vez premiados, ya no los aguanta ni su abuelita porque se sienten la trompa de la máquina. Ya exigen desayuno especial y privilegios de Premio Nóbel. Los segundos, que ya odian al premiado, acosan con sus quejas a medio mundo, pues consideran ser merecedores y aseguran que les jugaron rudo. Y las mamás de estos no se diga: —tan bonito que mi hijo declamó Mamá, soy Paquito y vino a perder. Claro, tenía que ganar el muchachito ese. Como su papá es influyente y es de una escuela popis...
Algo hay de eso.
En rondas, bailables y escoltas no es muy remoto que los honorables jurados caigan en la finta de un vestuario lucidor. En estos casos, es la lana de los papis la ganadora. Y esto de la lana es otro cuento: hay que ver el sacrificio hecho por los padres excluidos del por cápita para ver a sus retoños concursar más o menos presentables con unas cuantas garritas más el IVA. Encima de eso, ¡perder! no hay derecho. Sé de casos en los cuales los profes, de su propio peculio, han vestido a grupos enteros porque los padres no tienen ni para el camión.
En fin, aquí lo importante es la chaviza participante por decreto para llenar el programa de actividades, la cual no saca nada en claro, salvo, repetimos, que Pepito la hizo y los demás salieron bailando. Aunque hayan bailado bien y recitado mejor. Conformes pocos, inconformes muchos. Cultura... pues depende. Gastos y horas clase perdidas, nomás échele números. Bueno, yo nada más digo, no me hagan caso. Son puras ganas de chupar la sangre.
¡Eppur, si muove!



Alberto Carlos. Artista nacido en Fresnillo, Zacatecas, avecindado en Chihuahua desde la infancia. Con medio siglo de trayectoria, su vasta obra mural, escultórica y de caballete abarcó una diversidad de técnicas y temáticas. Su natural inquietud y amplia cultura lo llevó a incursionar en la literatura y el periodismo, en géneros como la poesía, el cuento, el ensayo, la calavera, el epigrama y la columna, los cuales publicaba en periódicos como el suplemento Tragaluz de Novedades de Chihuahua, El Heraldo de Chihuahua, y en las revistas Tarahumara y Solar.

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